En una hermosa avenida liberada
El periodista sevillano Manuel Chaves Nogales, ese contempor¨¢neo nuestro que se nos adelant¨® tres generaciones, escribi¨® que "Sevilla es bella porque siempre es nueva". Es as¨ª: en los momentos en que nuestra ciudad se ha sentido capaz de innovar, de crear nuevas formas art¨ªsticas, de generar nuevas realidades urbanas, es cuando Sevilla se hace verdaderamente hermosa. Y gracias al legado generado en esos momentos, la ciudad ha sido capaz de construir su patrimonio, material e inmaterial, que la hace ¨²nica y reconocida universalmente. Sin embargo, en los periodos en que han predominado los intereses grupales sobre los generales, cuando se ha impuesto la mediocridad, y se ha intentado imbuir a la ciudad de un esp¨ªritu cerrado y encerrado, temeroso de la innovaci¨®n, receloso del futuro, Sevilla se ha estancado. Y, no s¨®lo en t¨¦rminos de evoluci¨®n urbana, el estancamiento equivale al retroceso, la degradaci¨®n urbana (dando rienda suelta a la especulaci¨®n), la destrucci¨®n del patrimonio,...
Pero m¨¢s sabe Sevilla por vieja. La historia es una maestra implacable, que deja su poso, en nuestro caso muy profundo. Y las sociedades inteligentes asumen sus ense?anzas, de manera consciente o inconsciente. Y por eso los sevillanos y sevillanas, en su inmensa mayor¨ªa, m¨¢s all¨¢ de colores pol¨ªticos, estatus sociales o lugar de residencia, tenemos claros estos principios:
Los sevillanos amamos nuestra ciudad como pocos. Amamos su personalidad, sus s¨ªmbolos, sus celebraciones, su patrimonio material e inmaterial. Todos, empezando por las autoridades, debemos trabajar para evitar su destrucci¨®n o degradaci¨®n.
Sevilla adem¨¢s, es capaz de combinar inteligentemente ese amor a su historia y tradici¨®n, con el dinamismo y calidad de vida de una ciudad del siglo XXI.
Las novedades, la evoluci¨®n, los cambios, si van a favor de la vida de la ciudad (y en la ciudad) son necesarios y se deben de acometer reflexionadamente, pero sin miedos.
Los intereses particulares, aunque sean leg¨ªtimos, nunca se deben imponer al inter¨¦s general de una comunidad.
Son ideas generales, fundacionales dir¨ªa yo, que todos, o casi todos, suscribimos. Pero sobre las cuales no est¨¢ de m¨¢s volver sobre todo ahora que, de nuevo, estamos conociendo cambios importantes. Ahora que casi tocamos con la punta de los dedos la posibilidad de que Sevilla pueda convertirse en una de las modernas referencias europeas, entrando en el selecto club de las ciudades hist¨®ricas que est¨¢n vivas y son avanzadas, tanto en su desarrollo socioecon¨®mico como en el bienestar. Ciudades hechas para las personas, en las que la victoria del peat¨®n y el transporte p¨²blico no s¨®lo no ha perjudicado la actividad econ¨®mica, sino que ha supuesto un plus de atracci¨®n para esas actividades comerciales, de servicios avanzados, de usos residenciales, culturales...
Dentro de unos meses, cuando parafraseando a Pablo Milan¨¦s vengamos a pasear por una hermosa Avenida liberada, no ser¨¢ necesario que nos detengamos a llorar por los ausentes. Porque no los habr¨¢. Incluso los que ahora, mal representados y peor dirigidos, se oponen a este avance (honrados taxistas, esforzados comerciantes) coincidir¨¢n ese d¨ªa con el resto de sus conciudadanos en que esto ha sido beneficioso para todos, tambi¨¦n para ellos. Ese d¨ªa nuestra ciudad habr¨¢ dado un paso de gigante en la construcci¨®n de un sue?o. ?Qu¨¦ sue?o? El sue?o realizable de una gran ciudad humanizada, una gran Sevilla humanizada.
Alfredo S¨¢nchez Monteseir¨ªn es alcalde de Sevilla
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