La crispaci¨®n destroza el lenguaje
Eugenio Tr¨ªas, Claudio Guill¨¦n, Ana Mar¨ªa Matute, Juan Antonio Gonz¨¢lez Iglesias y Luis Landero advierten de la manipulaci¨®n y degradaci¨®n de las palabras en la pol¨ªtica y en la informaci¨®n
Verdad, golpista, patria, abyecto, conspiraci¨®n, r¨¦mora, hundir, traidor, miserable, progre, manipulaci¨®n, fe, crispaci¨®n...
Hay una gran alharaca. Todos intentan saquear el lenguaje, y en su af¨¢n de quedarse con el bot¨ªn de las mejores palabras est¨¢n logrando devaluarlas, desprestigiarlas, gastarlas, degradarlas. Alterar su verdadero significado, adem¨¢s de despojarlas de sus matices. Es el resultado de ciertas declaraciones de pol¨ªticos y opiniones de medios de comunicaci¨®n cuyas voces no cesan de caer como un chaparr¨®n que todo lo nubla y lo entristece.
?sta es una de las im¨¢genes de Espa?a que ven hoy cinco estudiosos que trabajan con las palabras, y que son conscientes de su papel de grandes ordenadoras del mundo. Son el fil¨®sofo Eugenio Tr¨ªas; el poeta y fil¨®logo Juan Antonio Gonz¨¢lez Iglesias; la novelista y acad¨¦mica Ana Mar¨ªa Matute; el escritor, doctor en Literatura Comparada y acad¨¦mico Claudio Guill¨¦n y el escritor y profesor de Literatura Dram¨¢tica Luis Landero.
Verdad, golpista, nazi, bobo, revoluci¨®n, progre... son algunas palabras saqueadas
Landero: "Hay pol¨ªticos que si leyeran ser¨ªan mejores tah¨²res ling¨¹¨ªsticos"
Tr¨ªas: "Esto denota carencias culturales y educativas b¨¢sicas. Una ignorancia atrevida"
"Ese abuso de las palabras es una caja de los truenos que no ha debido abrirse porque rompe el consenso del lenguaje, sobre el cual tenemos que estar de acuerdo todos. Un lenguaje fundamental en la vida pol¨ªtica, pero, por esa misma raz¨®n, obligado a ser riguroso y respetuoso", afirma Gonz¨¢lez Iglesias, poeta y profesor de Filolog¨ªa Latina en la Universidad de Salamanca. Se refiere a una caja de Pandora de la que no s¨®lo han salido t¨¦rminos negativos, sino tambi¨¦n aquellos que se manipulan, envenenan, tergiversan o se usan para cubrirlos de ambig¨¹edades o comparaciones inadmisibles.
Mentira, derribar, laico, despreciable, naci¨®n, disfraz, decencia, dictadura, canalla, fascismo, sospecha, nazi, rep¨²blica, revoluci¨®n, facha, honor, izquierda, bobo, demonizar, nauseabundo, libertad, triunfo, mon¨¢rquico, idiota, creyente, espa?ol, infame, derecha, vencidos.
Y un cat¨¢logo m¨¢s de sustantivos y adjetivos saqueados de un idioma socavado para ser utilizados en contextos inaceptables, de manera inapropiada o con una asombrosa ligereza, opina Luis Landero. Una situaci¨®n que, agrega el autor de novelas como Juegos de la edad tard¨ªa y El guitarrista, surge de un clima de injurias y descalificaciones permanentes "que han dado origen a un campo sem¨¢ntico donde todas las palabras se relacionan y suelen emparentar de manera inadecuada", lo que repercute en su desvalorizaci¨®n, porque se usan en vano y no son veros¨ªmiles ni cre¨ªbles.
Aparece as¨ª una especie de dalt¨®nicos de las palabras que todo lo trastoca y altera. Una desmesura que Eugenio Tr¨ªas atribuye "a la falta de cultura y a una utilizaci¨®n banal de t¨¦rminos que tienen un sentido preciso en su contexto, pero que fuera de ¨¦l lo ¨²nico que denota son carencias culturales y de educaci¨®n b¨¢sicas. ?Una ignorancia muy atrevida!".
Y aunque el argumento de algunos es que se trata, en muchos casos, de un habla popular, en sentido figurado, y que todos entienden, no es un aval para que pol¨ªticos y periodistas lo empleen; porque ellos funcionan como altavoces y es su obligaci¨®n velar por la cordura, el respeto al otro y al idioma y a la exactitud de lo que se dice, coinciden en opinar Tr¨ªas y Landero. Rechazan esta ret¨®rica envenenada de agravios e insultos.
Tristeza. Eso es lo que le produce a Ana Mar¨ªa Matute esta situaci¨®n que va en aumento. "Muestra la poca importancia que se da al uso de las palabras y del lenguaje. Debe pensarse m¨¢s lo que se dice", pide la autora de novelas como Olvidado Rey Gud¨². "No se puede decir todo de la manera como se est¨¢ haciendo. Hay que hacerlo con las palabras precisas, y el espa?ol tiene una para cada acci¨®n, sentimiento o momento. Es una pena que se est¨¦ destrozando una lengua tan bonita. Me siento muy inc¨®moda", insiste Matute, quien s¨®lo pide es una cosa: hablar con propiedad y sensibilidad.
Pero es pobreza la palabra m¨¢s citada por estos cinco intelectuales. Aseguran que lo que se vive desvela el poco bagaje de l¨¦xico y de im¨¢genes ingeniosas. "Los discursos de los pol¨ªticos son muy pobres desde todos los puntos de vista, empezando por el pensamiento cuya visi¨®n de las cosas empobrece el mensaje. Son unidimensionales. De parvulario. Y a un mensaje pobre corresponde una forma de expresarlo igual", dice Landero.
Y no es que ninguno de los entrevistados est¨¦ en contra del ingenio, la iron¨ªa, el humor, las met¨¢foras, el juego verbal y dem¨¢s recursos ling¨¹¨ªsticos. Lo lamentable, se queja Tr¨ªas, "es que proliferan los insultos m¨¢s banales y con menos carga informativa y cognitiva en todos los grupos pol¨ªticos. Insisten en querer ser ingeniosos pero no lo son en absoluto". El autor de Lo bello y lo siniestro y La pol¨ªtica y su sombra recuerda que un buen insulto es como un buen chiste, capaz de iluminar, pero "lo que aqu¨ª hay es un humor horroroso. Un espect¨¢culo mediocre".
Porque, recuerda Gonz¨¢lez Iglesias, en democracia la pol¨ªtica es esencial, pero lo que no es necesario es su actual lenguaje. A lo que hay que sumar, dice, la descalificaci¨®n a ultranza y la oquedad de t¨¦rminos, discurso y debate.
No hay duda de que es el tiempo en el que se desgastan los conceptos esenciales, reflexiona Claudio Guill¨¦n. "Es lo que un chulo llamaba la poligamia de las palabras. Chuler¨ªa que se explaya en el debate de los partidos pol¨ªticos, sobre todo en la mezquindad sistem¨¢tica de la oposici¨®n. Piensen en tres vocablos: cultura, identidad y naci¨®n. La cultura origina una promiscuidad terrible, desde su sentido m¨¢s ¨ªntimo y personal hasta el hispanocentrismo del ministerio y los usos y costumbres de los pap¨²es". Para el autor de Entre el saber y el conocer: moradas del estudio literario, "la identidad no es una cosa, no est¨¢ ah¨ª, siendo el objetivo virtual de un discurso de la identidad, encarado con la pluralidad de una sociedad. La naci¨®n tampoco es una cosa, sino una emoci¨®n neorrom¨¢ntica, que ciertas comunidades sienten o no sienten o proh¨ªben, pongo por caso, para una encuesta que me parece importante".
Todo eso tiene que ver con los matices de las palabras que tienen su propia historia en esta historia. Los han extraviado. Son los d¨ªas del blanco y negro que lo enmara?a todo. A cambio, se intentan forzar nuevos significados, acepciones, y ampliar las polisemias que crean significados inconcebibles porque no las pueden precisar, dice Gonz¨¢lez Iglesias, autor de poemarios como Esto es mi cuerpo y Un ¨¢ngulo me basta. Entonces, una queja-petici¨®n: "No puede ser que los pol¨ªticos custodien el lenguaje. Todo el mundo quiere saquearlo y quedarse con lo mejor, pero manipulado y tergiversado".
Repugnante, confundir, justicia, religi¨®n, capo, r¨¦gimen, confianza, rojo, cloaca, guerra, asqueroso, timo, genocida, imparcial, dem¨®crata, homosexual, inducci¨®n, viciado, identidad, embuste, dios, trama, milonga, vil, miedo, moral, falacia...
Son triqui?uelas y perversiones del lenguaje. "Porque el lenguaje no es inocente. Puede matar y es muy peligroso", advierte Landero. Es el prisma a trav¨¦s del cual se ve todo. "Y ahora se est¨¢ intentando socavarlo, sobre todo desde la derecha, y est¨¢n logrando su desgaste y abaratamiento".
Entonces, ?c¨®mo devolver la dignidad y el respeto a las palabras? ?c¨®mo no dar la espalda al rigor ling¨¹¨ªstico? "?Cultura, cultura y cultura, y educaci¨®n por parte de todos! De Gobierno y oposici¨®n. Porque la materia pendiente es el sector educativo y cultural", afirma Tr¨ªas. Por eso, agrega Gonz¨¢lez Iglesias, es importante que la sociedad vuelva a escuchar a sus intelectuales y escritores. Hay que empezar por una verdadera reforma educativa, dice Landero. "Es una manera de abandonar esa pobreza intelectual donde hay pol¨ªticos que s¨®lo muestran su cultura de revista y de libros de autoayuda. Si leyeran ser¨ªan mejores tah¨²res ling¨¹¨ªsticos".
Y sin necesidad de ir a los cl¨¢sicos. Incluso acerc¨¢ndose a autores contempor¨¢neos como Paul Auster, que en su ¨²ltima novela, Brooklyn Follies, aboga por el desamparo de las palabras cuando reprocha a uno de sus personajes: "Raro es el d¨ªa en que dice algo que no sean lugares comunes: todas esas frases manidas e ideas trilladas que saturan los vertederos del saber contempor¨¢neo".
Insidia, unidad, amoral, asesino, gentuza, compromiso...
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