Arrestos para la pr¨®xima batalla
Si usted piensa que la batalla del Estatuto toca a su fin, y que todo se acabar¨¢ a mediados de junio con el refer¨¦ndum en Catalu?a, se equivoca. La confrontaci¨®n continuar¨¢, aunque con nuevas y posiblemente m¨¢s agudas controversias. Es ley de vida; de la vida de la Espa?a plural que nos hemos inventado con la Constituci¨®n democr¨¢tica de 1978. Y no nos deber¨ªa asustar.
Lo que s¨ª puede estar disminuyendo (aunque s¨®lo sea moment¨¢neamente) es la batalla de las pasiones pol¨ªticas, centrada en la rivalidad entre identidades nacionales y en los discursos grandilocuentes y ret¨®ricos sobre grandes conceptos pol¨ªticos. Pero despu¨¦s, a partir de septiembre, se iniciar¨¢ la batalla de los intereses. Y, de nuevo, arder¨¢ Troya. Me explico.
Habr¨¢ que convencer al resto de espa?oles de que no se discute la solidaridad ni la igualdad de derechos, sino el igualitarismo en la distribuci¨®n de recursos
Como no pod¨ªa ser de otra forma, la decisi¨®n de Pasqual Maragall de cambiar la forma de entenderse con el resto de Espa?a que hab¨ªa mantenido Jordi Pujol durante los 25 a?os anteriores, abri¨® un periodo de excesos, temores, amenazas y contra-amenazas. La raz¨®n es que la transparencia crea m¨¢s conflicto y ruido que la opacidad.
Pujol siempre fue partidario de la estrategia del peix al cova, de negociar partida a partida y con cierta opacidad, con los gobiernos de Madrid y con la Administraci¨®n central, metiendo en el cesto del presupuesto y de las competencias de la Generalitat la pesca conseguida en cada negociaci¨®n, sin poner en ning¨²n momento en cuesti¨®n el marco estatutario y constitucional.
Por el contrario, Maragall rechaza esa relaci¨®n, por pedig¨¹e?a y poco adecuada para una democracia moderna. Quiere buscar una m¨¢s transparente, que considera m¨¢s digna. Pero esta relaci¨®n m¨¢s abierta y n¨ªtida no es necesariamente menos conflictiva. Puede, como as¨ª ha sido, aumentar el conflicto y el ruido pol¨ªtico.
Posiblemente este efecto haya sorprendido al propio Maragall. Como no tiene objetivos ocultos en relaci¨®n con la unidad pol¨ªtica de Espa?a, crey¨® que sus propuestas no crear¨ªan grandes recelos. Pero no fue as¨ª. En el camino, han quedado, ca¨ªdos o malheridos, amigos y aliados. Por otro lado, muchos espa?oles perciben el catalanismo espa?olista de Maragall como m¨¢s peligroso y err¨¢tico que el nacionalismo de Pujol. A falta de mayor discernimiento, muchos se rigen por el aforismo de que m¨¢s vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Quiz¨¢ no guste, pero as¨ª son las cosas.
Sin duda, una buena parte de esos miedos y ruidos fueron provocados por los propios excesos ("pidamos la Luna") que conten¨ªa la propuesta de Estatut salida de la Comisi¨®n del Parlament y lo que despu¨¦s se le a?adi¨® para lograr el apoyo de CiU.
Tampoco esto deber¨ªa asustarnos. Esos excesos forman parte del juego propio de una democracia plural, abierta y competitiva. Como dir¨ªa Artur Mas, si sabes que vas a tener que negociar y pactar en Madrid, ?por qu¨¦ te vas a autocastrar en Catalu?a? Vamos, que el trabajo sucio y desagradable lo hagan otros y lejos de casa. Para unos ser¨¢ cinismo; para otros, puro pragmatismo. En todo caso, bien est¨¢ lo que bien acaba.
Pero ahora, a la espera que Puigcerc¨®s y Carod Rovira resuelvan sus diferencias y encuentren un atajo, y alg¨²n incentivo (?quiz¨¢ una foto?), que permita a ERC votar s¨ª, comienza otra batalla que no va a ser menos ruidosa y conflictiva. Es la lucha por la financiaci¨®n auton¨®mica.
En junio tendremos nuevo Estatut, pero quedar¨¢ a¨²n por negociar el nuevo modelo de financiaci¨®n. Los criterios e indicadores que finalmente se utilizar¨¢n para la financiaci¨®n se han de acordar en las negociaciones que tendr¨¢n lugar de forma multilateral -es decir, entre todos, menos los vascos-, en el Consejo de Pol¨ªtica Fiscal y Financiera. Y para esa nueva batalla el consejero Castells presumiblemente encontrar¨¢ pocos aliados, si es que encuentra alguno.
Una relaci¨®n m¨¢s transparente y abierta puede volver a generar nuevos malentendidos y conflictos redistributivos. El riesgo es que afloren de nuevo las acusaciones rec¨ªprocas de "ego¨ªsmo catal¨¢n" y de "expolio espa?ol". Convendr¨ªa, por ello, esforzarse en no enfocarlo como un juego de suma cero: "si yo gano, t¨² pierdes". Parece dif¨ªcil, pero las mejores escuelas de negocios se ganan la vida ense?ando estrategias de win-win: "si tu ganas, yo gano".
La campa?a del refer¨¦ndum puede ser un buen momento para estrenar esta estrategia. Pero hay tambi¨¦n que jugar fuera de casa. Como lo ha hecho CiU, con su campa?a de radio en Andaluc¨ªa.
?Cu¨¢l ser¨¢ el fondo pol¨ªtico y doctrinal de esa nueva confrontaci¨®n? Habr¨¢ que convencer al resto de espa?oles de que no se discute la solidaridad ni la igualdad de derechos b¨¢sicos de todos, sino el igualitarismo en la distribuci¨®n de recursos, en el dise?o de las pol¨ªticas y en la gesti¨®n del sector p¨²blico. ?Qu¨¦ tiene que ver con la igualdad o la solidaridad el que yo gestione de forma m¨¢s aut¨®noma mi aeropuerto? (Por cierto, excelente art¨ªculo sobre esta cuesti¨®n el de Germ¨¤ Bel en el suplemento Negocios de EL PA?S el pasado 12 de marzo).
Para esa batalla hay que llenar las alforjas con nuevos conceptos y argumentos. Uno de ellos ha de ser el de la "equidad". Este concepto puede ayudarnos a reformar el Estado y encontrar un nuevo compromiso m¨¢s transparente y justo en la sociedad espa?ola.
Para ello, puede ser ¨²til leer la obra de John Rawls Teor¨ªa de la justicia. La combinaci¨®n de su "principio de igualdad" con el "principio de la diferencia", actuando a cara descubierta (principio de de publicidad) y protegidos por el "velo de ignorancia" (nadie sabe a ciencia cierta, cuando negocia, c¨®mo va a quedar al final) puede conducir a un nuevo compromiso social y territorial m¨¢s justo y equitativo, que, a su vez, refuerce el compromiso constitucional y la convivencia en com¨²n.
No es nada f¨¢cil. Pero tampoco lo fue el pacto social y territorial que dio lugar a la democracia. En todo caso, mi idea es que la equidad debe ser la palabra clave en la nueva etapa, como igualdad lo fue en los ¨²ltimos 25 a?os.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB.
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