Recuperaci¨®n de Judas
Los primeros siglos de la era cristiana fueron de intensa producci¨®n de lo que la posteridad ha consagrado con el nombre de evangelios, textos presentados como trasuntos de la palabra y los sucedidos de la vida de Cristo. El cristianismo, aun con diferencias de algo m¨¢s que matiz entre sus diversas expresiones, s¨®lo ha retenido como aut¨¦nticos los conocidos por la autor¨ªa atribuida a Mateo, Lucas, Marcos y Juan. Fueron los cuatro que ganaron la batalla intelectual y pol¨ªtica a los autores llamados gn¨®sticos por la interpretaci¨®n del mensaje de Jesucristo.
No ha de extra?ar por ello que en el ¨²ltimo medio siglo haya menudeado el descubrimiento de c¨®dices que contengan fragmentos de nuevos textos, de los que el ¨²ltimo es un llamado Evangelio de Judas, hallado hace ya algunas d¨¦cadas, pero que s¨®lo ahora se ha transcrito y puesto al alcance de los medios gracias a National Geographic. Se trata del equivalente en papiro de 26 p¨¢ginas de un texto en copto -la lengua de los cristianos de Egipto, donde se hizo el hallazgo- que data de los siglos III o IV. Ese evangelio presenta la indudable originalidad de constituir toda una reivindicaci¨®n del traidor por antonomasia de la ex¨¦gesis cristiana. En esta versi¨®n, Iscariote es el disc¨ªpulo m¨¢s querido de Jes¨²s, a quien ¨¦ste dice que ser¨¢ "mejor que todos los dem¨¢s", implicando con ello que fue elegido para venderle con plena conciencia de que su acto entraba en un plan divino y alertando a Judas de que por ello ser¨ªa maldecido "durante siglos".
Curiosa apolog¨ªa de la traici¨®n como sacrificio, decidido de antemano, en pos de un bien superior. En todo caso, el mundo que conocemos sigue tom¨¢ndose su tiempo -m¨¢s de 20 siglos- para decidir qui¨¦n fue en realidad Jes¨²s de Galilea; y, presumiblemente, Judas Iscariote seguir¨¢ perdurando como sin¨®nimo de traici¨®n a cambio de unas monedas de oro.
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