Oreja para la afici¨®n
La afici¨®n de Sevilla cort¨® ayer una merecida oreja. La pase¨® L¨®pez Chaves, pero se la ganaron los aficionados, que dictaron al torero salmantino toda una lecci¨®n de buen toreo. No es por quitarle m¨¦ritos al joven diestro, que, adem¨¢s, se mostr¨® como un buen alumno, pero lo cierto es que si no es por el aliento, las indicaciones y la rotundidad de los tendidos, L¨®pez Chaves hubiera salido trasquilado de la Maestranza.
Algo parecido se intent¨® con Ruiz Manuel, pero todo result¨® bald¨ªo. Sin duda, este hombre es mejor torero de lo que ayer demostr¨® en Sevilla, cuya presentaci¨®n se la gan¨® a pulso en exitosas comparecencias en la feria de Almer¨ªa. Pero le traicionar¨ªan los nervios, la responsabilidad o vaya usted a saber, y lo cierto es que realiz¨® un toreo impersonal hasta las m¨¢s extrema vulgaridad.
Cuadri / Ruiz Manuel, L¨®pez Chaves, Cort¨¦s
Toros de Celestino Cuadri, bien presentados, mansurrones, justos de fuerza y de raza; encastado el segundo, y nobles cuarto y quinto. Ruiz Manuel: bajonazo (silencio); bajonazo (silencio). L¨®pez Chaves: bajonazo (vuelta); estocada -aviso- (oreja). Ant¨®n Cort¨¦s: estocada que asoma y un descabello (silencio); media ladeada y dos descabellos (silencio). Plaza de la Maestranza, 17 de abril. 2? corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
Y con Cort¨¦s no hubo ocasi¨®n. El peor lote, dos aut¨¦nticos bueyes le tocaron en suerte, y pas¨® in¨¦dito por esta plaza.
El primer toro de L¨®pez Chaves era de dos orejas y el torero s¨®lo pudo dar la vuelta al ruedo. As¨ª de dura es esta vida de torero. Bien es verdad que su oponente no era el cl¨¢sico toro bobalic¨®n y artista, sino un buen mozo manso y encastado, serio y codicioso, que exig¨ªa un torero heroico, con los pies cimentados en la arena y hambriento de triunfos. Y ¨¦se no era el diestro salmantino, quien, por el contrario, se vio desbordado, a la defensiva, mal colocado casi siempre, despegado y sin sentido de la ligaz¨®n. El p¨²blico le hizo ver que ten¨ªa delante un toro de cortijo, pero el animal lo miraba y el torero no se confi¨® nunca. Fue una faena emocionante por el riesgo que imprim¨ªa el toro, y decepcionante porque el diestro no pudo o no quiso aprender la lecci¨®n. La vuelta al ruedo fue a la voluntad, pero no hizo m¨¦ritos para ello pues dej¨® pasar una oportunidad de oro para su paso a la gloria.
Muy distinto era el quinto, noble y repetidor, y, una vez m¨¢s, la sabia afici¨®n se ofreci¨® para ense?ar al alumno el camino del ¨¦xito. No fue f¨¢cil, ciertamente. Las primeras tandas resultaron tediosas y vulgares, pero, a medida que el toro atemper¨® su embestida, los naturales brotaron largos, templados y hondos. As¨ª hasta en dos ocasiones, llevado en volandas por los aficionados, que toreaban desde el tendido y ense?aban a torear al salmantino.
?se y no otro ha sido el ¨¦xito de L¨®pez Chaves: que Sevilla le ha ense?ado a torear, y, si aprende la lecci¨®n, demostrar¨¢ que es hombre inteligente, cualidad fundamental para triunfar.
Por desgracia, no se puede afirmar lo mismo del almeriense Ruiz Manuel. Unas ver¨®nicas dibujadas con gusto es lo ¨²nico destacable de su lastimosa actuaci¨®n. Despach¨® a sus dos toros con dos feos bajonazos, lo cual no debe ser aceptado ni como casualidad. Y con la muleta dijo a todos que es un pegapases infumable. Y lo peor de todo, lo que m¨¢s pena produce, es que se le ofrezca una oportunidad en Sevilla y la desaproveche de manera tan desastrosa.
Triste, apocado, desangelado, fuera de cacho, desilusionado y vencido se mostr¨® ante su primero, un noble manso que exig¨ªa que el torero se la jugara con m¨¢s inter¨¦s por el triunfo. Pero no fue as¨ª. Su conformismo fue muy decepcionante.
No cambi¨® el panorama en el cuarto, otro animal noble y con recorrido, que le puso el triunfo en bandeja. Pero Ruiz Manuel no encontr¨® las distancias ni se encontr¨® a s¨ª mismo en una labor insulsa, deshilvanada, sin gracia ni hondura. En resumidas cuentas, una presentaci¨®n para olvidar.
Poco material, queda dicho, tuvo Ant¨®n Cort¨¦s, que no derroch¨® condiciones, precisamente; pero su lote, muy mal lidiado, se par¨® y se neg¨® a embestir. Tore¨® a la ver¨®nica con suavidad y se acab¨® la historia.
Lo que perdurar¨¢ es la sapiencia de la verdadera afici¨®n sevillana, que cort¨® una merecida oreja y se la ofreci¨® a L¨®pez Chaves.
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