Blair ante el mundo
?C¨®mo juzgar¨¢ la historia al primer ministro brit¨¢nico?
Cuando Tony Blair se retire -?en mayo de 2007, por ejemplo?-, los medios de comunicaci¨®n mundiales se llenar¨¢n de valoraciones instant¨¢neas sobre su legado en pol¨ªtica exterior. El primer ministro parece estar adelant¨¢ndose a ese momento y est¨¢ haciendo sus propias valoraciones en una serie de discursos que comenzaron con la conferencia sobre Gran Breta?a y Europa pronunciada el mes pasado en el Centro de Estudios Europeos y prosiguieron con nada menos que tres discursos sobre pol¨ªtica exterior, dos de ellos en las dos ¨²ltimas semanas, uno en Londres y otro en Canberra. Aunque sus intervenciones terminan siempre con una agenda para el futuro, tienen un fuerte sabor retrospectivo, justificativo y, a veces, incluso eleg¨ªaco, tal vez incluso m¨¢s de lo que el propio Blair es consciente. En realidad, con unos cuantos cambios relativamente menores, son palabras que podr¨ªa pronunciar cualquier primer ministro en el Fondo Econ¨®mico Mundial de Davos o en cualquier cita del circuito de conferencias que frecuentan los estadistas retirados, donde podr¨ªa compartir el estrado con Bill Clinton, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar o John Major. O, a partir de 2009, con George W. Bush.
El ex ministro Hurd hizo una cr¨ªtica breve y demoledora de la intervenci¨®n en Irak, que, afirm¨®, ha creado terroristas que antes no exist¨ªan
Me parece que, cuando haya pasado esta tormenta, la posici¨®n de Gran Breta?a en Europa ser¨¢ mejor de lo que era en el a?o 1997
Blair expuso la semana pasada unos argumentos realmente progresistas y sutiles sobre las ra¨ªces del terrorismo 'yihadista' y las maneras de hacerle frente
Como es natural, estas valoraciones -o, en este caso, pre-valoraciones- instant¨¢neas tienen algo de absurdas. En momentos as¨ª, los venerables hombres de Estado citan siempre la respuesta de Chu En Lai cuando le preguntaron su opini¨®n sobre la Revoluci¨®n Francesa: "Todav¨ªa es pronto para hablar". Agradecer¨ªa que alg¨²n lector sea capaz de indicarme una fuente fiable y de primera mano para esta famosa cita, porque no estoy nada convencido de que Chu En Lai dijera verdaderamente esa frase. No importa: la raz¨®n por la que la gente cita sin cesar ese tipo de frases es que, incluso aunque la persona a la que se la atribuyen nunca las dijera, tenemos la sensaci¨®n de que alguien deber¨ªa haberlo hecho, porque expresan verdades importantes.
Prever las consecuencias
Para hacer una valoraci¨®n ponderada y duradera de un acontecimiento hist¨®rico, hay que ser consciente de las consecuencias, pero esas consecuencias (tanto las previstas como las imprevistas) pueden no conocerse hasta d¨¦cadas o incluso siglos despu¨¦s. Y, cuanto mayor sea la figura o el acontecimiento, mayor tiene que ser el plazo (1989 cambi¨® nuestra concepci¨®n de 1789). Pero ninguno de esos factores ha impedido jam¨¢s que alguien lo intentara. Ni tendr¨ªa por qu¨¦. Porque, aunque algunas cosas (por ejemplo, las consecuencias) s¨®lo se pueden ver como es debido desde la distancia, otras (por ejemplo, los motivos), muchas veces, se pueden ver mejor desde cerca. Y, en cualquier caso, es una forma de entretenerse.
Juguemos a adivinar, pues. ?C¨®mo juzgar¨¢ la historia -ese viejo mu?eco de ventr¨ªlocuo- el legado de Blair en pol¨ªtica exterior? Cuando se retire, ?dejar¨¢n ¨¦l y sus Gobiernos a Gran Breta?a en mejor posici¨®n y con mejor nombre en el mundo? Mi opini¨®n preliminar es que merece esa valoraci¨®n, pero que no creo que sea as¨ª, por un solo motivo: Irak. Si quitamos Irak, estoy seguro de que la trayectoria del Gobierno de Blair en pol¨ªtica exterior ser¨ªa tremendamente positiva. Si quitamos Irak, muchos de los que ahora se sienten profundamente hostiles o c¨ªnicos respecto a la pol¨ªtica exterior brit¨¢nica tendr¨ªan una opini¨®n m¨¢s o menos favorable sobre ella. Entre ellos, muchos europeos continentales que, hasta que empez¨® la guerra de Irak, ten¨ªan una imagen muy positiva de la Gran Breta?a de Blair. (En un sondeo reciente de Mori, el 29% de los alemanes ofrec¨ªa la "pol¨ªtica exterior" como una de las razones por las que ten¨ªan una opini¨®n desfavorable de Gran Breta?a). Entre ellos, muchos musulmanes, incluidos los musulmanes brit¨¢nicos, que, hasta 2003, reconoc¨ªan a Blair el m¨¦rito de haber abordado de manera positiva el multiculturalismo, haber intervenido para defender a los musulmanes albaneses contra los serbios cristianos en Kosovo y haber intentado obtener un Estado viable para los palestinos. Entre ellos, tambi¨¦n, los canadienses, australianos y estadounidenses progresistas, para quienes Blair era, hasta Irak, una especie de h¨¦roe.
Desde luego, deber¨ªamos mostrar la misma prudencia que se atribuye a Chu En Lai y esperar a ver qu¨¦ ocurre en Irak. Pero, si se tiene en cuenta en qu¨¦ estado se encuentra ese pa¨ªs en la actualidad, tres a?os despu¨¦s, la probabilidad de que pueda mejorar tanto como para convencer a esos cientos de millones de antiguos admiradores de Blair desencantados de que cambien su postura sobre la invasi¨®n es aproximadamente del 0,001%. Quiz¨¢ esos ex admiradores son injustos, pero, como bien sabe el primer ministro, la pol¨ªtica es injusta, y se basa en gran medida en apariencias y percepciones.
Los problemas de Irak ensombrecen y envenenan el resto de la agenda exterior de Blair. En el primero de sus tres discursos sobre este tema, pronunciado la semana pasada en la sede de Reuters en Londres, expuso unos argumentos realmente sutiles y progresistas sobre las ra¨ªces del terrorismo yihadista y las maneras de hacerle frente. Fueron unas palabras de una matizaci¨®n y una profundidad muy superior a la estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos, sin la menor duda. Pero, claro est¨¢, ten¨ªa que introducir su defensa de Irak.
Da la casualidad de que la persona que presid¨ªa la sesi¨®n, un hombre fiel a Blair, concedi¨® la ¨²ltima palabra en el p¨²blico a Douglas Hurd, antiguo ministro brit¨¢nico de Exteriores. "Con el m¨¢ximo respeto hacia su persona y su cargo", comenz¨® lord Hurd: era evidente que a continuaci¨®n iba a arremeter contra ¨¦l. Hizo una cr¨ªtica breve y demoledora de la intervenci¨®n en Irak, que, afirm¨®, ha creado terroristas que antes no exist¨ªan. El primer ministro, claramente hundido en el agua por aquel misil Exocet de la sem¨¢ntica, y terriblemente escorado, estuvo poco convincente a la hora de responder. Al tratar de justificar Irak con arreglo a los principios de su hist¨®rico discurso de 1999 en Chicago sobre la intervenci¨®n humanitaria, al colocar a Irak en la misma categor¨ªa que la participaci¨®n brit¨¢nica en Afganist¨¢n, Sierra Leona y Kosovo, Tony Blair no refuerza los argumentos en favor de la guerra de Irak; simplemente empa?a los motivos que explican las intervenciones anteriores, innovadoras, valientes y justificadas.
La sombra de Irak
Pero eso no es m¨¢s que una parte del da?o. Irak ensombrece todo el resto de la pol¨ªtica exterior brit¨¢nica, que, en muchos aspectos, es admirable. Desde la defensa de la intervenci¨®n humanitaria hasta sus esfuerzos para centrar la atenci¨®n del G-8 en el cambio clim¨¢tico y ?frica, desde su apoyo a la reforma econ¨®mica en Europa hasta su amplio programa para afrontar el desaf¨ªo de la globalizaci¨®n, muchas de las cosas que Tony Blair dice y trata de hacer en pol¨ªtica exterior son acertadas y est¨¢n bien dichas. Uno puede objetar que, como en el caso de Clinton, lo pr¨¢ctico se queda muy rezagado respecto a la ret¨®rica vertiginosa, pero ¨¦sa es una cr¨ªtica mucho m¨¢s injusta en pol¨ªtica exterior que en pol¨ªtica nacional. Para influir verdaderamente en el extranjero, hay que convencer a los aliados y a los grandes organismos internacionales, como la UE, el G-8, la OMC o la ONU, y eso lleva tiempo. Claro que me gustar¨ªa que se hubiera enfrentado a la prensa euroesc¨¦ptica y hubiera librado la Batalla de Gran Breta?a en Europa. Pero me parece que, cuando haya pasado la tormenta, la posici¨®n de Gran Breta?a en Europa ser¨¢ mejor de lo que era en 1997. Y lo ser¨ªa tambi¨¦n en el mundo, si no fuera por Irak.
El ministerio brit¨¢nico de Exteriores, el Foreign Office, acaba de editar la segunda edici¨®n de su informe sobre Prioridades internacionales del Reino Unido, un trabajo que realiz¨® por primera vez hace tres a?os. No s¨®lo es un l¨²cido an¨¢lisis del mundo en el que vivimos, sino una descripci¨®n objetiva y apasionante del papel que desempe?a Gran Breta?a. En este documento, como en muchos discursos de Blair, veo el rostro de un pa¨ªs del que puedo estar orgulloso: m¨¢s moderno, m¨¢s progresista, m¨¢s internacionalista y m¨¢s humanitario que hace una d¨¦cada. Ojal¨¢ no estuviera Irak, que oculta ese rostro con un pasamonta?as negro.
Traducci¨®n de M. L. Rodr¨ªguez Tapia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.