Neg-ocio
Lo que se afinc¨® en Marbella, mucho antes de que Gil y Gil incorporara a la ciudad su estilo de depredador sin maneras y su populismo a lo Berlusconi pero en zampabollos, fue el embri¨®n de una anomal¨ªa propia de nuestro tiempo: la Cultura del Ocio. Marbella, cuando empezaron a explotarla Hohenlohe y compa?¨ªa, no era m¨¢s que el bell¨ªsimo lugar paradis¨ªaco en donde la jet set adquir¨ªa parcelas y ocupaba hoteles, y a donde iba a parar tambi¨¦n el puter¨ªo internacional que ocupaba las noches de lo que empezaba a llamarse discotecas. ?nanle unos cuantos jeques de Arabia y el resultado ser¨¢ un parque tem¨¢tico dedicado al placer y al ocio de los m¨¢s afortunados; de las migajas que ca¨ªan de sus bolsillos empez¨® a vivir un pueblo que sufr¨ªa la tragedia de vivir en un lugar demasiado privilegiado como para que lo dejaran en paz.
Su relativo aislamiento favoreci¨® el crecimiento de sorprendentes negocios: multitud de consultas m¨¦dicas privadas de lujo en donde apenas hay hospitales p¨²blicos, locales nocturnos regentados por sementales y arist¨®cratas en desuso y, desde luego, golf. La llegada del hoy difunto Gil -creador de escuela- supuso una puesta al d¨ªa ¨¦tica y est¨¦tica. A las so?adoras mansiones cuyos c¨¦spedes se deslizaban hasta la playa se a?adi¨® el choque brutal de la ciudad destrozada por la codicia constructora. Gil reparti¨® unas cuantas viviendas para gente modesta, limpi¨® la ciudad de melenudos y putas (las baratas), mont¨® una polic¨ªa pretoriana, se hizo dedicar unos cuantos monumentos, y aquello se convirti¨®, definitivamente, en el peor lugar para quienes no estaban de acuerdo.
S¨¦ de unos cuantos marbell¨ªes, de nacimiento o de coraz¨®n, que al fin respiran. Salud, amigos.
Pero la idea all¨ª engendrada sigue potente: el ocio como negocio inmobiliario. Un frankenstein creado a fuerza de unir centros comerciales, parques acu¨¢ticos, hoteles tem¨¢ticos, campos de golf, complejos donde practicar aventuras deportivas, piscinas con cascadas y nen¨²fares, balnearios seudocient¨ªficos, institutos de belleza y col¨¢geno, discotecas de tama?o monstruoso y restaurantes ex¨®ticos. Marina d'Or Golf, en la localidad llamada Oropesa, es el nuevo monstruo.
Qu¨¦ de ajetreos, se?or juez.
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