La peor cara de Mao
La efigie del fundador de la Rep¨²blica Popular a¨²n preside la plaza de Tiananmen, en Pek¨ªn, pero su mito se tambalea dentro y fuera de China. Una biograf¨ªa realizada por la ling¨¹ista Jung Chang y su marido, el historiador Jon Halliday, muestra el lado oculto del Gran Timonel a los 30 a?os de su muerte.
"Mao Zedong, que durante d¨¦cadas ejerci¨® un poder absoluto sobre la cuarta parte de los habitantes de la Tierra, fue responsable de la muerte de m¨¢s de 70 millones de personas en tiempo de paz. De ning¨²n otro l¨ªder pol¨ªtico del siglo XX puede decirse tanto". Ni siquiera Hitler y Stalin llegaron a tanta barbarie. As¨ª empieza el libro Mao: La historia desconocida, escrito por la ling¨¹ista china Jung Chang (Yibin, 1952), en colaboraci¨®n con su marido, el historiador brit¨¢nico y experto en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, Jon Halliday. Es el resultado de 10 a?os de investigaci¨®n, basada en m¨¢s de 300 entrevistas, casi la mitad con personas del entorno de Mao; entre ellas, su hija y la viuda de su hijo mayor, as¨ª como con Gerald Ford, George Bush padre, Edward Heath, Santiago Carrillo, el Dalai Lama y Henry Kissinger -a quien por cierto no le ha gustado la obra por ser demasiado dura con el Gran Timonel-, y de material sacado de los archivos sovi¨¦ticos, albaneses y b¨²lgaros. No pudieron hacerlo con Richard Nixon, el presidente de Estados Unidos que estableci¨®, en 1973, relaciones diplom¨¢ticas con China, porque muri¨® poco antes de concertar un encuentro. "Cuando nosotros empezamos nuestro estudio, a principios de los noventa, est¨¢bamos en una posici¨®n muy buena. El pa¨ªs hab¨ªa vivido una d¨¦cada de desarrollo econ¨®mico y la gente estaba dispuesta a hablar y ayudarnos, y, al mismo tiempo, muchos de los contempor¨¢neos de Mao estaban todav¨ªa vivos. As¨ª que pudimos tener acceso sin precedentes a su c¨ªrculo y a algunos documentos. Creo que hemos sido capaces de desmontar muchos de los mitos", afirma la autora en su domicilio en el elegante barrio londinense de Notting Hill.
"?l fue periodista antes y sab¨ªa c¨®mo manipular a la prensa"
En la Larga Marcha ten¨ªa porteadores y le frotaban la espalda
"Nunca se inspir¨® en un emperador, sino en Stalin", dice Jung
El libro sali¨® la primavera del a?o pasado en Inglaterra. Estuvo durante un mes en el primer puesto entre los m¨¢s vendidos. Ha sido ya traducido en Alemania, Jap¨®n, Holanda, Dinamarca, Noruega y Portugal; est¨¢ previsto que lo sea en otros 20 pa¨ªses m¨¢s, y aparece este mes en Espa?a. En Estados Unidos, donde apareci¨® a principios de a?o, ha tenido, entre otros admiradores, al presidente George W. Bush. En China est¨¢ prohibido. Sin embargo, Jung Chang acaba de dar los ¨²ltimos retoques a una versi¨®n en mandar¨ªn que saldr¨¢ a mediados de abril en Taiwan y que ser¨¢ distribuida tambi¨¦n en Hong Kong.
Jung a?ora su pa¨ªs. Su madre contin¨²a viviendo all¨ª y la hija viaja peri¨®dicamente a visitarla. No tiene, en teor¨ªa, problemas. Obtuvo en 1978 una beca para estudiar en Inglaterra, donde se doctor¨® en Ling¨¹¨ªstica por la Universidad de York despu¨¦s de sufrir los rigores de la Revoluci¨®n Cultural (1966-1976). Fue una joven guardia roja durante un tiempo y trabaj¨® como "doctora descalza", metal¨²rgica y electricista mientras estudiaba lengua inglesa. Salt¨® a la fama en 1991 con la autobiograf¨ªa Cisnes salvajes (10 millones de ejemplares y traducida a 30 idiomas; en Espa?a, por editorial Circe, en 1993), una saga sobre las vicisitudes de su abuela, su madre y ella misma, hija de un ex alto funcionario del partido comunista que fue represaliado. La depuraci¨®n de su padre y la marginaci¨®n laboral de su madre se produjeron cuando ella ten¨ªa 14 a?os; le hizo gran mella, hasta el punto de escribir un peque?o escrito de perplejidad con el mao¨ªsmo. "En 1966 empec¨¦ a tener dudas, pero no pod¨ªa a¨²n traducirlas en palabras, s¨®lo sab¨ªa que no me gustaba todo eso, pero no estaba cuestionando a Mao. Y esa etapa continu¨® y avanz¨® durante ocho a?os, hasta que alguien me explic¨® qui¨¦n era Mao. En aquella ¨¦poca en China no ten¨ªamos informaci¨®n y viv¨ªamos aterrorizados, y la combinaci¨®n de estas cosas significaba que era extremadamente dif¨ªcil desafiar a Mao de una forma expl¨ªcita".
Mao: la historia desconocida desmonta por completo hagiograf¨ªas sobre esa figura humanista e idealista, preocupada por el campesinado, que pint¨® el americano Edgar Snow en 1938. "Los campesinos le eran indiferentes, los despreciaba", explica Jung. Se trata de la m¨¢s voluminosa obra biogr¨¢fica del l¨ªder chino publicada hasta la fecha y, sin duda, la m¨¢s controvertida. "Cuando iniciamos nuestra investigaci¨®n, part¨ª de la base de que, al provenir de una familia campesina, le importaban los campesinos. Pero cuando empec¨¦ a leer todos sus escritos, me di cuenta de que no mostraba ninguna compasi¨®n por ellos". El libro describe un personaje tirano, cruel -se ensa?¨® con el presidente Liu Shaoqi aplazando su ejecuci¨®n para que as¨ª sufriera m¨¢s; con el primer ministro Zhou Enlai, oblig¨¢ndole a retrasar su operaci¨®n de c¨¢ncer, y abandon¨® a su segunda mujer y sus hijos antes de la Larga Marcha (1934-35)-. Era ego¨ªsta, falto de escr¨²pulos, desconfiado hasta el extremo de tener siempre una puerta secreta all¨ª donde estuviera por miedo a ser asesinado, sin otra ideolog¨ªa que no fuera la de conservar el poder, sin aliados, desentendi¨¦ndose de designar un sucesor (muere en la m¨¢s completa inopia, manejado por su cuarta mujer, Jiang Qing, a la que no soportaba, y de la Banda de los Cuatro); re?ido con la m¨¢s m¨ªnima higiene corporal, y obsesionado por el sexo con muchachas j¨®venes, como ya aludi¨® su m¨¦dico personal, Zhisui Lui (The private life of chairman Mao. Chatto & Windus, 1994). Los autores rebajan la importancia de la Larga Marcha (niegan la existencia de la principal batalla), sostienen que el ¨¦xito fue debido a la condescendencia del caudillo nacionalista Chiang Kai-chek, para obtener as¨ª la liberaci¨®n de su hijo, secuestrado por Stalin; aseguran que se despreocup¨® de la ocupaci¨®n japonesa del pa¨ªs y que agudiz¨® la hambruna exportando a la Uni¨®n Sovi¨¦tica alimentos a cambio de material nuclear y equipo industrial. "Era absolutamente inmoral. Comenz¨® a decir cosas inaceptables cuando ten¨ªa 24 a?os, cosas que podr¨ªa haber dicho un man¨ªaco ego¨ªsta. En 1927, cuando ten¨ªa 34, empez¨® a ver verdaderas atrocidades y le gustaron", explica Jung.
El fundador de la Rep¨²blica Popular se comportaba como un d¨¦spota. En los trayectos durante la Larga Marcha dispon¨ªa de sus porteadores; le encantaba que un sirviente le frotara la espalda con una toalla caliente mientras le¨ªa un libro de poemas. El Gran Timonel era amante de la literatura china. En sus francachelas sexuales bromeaba y les hablaba a sus amigas de ¨®pera china, prohibida, de la que era un fan¨¢tico. "Mao nunca se inspir¨® en ning¨²n emperador chino, sino en Stalin. Era su mentor. ?l mismo lo confesaba. Ten¨ªa m¨¢s cosas en com¨²n con los gobernadores totalitarios del siglo XX que con los emperadores chinos. ?stos eran terribles, pero tambi¨¦n ben¨¦volos. No fue el caso de Mao, que hubiera sido el peor emperador, porque seg¨²n Confucio, que ¨¦l repudiaba, el pueblo debe obedecer al emperador, pero ¨¦ste debe preocuparse por sus s¨²bditos", afirma Jung.
Mao no se sent¨ªa comunista ni menos a¨²n se identificaba con el marxismo. "?l manifest¨® que no cre¨ªa en la Revoluci¨®n de Octubre, la revoluci¨®n sovi¨¦tica. Se convirti¨® al comunismo en 1920, cuando ten¨ªa casi 27 a?os. Y fue a parar al partido comunista porque estaba en el sitio adecuado en el momento adecuado y le dieron el trabajo adecuado, que fue estar en una tienda de libros que vend¨ªa literatura comunista. Y ¨¦l era pobre, quer¨ªa el trabajo y le gustaban los libros", agrega la escritora.
?Quiere decir que no era idealista?
Jung Chang. No. Ya en 1930 condenaba el concepto de igualdad. Pero en el partido comunista, desde 1927, trabajaba con el estalinismo. En la ¨¦poca en que Stalin enviaba gente a China para dirigir el Partido Comunista Chino, Mao se dio cuenta de que el estalinismo era lo suyo, le gustaba. Los rusos daban ¨®rdenes a los chinos comunistas como quemar y quemar; quemar las ciudades, quemar las casas, quemar a los campesinos y sus casas, y tambi¨¦n matar, matar y matar. ?sas eran las ¨®rdenes.
?Y ¨¦sa es la raz¨®n por la que le gustaba Stalin?
J. Ch. A ¨¦l le gustaba el estalinismo, el estalinismo estaba bien para ¨¦l, iba con ¨¦l, con su car¨¢cter.
Pero, entonces, ?dir¨ªa usted que Mao y Stalin, son parecidos?
J. Ch. Bueno, Jon sabe m¨¢s acerca de Stalin, de su car¨¢cter.
Jon Halliday. En cuanto al car¨¢cter, yo creo que Mao y Stalin ten¨ªan bastante en com¨²n. Pero ser¨ªa un error pensar que eran el mismo tipo de persona. Stalin no era un idealista, pero en cierto modo, cre¨ªa en el comunismo; Mao, no. Y por supuesto que tambi¨¦n est¨¢ el factor nacional, que es importante. Mao hab¨ªa le¨ªdo much¨ªsima literatura e historia china, pero no hab¨ªa le¨ªdo mucho en un sentido m¨¢s global. Sin embargo, ambos cre¨ªan que el secreto del sistema comunista se deb¨ªa a su propio talento y los dos eran muy buenos a la hora de manipular en secreto a un grupo peque?o de personas. Ninguno de los dos ten¨ªa el talento de un pol¨ªtico democr¨¢tico p¨²blico, no se les daba muy bien pronunciar discursos y ganarse a la gente de esa manera. Pero s¨ª los mecanismos que son clave para el comunismo; probablemente Mao era mejor con la propaganda que Stalin. Y por supuesto que ambos pod¨ªan ser encantadores cuando quer¨ªan serlo, a los dos se les daba bien tratar con l¨ªderes extranjeros, lo cual es extra?o teniendo en cuenta que trabajaban en sistemas muy secretistas.
?Por qu¨¦ han tenido que pasar 30 a?os para desmitificar al personaje en Occidente? Con Hitler y Stalin, no pas¨® tanto tiempo.
J. h. Siempre ha habido una especie de actitud reverencial hacia ¨¦l, desde el momento en que muri¨®. Muchos hombres de Estado, especialmente aquellos que le conocieron, se mostraban extremadamente respetuosos a la hora de hablar de ¨¦l y algunos siguen si¨¦ndolo. As¨ª que yo creo que hizo falta un poco de tiempo y un nuevo enfoque para darse cuenta de que es importante no ser tan respetuoso con esta gente. La generaci¨®n de pol¨ªticos como Nixon, Mitterrand y otros que tuvieron que tratar con ¨¦l, viajaron a China, le vieron. Lo hicieron para dar validez a su pol¨ªtica exterior, y la mayor¨ªa de ellos opinaba que era una buena persona para hacer tratos.
De acuerdo, pero ?qu¨¦ me dice de la conducta de la izquierda, del romanticismo que suscitaba en la juventud europea de los sesenta y setenta? ??ramos ignorantes de lo que estaba sucediendo?
J. h. La ignorancia es parte, sin duda. La gente de mi generaci¨®n ve¨ªa el comunismo y algunos realmente pensaban que Mao iba a liberalizar el comunismo de alguna manera. De las personas que yo conozco, ninguno de ellos sab¨ªa lo que estaba pasando en China, pero no hicieron ning¨²n esfuerzo para enterarse, ni se preguntaron cu¨¢nta gente hab¨ªa sido asesinada o enviada a los Gulag. Algunas de esas cosas no eran f¨¢ciles de saber, pero nadie se esforz¨® pese a que hab¨ªa algunas buenas fuentes, hab¨ªa libros escritos por gente de China, hab¨ªa gente que estudiaba la opresi¨®n en China, esto en los a?os sesenta y setenta. Pero la gente no sab¨ªa mucho y no se fijaba mucho tampoco, y algunos pensaron que Mao representaba algo que en realidad no representaba.
J. Ch. Yo creo que Mao era muy bueno a la hora de presentarse con una buena imagen. ?l fue periodista antes y sab¨ªa c¨®mo manipular a la prensa, en especial a la prensa internacional. Todos los d¨ªas le¨ªa la prensa. Se pasaba por lo menos dos horas diarias leyendo la prensa internacional y estaba bien informado y sab¨ªa c¨®mo crear una buena imagen. Y dentro de la Banda de los Cuatro, dos de sus miembros eran b¨¢sicamente escritores y su principal trabajo consist¨ªa en presentar las acciones de Mao con una visi¨®n ideol¨®gica. Y Mao se fij¨® en ellos y les ascendi¨® porque ten¨ªan esta cualidad y fueron capaces de disfrazar sus acciones horribles con un disfraz fant¨¢stico de ideolog¨ªa y esto enga?¨® a muchas personas. Y la gente pensaba que Mao estaba haciendo cosas muy buenas y a veces no entend¨ªan el porqu¨¦ de esto o de aquello de la propaganda comunista, pero asum¨ªan que siempre habr¨ªa una parte de las grandes ideas que no podr¨ªan ser entendidas. Y la gente se dej¨® enga?ar por Mao.
En su pa¨ªs, l¨®gicamente, la situaci¨®n era peor.
J. C.: S¨ª, claro, estaba peor informada. Los que ten¨ªan alg¨²n tipo de idea nueva eran aquellos que ten¨ªan acceso a la informaci¨®n del exterior, y me puedo poner a m¨ª misma como ejemplo. Yo nac¨ª en 1952 y crec¨ª en la China mao¨ªsta. Mao era nuestro Dios, le ador¨¢bamos; ¨¦se era el lavado de cerebro que hab¨ªamos sufrido. Y despu¨¦s empez¨® la Revoluci¨®n Cultural y empezaron a pasar un mont¨®n de cosas horribles, y fue entonces cuando empec¨¦ a cuestionarme el r¨¦gimen. Yo pensaba que si esto era el para¨ªso, entonces, ?qu¨¦ ser¨ªa el infierno? Pero, a¨²n as¨ª, no pod¨ªa cuestionar a Mao. Incluso culpaba a su mujer (Jiang Qing) y a la gente que estaba a su alrededor durante la ¨²ltima parte de la Revoluci¨®n Cultural. Y nunca podr¨ªa haber cuestionado a Mao hasta 1974, ocho a?os despu¨¦s de que empezara la Revoluci¨®n Cultural y ocho a?os despu¨¦s de que mi fe en ¨¦l empezara a desaparecer. Consegu¨ª un n¨²mero de Newsweek en ingl¨¦s, para entonces yo hab¨ªa aprendido un poquito de ingl¨¦s, y hab¨ªa unas fotos peque?as de Mao y su mujer y el pie de foto dec¨ªa: "La se?ora Mao es los ojos, los o¨ªdos y la boca de Mao". Y eso abri¨® mi mente y me empec¨¦ a dar cuenta de que, por supuesto, ¨¦l era responsable de todas las cosas horribles que pasaron en la Revoluci¨®n Cultural y su mujer no era culpable en absoluto, su mujer era su instrumento.
"Ten¨ªa tanto miedo a ser derrocado y asesinado que ofreci¨® un trato a la oposici¨®n liderada por Deng Xiaoping y les dijo: "S¨¦ cu¨¢nto odi¨¢is a Jiang Qing", porque Mao sab¨ªa que Jiang Qing estaba llena de veneno. Ella hizo cosas terribles para ¨¦l durante la Revoluci¨®n Cultural y todo el mundo la odiaba. Y Mao les dijo a los generales: pod¨¦is hacer lo que quer¨¢is con ella siempre que a m¨ª me dej¨¦is morir en mi cama. Esto demuestra cu¨¢nto tem¨ªa por su vida", opina la autora en otro momento de la conversaci¨®n. Jung Chang tiene un buen concepto de Deng Xiaoping, pese a su responsabilidad directa en la dura represi¨®n de las protestas estudiantiles de Tiananmen, en 1989. Sostiene, sin embargo, que el l¨ªder reformista no se atrevi¨® al final a proceder a la desmaoizaci¨®n del pa¨ªs. "Cuando Mao muri¨® y la Revoluci¨®n Cultural termin¨®, a finales de los a?os setenta y principios de los ochenta, hubo una oportunidad de oro para acabar con el mao¨ªsmo. Hab¨ªa un pa¨ªs entero que quer¨ªa librarse de su legado y del mandato comunista y llevar el pa¨ªs de una forma totalmente diferente".
El r¨¦gimen sigue sin hacer una revisi¨®n cr¨ªtica de lo que sucedi¨® en Tiananmen.
J. Ch. S¨ª, sin duda debe hacerlo pero m¨¢s importante es revisar a Mao, porque lo que pas¨® en Tiananmen es un residuo del mandato de Mao. El d¨ªa que el retrato de Mao sea retirado de la plaza de Tiananmen, ¨¦se ser¨¢ el d¨ªa en que China empiece a cambiar de verdad.
?Qu¨¦ queda del mao¨ªsmo en la China de hoy? ?Cu¨¢nto puede durar la dictadura?
J. h. Puede durar 20 a?os, o 25, no lo s¨¦. Yo creo que el principal legado del mao¨ªsmo es el monopolio del poder pol¨ªtico. Y eso coincide con un tema muy fuerte en el comunismo y el mao¨ªsmo, y es que no puede haber ¨¦tica, c¨®digo moral independiente aparte del que establece el partido. El partido comunista no permite que existan otros partidos u organizaciones para competir por el poder y cuestionar la pol¨ªtica que se est¨¢ llevando a cabo y que se idea en secreto. Pero me temo que ese monopolio puede durar. Creo que lo que est¨¢n intentando construir ahora es algo como el PRI en M¨¦xico, y en cierto modo lo est¨¢n consiguiendo.
El ep¨ªlogo del libro reza as¨ª: "En la actualidad, el retrato de Mao y su cad¨¢ver siguen presidiendo la plaza de Tiananmen, situada en el centro de la capital china. El r¨¦gimen comunista actual se declara heredero de Mao y se esfuerza afanosamente por perpetuar su mito". "Yo quiero ser optimista", sentencia la autora de Cisnes salvajes. "Tarde o temprano tendr¨¢n que abrirse. Muchas otras dictaduras, entre ellas Indonesia, Taiwan, Corea del Sur, han ido por ese camino; as¨ª que yo creo que en el futuro ocurrir¨¢ tambi¨¦n en mi pa¨ªs".
El libro 'La vida privada de Mao' sale a la venta en Espa?a, publicado por Taurus, el pr¨®ximo 19 de abril.

Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.