Dos atracadores se rinden tras tomar rehenes
Los delincuentes depusieron las armas a las tres horas del golpe, gracias a la intervenci¨®n de un mediador de la polic¨ªa
Dos delincuentes armados con pistolas retuvieron ayer durante tres horas a 11 empleados y clientes de una sucursal del BBVA en Vallecas, a la que hab¨ªan entrado a las 14.14 para hacer un atraco r¨¢pido y limpio. Los asaltantes, ambos espa?oles y reci¨¦n salidos de prisi¨®n, intentaron hasta el ¨²ltimo momento largarse con el dinero. Incluso pidieron a la polic¨ªa un coche lleno de gasolina para huir. Un mediador policial entabl¨® negociaciones con los asaltantes, a quienes convenci¨® de que no ten¨ªan escapatoria y de que lo mejor para ellos era soltar sin da?o a los retenidos y entregarse antes de que el atraco empeorara. Los rehenes fueron liberados de forma progresiva y, a las 17.18, los atracadores salieron escoltados por el negociador. Todo sin un solo tiro.
La sucursal del BBVA del n¨²mero 83 de la avenida de la Albufera, a tiro de piedra del campo del Rayo Vallecano, estuvo todo el d¨ªa de ayer llena de jubilados. Era el d¨ªa de cobro de la pensi¨®n y por eso estaban de servicio dos de los cajeros. La oficina es di¨¢fana y tiene dos despachos. Una de las rehenes, una mujer que se identific¨® como Paqui, relat¨® que algo antes de las 14.10 ella estaba en la cola de la ventanilla de cobros y pagos. "Los atracadores ya estaban dentro", recordaba en el umbral de la perfumer¨ªa Conrado Mart¨ªn, convertida durante el atraco en centro de operaciones policial y lugar de primera acogida y atenci¨®n a los rehenes que iban siendo liberados.
"Eran dos: uno rubio y m¨¢s alto y otro m¨¢s bajito, que iba con peluca morena y gafas de sol", recordaba Paqui. "Yo al que vi mejor fue al rubio, porque estaba delante de m¨ª en la cola y dejaba pasar a la gente. El otro estaba disimulando". Los atracadores estaban esperando a que se despejara la entidad, pero la gente segu¨ªa dentro. Incluso en esos momentos entr¨® el cartero de la zona, Juan Manuel, a recoger una valija. El rubio fue el primero en sacar el arma y en lanzar el grito al uso: "Esto es un atraco. Venga, m¨¦tanse todos en ese despacho".
Inicialmente, los asaltantes enca?onaron a los empleados y clientes, pero, tras encerrarlos en uno de los despachos y desposeerlos de sus tel¨¦fonos m¨®viles, bajaron sus armas. S¨®lo se llevaron al director de la sucursal para que les abriera la caja. Los atracadores sacaron sus armas a las 14.14, justo cuando una empleada hablaba por tel¨¦fono con un cliente, al que le dijo que estaban sufriendo un atraco. Ese cliente llam¨® a la polic¨ªa al mismo tiempo que un viandante comunicaba a la sala del 091 que le hab¨ªa parecido ver a un pistolero a trav¨¦s de los cristales de la entidad.
Cerco policial
S¨®lo hab¨ªan pasado unos minutos cuando lleg¨® el primer patrullero policial. "Ahora s¨ª que la hab¨¦is cagado", grit¨® al ver a los agentes el m¨¢s bajito y en¨¦rgico de los atracadores, el que, seg¨²n Paqui y el cartero Juan Manuel llevaba la voz cantante. "Entonces pasamos miedo", recordaba Paqui, que estaba dentro con su marido y un hijo.
El incidente provoc¨® un ataque de nerviosismo en una de las clientes del banco. Los atracadores pidieron a dos de los empleados que la cogieran de las axilas y la sacaran a la calle, tomada por la polic¨ªa y cortada. Los tres quedaron libres. Ya quedaban nueve rehenes. Uno de los atracadores, seg¨²n los cautivos, era m¨¢s razonable. "Todo el rato nos dec¨ªa 'tranquilos, que s¨®lo queremos el dinero' y 'perd¨®nennos, lo ¨²nico que quer¨ªamos era el dinero y largarnos cuanto antes, pero la situaci¨®n se ha complicado", relataba el cartero. "El otro estaba m¨¢s nervioso, actuaba con mucha m¨¢s energ¨ªa... Daba m¨¢s miedo", contaba Paqui.
La polic¨ªa cerc¨® la zona. La oficina estaba rodeada, un helic¨®ptero controlaba desde el aire, los agentes de subsuelo revisaban las alcantarillas por si hab¨ªa alguna v¨ªa de escape... La zona se pobl¨® de ambulancias. Entonces, son¨® el tel¨¦fono en la oficina. Era Dionisio Mart¨ªn, un agente de la Brigada Provincial de Polic¨ªa Judicial especializado en negociar en casos de atracos con rehenes.
Los asaltantes, muy nerviosos, pidieron que se les despejara la calle, que les pusieran en la puerta un coche blindado y de gran cilindrada, con el dep¨®sito lleno de gasolina, y que les permitieran huir con uno de los rehenes. Tambi¨¦n pidieron unas botellas de agua y una cajetilla de Malboro.
El negociador comenz¨® su trabajo de mediaci¨®n. "Lo que ha hecho es un trabajo muy t¨¦cnico y muy profesional", dec¨ªa el jefe superior de Polic¨ªa de Madrid, el comisario Enrique Bar¨®n, que permaneci¨® durante todo el incidente en la perfumer¨ªa Conrado Mart¨ªn.
Las negociaciones fueron dando resultado. Primero sali¨® Paqui. Luego, a las 15.45, el cartero. "Uno de los atracadores acababa de hablar por tel¨¦fono cuando me dijo: 'El cartero, fuera'. Yo les ped¨ª que se fueran dos de las chicas, pero ellos me dijeron 'no, no, fuera' y me sal¨ª", relat¨® el empleado de Correos, muy conocido en el barrio, cuya oficina est¨¢ apenas varios n¨²meros m¨¢s abajo de la avenida de la Albufera. En ese momento, agentes del Grupo Especial de Operaciones (GEO) hab¨ªan tomado posiciones y sustituido a sus compa?eros de la Unidad de Intervenci¨®n Policial (UIP) que estaban apostados en una sucursal del BBK (Bilbo-Bizkaya Kutxa).
Una mujer dej¨® la oficina del BBVA a las 16.16 y otras dos lo hicieron a las 16.32. Pero la negociaci¨®n no hab¨ªa concluido y quedaba la parte m¨¢s dif¨ªcil: el cara a cara entre mediador y atracadores. El mediador, vestido con camisa amarilla clara y pantal¨®n azul, se situ¨® en la puerta de la entidad a las 16.42. "?Atr¨¢s, atr¨¢s, quedaros atr¨¢s!", se le oy¨® gritar a sus compa?eros. Con las manos en alto, mantuvo un breve di¨¢logo a trav¨¦s de la puerta. Se sac¨® la camisa, dej¨® ver los tobillos y los gemelos a los atracadores, se gir¨® dos veces sobre s¨ª mismo y entr¨®. Los asaltantes hab¨ªan comprobado que no llevaba armas ni transmisores.
El mediador sali¨® 17 minutos despu¨¦s con un reh¨¦n, al que llevaba asido del hombro derecho. A las 17.11 volvi¨® al interior con dos mantas en las manos: una de color pistacho y otra de color arena. El silencio en la calle, habitualmente rugiente por el tr¨¢fico y el paso de viandantes, era sepulcral.
Los dos ¨²ltimos rehenes abandonaron la sucursal a las 17.14, pero el mediador segu¨ªa dentro. La puerta volvi¨® a abrirse a las 17.18. El mediador llevaba del hombro a uno de los atracadores, que cubr¨ªa su rostro con un manta. Los agentes que rodeaban la oficina fueron a echarse encima, pero el negociador los fren¨®: "?Quietos ah¨ª, quietos, esperad!", grit¨® a sus compa?eros, que dieron un paso atr¨¢s. Entonces sali¨® el segundo atracador.
Sin dejar de enca?onarlos, la polic¨ªa los tumb¨® en el suelo, los espos¨®, descubri¨® sus rostros y, en un suspiro, se los llev¨®. Los asaltantes son Julio Mart¨ªn Cordob¨¦s, de 31 a?os, con un antecedente por atraco, y Miguel ?ngel Sanguino Arriero, de 42, con cinco antecedentes de robo con violencia, otro de robo con fuerza y uno de lesiones. ?ste ¨²ltimo era investigado por su supuesta implicaci¨®n en las ¨²ltimas semanas en otros cinco atracos en Madrid. No hubo disparos ni heridos. S¨®lo muchos nervios.
"Uno era muy amable, pero el otro se puso muy nervioso"
"Pap¨¢, ahora te llamo". Juan Manuel dej¨® colgado al tel¨¦fono a su padre, que lo hab¨ªa llamado al m¨®vil al enterarse por la radio y la televisi¨®n de que su hijo hab¨ªa salido indemne del atraco con rehenes de la avenida de la Albufera. El cartero, vestido con la camisa amarilla de Correos y un chaleco azul, relat¨® c¨®mo uno de los atracadores parec¨ªa m¨¢s amable y tranquilo mientras el otro, a cada minuto que pasaba, iba perdiendo los nervios. ?Pas¨® miedo? "Hombre, te pones a pensar en lo que te puede pasar y, claro", confesaba.
El atracador amable, seg¨²n Juan Manuel y Paqui, en todo momento les dec¨ªa que "no quer¨ªan problemas". "Nos dec¨ªa 'de verdad, hemos venido s¨®lo a por el dinero y no vamos a hacerle da?o a nadie", explicaba Paqui. Pero el atracador que la reh¨¦n describi¨® como "el moreno bajito y con peluca" era "mucho m¨¢s agresivo".
Los cautivos se pusieron especialmente nerviosos cuando escucharon c¨®mo uno de los atracadores hac¨ªa a trav¨¦s del tel¨¦fono una petici¨®n a la polic¨ªa. "Pidieron droga, agua y tabaco". Sin embargo, ninguno de los testigos crey¨® que los atracadores tuviera mono [s¨ªndrome de abstinen-cia]. Los atracadores en ning¨²n momento insultaron, maltrataron o golpearon a los clientes y empleados del banco. Es m¨¢s, salvo los primeros minutos del atraco, tampoco los mantuvieron enca?o-nados con sus respectivas armas.
Los m¨¦dicos del servicio de urgencias Samur desplazados a la zona confirmaron que ninguno de los retenidos necesit¨® cura alguna, aunque s¨ª atenci¨®n psicol¨®gica, debido al estado de nervios. De hecho, las tres ¨²ltimas mujeres que dejaron la sucursal salieron a la carrera, sin tomar la precauci¨®n de levantar las manos.
"El bajito se iba poniendo cada vez m¨¢s nervioso, pero el otro era m¨¢s amable y estuvo todo el rato m¨¢s tranquilo". El momento de m¨¢s miedo fue cuando el atracador vio llegar a la polic¨ªa. "?l pens¨® que alguien hab¨ªa avisado desde dentro... pero no hab¨ªa llamado nadie", explic¨® Paqui, a¨²n visiblemente afectada por la situaci¨®n que acababa de vivir y aferrada a su bolso. "A partir de entonces se fue poniendo cada vez m¨¢s nervioso, pero el otro segu¨ªa tranquilo y nos dec¨ªa constantemente que ellos no quer¨ªan problemas de ning¨²n tipo".
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