Un mes de convivencia con los parqu¨ªmetros
Los vecinos de los barrios afectados se quejan de la falta de plazas y del coste de la medida
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Los barrios afectados por la ampliaci¨®n del Servicio de Estacionamiento Regulado (SER) amanecen algunos d¨ªas bajo los trazos rotos del escenario de un campo de batalla. Parqu¨ªmetros arrancados, octavillas tiradas por el suelo y pintadas en las paredes contra el alcalde, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, conforman los elementos de una puesta en escena de protesta ante la que el Ayuntamiento parec¨ªa ni inmutarse. Pero el viernes, el concejal de Seguridad, Pedro Calvo Poch, anunci¨® que ya no es obligatorio introducir la matr¨ªcula de los coches en los parqu¨ªmetros que permit¨ªa a los controladores sancionar a los que rebasaban el l¨ªmite de dos horas. ?La primera victoria de los vecinos?
El Ayuntamiento dice que ellos pidieron los parqu¨ªmetros -(...) "atendiendo a las numerosas peticiones vecinales (...)", rezaba la carta recibida por los vecinos antes de que se implantara la medida-. Pero es dif¨ªcil encontrar en la calle, en los comercios o en los bares, a alguien que lo respalde. Ahora, cada ma?ana, los vecinos se tropiezan al salir de casa con unas m¨¢quinas instaladas para cambiar sus rutinas en el transporte, y contra las que muestran su indignaci¨®n desde hace semanas El s¨¢bado har¨¢ un mes que se implant¨® la medida. ?ste es el relato de algunos vecinos que no recuerdan haber pedido al alcalde los parqu¨ªmetros.
"Si era dif¨ªcil aparcar por la noche, ahora con el 25% menos de plazas es imposible"
Antonio Cano acaba de sacarse el carn¨¦ de moto. Se ha comprado una Yamaha que le ha costado 6.000 euros. La tiene aparcada enfrente del taller donde trabaja, en un rinc¨®n, entre un coche y la acera. Como el resto de los vecinos interrogados, si hay que hablar de parqu¨ªmetros interrumpe lo que est¨¢ haciendo y se pone serio. "Todo esto es un abuso al ciudadano. No tiene sentido", protesta. Vive en Villamantilla, a 50 kil¨®metros de la capital, pero desde que han instalado los parqu¨ªmetros en el barrio del Pilar, donde est¨¢ Lunamovil, el taller del que es encargado, ya no puede coger su coche para venir a Madrid. "T¨² me dir¨¢s la gracia que me hace venir en moto cuando llueve, pero eso no es lo peor", relata preocupado. "El volumen de trabajo ha bajado el 30% y no hay curro para todos. ?ramos tres, y ahora s¨®lo estamos dos", a?ade. "Todo el barrio est¨¢ igual. Pregunta por ah¨ª...", insiste.
Lunamovil est¨¢ en la calle de Monforte de Lemos, junto a otros dos talleres de reparaci¨®n. Todos se quejan de la p¨¦rdida de clientes. Enfrente hay un edificio de oficinas al que cada d¨ªa acuden unos 300 trabajadores. "Todos ven¨ªan en coche y muchas veces nos los tra¨ªan para hacerles algunos arreglos. Ahora vienen todos en autob¨²s y los hemos perdido", asegura Antonio.
Unas manzanas m¨¢s all¨¢, Elena Gayol tiene aparcado su Mini descapotable enfrente del videoclub donde trabaja. Rodeada de cintas de v¨ªdeo y DVD habla de su situaci¨®n. Vive en el distrito de Tetu¨¢n, en el paseo de la Direcci¨®n. "No tengo ni metro ni autob¨²s para venir hasta aqu¨ª. Expl¨ªcalo, a ver si el alcalde lo soluciona", pide con una sonrisa desafiante. Elena asegura que, a partir del 1 de abril, "cuando empiecen a poner multas", tendr¨¢ que recorrer a pie la distancia entre su casa y el trabajo. Unos 30 minutos. Elena es una fija en las manifestaciones.
Tambi¨¦n en el distrito de Fuencarral-El Pardo, fuera de la M-30 (donde el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallard¨®n afirm¨® que no extender¨ªa los parqu¨ªmetros), se encuentra la calle de Sangenjo. Uno de los n¨²cleos duros de las protestas vecinales contra la medida, donde los vecinos, desde hace ya casi un mes y medio, se han manifestado a diario y han destrozado todos los parqu¨ªmetros. No queda ni uno. "?T¨² los pones, nosotros los quitamos!", corean en las protestas.
En la cervecer¨ªa Los Picos todos hablan de lo mismo. Entra un grupo de controladores del SER -que patrullan en grupos de cuatro por miedo a las agresiones-, y varios vecinos se acercan para recriminarles en tono guas¨®n su trabajo.
En uno de los tramos de la misma calle, el Ayuntamiento pint¨® las dos aceras de color azul. Ahora las l¨ªneas tienen un color ros¨¢ceo debido a la capa de pintura blanca con la que los vecinos las han cubierto en las protestas. Ah¨ª vive Paloma L¨®pez. Su familia tiene dos coches. "Si ya era dif¨ªcil aparcar aqu¨ª por la noche, ahora con el 25% menos de plazas es imposible", relataba indignada durante una de las manifestaciones en el barrio. "Mi marido y mi hija llegan tarde a casa, y muchas veces no quedan plazas verdes. Cuando empiecen a poner multas -hasta el 1 de abril el Ayuntamiento s¨®lo est¨¢ colocando avisos en los parabrisas de los coches-, habr¨¢ que bajar temprano a echar moneditas al parqu¨ªmetro", dec¨ªa andando y casi sin dar cr¨¦dito a lo que se le viene encima.
En la calle de Sangenjo no quieren parqu¨ªmetros. Ni zonas verdes, ni azules. "Que los quiten todos, o los quitamos nosotros", aseguran. Todos los comerciantes est¨¢n en contra. Pero algunos, como un pescadero, parece que ya han perdido la esperanza en su lucha y en el escaparate de la tienda cuelga un cartel que dice: "Se busca plaza de garaje. S¨®lo durante el d¨ªa".
En otras zonas de Madrid, donde la sangre no ha llegado al r¨ªo, entienden la medida pero est¨¢n asombrados con la "torpeza" con la que se ha aplicado. Bego?a Marcos vive en la calle del Cardenal Marcelo Sp¨ªnola. El Ayuntamiento no ha dejado en esa v¨ªa ni una sola plaza reservada a residentes. Bego?a lleva un mes y medio enviando quejas al Consistorio, pero ante la indiferencia en la que se pierden, dice, ya tiene encargados "unos botes de pintura verde especial para el pavimento". "?Qu¨¦ esto lo hemos pedido nosotros?", dice incr¨¦dula.
En los juzgados de la Plaza de Castilla, Eva espera su turno para un juicio de faltas. Tiene el n¨²mero 13, pero uno a uno, los que est¨¢n delante de ella tienen que bajar a echar monedas al parqu¨ªmetro. Adelanta tres posiciones en cinco minutos. "Tengo matr¨ªcula de Zaragoza y no me llega ni una multa", cuenta con una sonrisa justo en el momento en que la llaman para entrar.
En el centro de la capital, en la calle de Lagasca, Cristina Torregrosa, la encargada de la tienda Ponint la Ligne, monta en c¨®lera cuando oye la palabra "parqu¨ªmetro". "Fatal, una tropel¨ªa", dice en dos tiempos. Cristina habla de lo que empieza a ser ya un fen¨®meno com¨²n en los barrios. "Yo aparco el coche en El Corte Ingl¨¦s. Las dos primeras horas son gratis, y luego sigue siendo m¨¢s barato que los parqu¨ªmetros", relata para explicar c¨®mo sortea la imposibilidad, que dicta la ordenanza municipal, de aparcar su coche m¨¢s de dos horas en el mismo sitio.
Los aparcamientos de los centros comerciales son ahora el refugio de los conductores que persisten en sus trayectos detr¨¢s del volante. "Estoy embarazada y vivo en Collado Villalba; no voy a venir en tren, seguro", sentencia tajante. Seg¨²n Cristina, a pesar de que los parqu¨ªmetros llevan mucho tiempo en el centro de Madrid, poco a poco han hecho bajar las ventas en su establecimiento.
El Ayuntamiento anunci¨® el viernes que no ser¨¢ obligatorio introducir la matr¨ªcula del coche en los parqu¨ªmetros. Algunos ya lo han interpretado como la primera concesi¨®n del gobierno municipal a las reivindicaciones vecinales. Pero los afectados no se conforman. "Eso es s¨®lo un parche para salir del paso. Seguiremos luchando hasta que los retiren", manifest¨® el presidente de la plataforma Parqu¨ªmetros no, Jes¨²s Otero, al conocer la noticia.

Divisi¨®n en las asociaciones de comerciantes
"Los vecinos estamos muy fastidiados, pero los comerciantes... esos s¨ª que lo tienen crudo", se compadece uno de los vecinos mientras camina en una de las manifestaciones contra los parqu¨ªmetros.
Esta semana el Ayuntamiento y la Confederaci¨®n Empresarial de Madrid (CEIM) y la C¨¢mara Oficial de Comercio e Industria firmaron un acuerdo para la implantaci¨®n de una tarjeta naranja que permitir¨¢ a empresas y profesionales (fontaneros, electricistas, reparadores de electrodom¨¦sticos a domicilio) usar su veh¨ªculo comercial y aparcarlo hasta cinco horas diarias en las plazas azules. El coste de la tarjeta rondar¨¢ los 350 euros, y seg¨²n los firmantes, es la soluci¨®n definitiva al problema de los comerciantes. As¨ª lo manifestaba Salvador Santos Campano, presidente de CECOMA: "Los parqu¨ªmetros son beneficiosos para los comerciantes. Si la gente puede aparcar, el comercio sale favorecido. El ¨²nico problema era la imposibilidad que, con la actual normativa, las empresas ten¨ªan para usar sus veh¨ªculos comerciales, pero con la tarjeta naranja queda totalmente resuelto".
Los comerciantes a los que te¨®ricamente representan asociaciones como CECOMA, no lo ven as¨ª. "?Desde cu¨¢ndo la jornada laboral espa?ola tiene cinco horas?", protestaba Manuel Delicado, propietario de una carnicer¨ªa de la calle de Sangenjo. Adem¨¢s, muchos consideran abusivo el precio de las tarjetas naranja.
No todas las asociaciones piensan como las firmantes del acuerdo. La Confederaci¨®n de Peque?as y Medianas Empresas, (COPYME), se adhiri¨® ayer a la protesta en el centro de Madrid, y en boca de su presidente, Salvador Bellido, manifest¨® su rechazo total a la medida. "Los parqu¨ªmetros son completamente perjudiciales para el comercio", asegur¨®.
Mientras tanto, bares, tiendas y talleres, se quejan de la disminuci¨®n de clientes.
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