Lo cl¨¢sico es futuro
Con su primer libro, El decano, Tom¨¢s Alcoverro hace una apasionada reivindicaci¨®n de la cr¨®nica, uno de los g¨¦neros matrices del periodismo escrito. Es una reivindicaci¨®n pertinente en un momento en que la prensa escrita -me refiero a la de pago y con voluntad de calidad- se interroga sobre su papel en un mundo en que los ciudadanos conocen las principales noticias de forma instant¨¢nea, o casi, a trav¨¦s de la radio, la televisi¨®n e Internet, y, adem¨¢s, disponen de diarios gratuitos que ofrecen dignos res¨²menes de la actualidad.
Lo curioso es que la prensa
de referencia tiene una de las respuestas a este interrogante en s¨ª misma, en lo mejor de su esencia y su tradici¨®n. Sacando a la luz "aquello que late bajo lo inmediato" -la f¨®rmula es de Maruja Torres en el pr¨®logo de El decano-, los grandes diarios aportan un valor a?adido respecto a los medios electr¨®nicos y audiovisuales y los peri¨®dicos gratuitos. Es m¨¢s costoso y m¨¢s laborioso, cierto, pero es un plus por el que puede valer la pena pagar un euro.
EL DECANO. DE BEIRUT A BAGDAD: 30 A?OS DE CR?NICAS
Tom¨¢s Alcoverro
Planeta. Barcelona, 2006
414 p¨¢ginas. 21 euros
Excelentes veh¨ªculos para este valor a?adido son la cr¨®nica y el reportaje. M¨¢s all¨¢ del en¨¦simo recuento de unos hechos o declaraciones de dominio p¨²blico, esos g¨¦neros ofrecen puntos de vista originales sobre aquello que preocupa o interesa a la gente, dan voz a los que no suelen tenerla y adelantan claves para interpretar los hechos y vislumbras sus consecuencias.
El barcelon¨¦s Alcoverro aporta la carga de la prueba con El decano, una antolog¨ªa de las cr¨®nicas sobre Oriente Pr¨®ximo que ha publicado en los ¨²ltimos treinta a?os en La Vanguardia. Maestro de todos los periodistas espa?oles que han trabajado en esa zona, Alcoverro nutre sus textos tanto o m¨¢s con las voces que expresan los sufrimientos, los miedos, las esperanzas y las alegr¨ªas de las gentes de Beirut, Jerusal¨¦n, El Cairo o Bagdad -y con las m¨²sicas, los colores y los olores de sus calles- que con los comunicados oficiales o el refrito de lo dicho por alg¨²n otro medio de comunicaci¨®n. A esa valoraci¨®n de lo propio, de lo conseguido por el periodista sobre el terreno, Alcoverro a?ade otro elemento imprescindible en la cr¨®nica: las referencias documentales e hist¨®ricas precisas para situar la actualidad en su contexto.
La cr¨®nica y el reportaje del siglo XXI quiz¨¢ tengan que ser m¨¢s cortos que en el pasado, y, por supuesto, deben seguir respondiendo -no necesariamente en el primer p¨¢rrafo- a las preguntas b¨¢sicas sobre el qu¨¦, qui¨¦n, cu¨¢ndo, d¨®nde, c¨®mo y por qu¨¦ de los hechos. Pero tambi¨¦n es esencial que aporten una buena escritura. El ciudadano que paga por un diario debe encontrar alg¨²n tipo de disfrute en su lectura.
En esto, como predicaron y practicaron Truman Capote y Norman Mailer, el periodismo no debe tener el menor reparo en utilizar las t¨¦cnicas de la literatura. Si los hechos son sagrados, las formas de contarlos pueden ser absolutamente libres. Se trata, en definitiva, de huir de la letal combinaci¨®n de contenidos previsibles y formas de narrar ramplonas que puede dar al traste con este oficio, este negocio y este servicio p¨²blico.
El ser humano tiene sed de historias y la realidad ofrece todos los d¨ªas decenas, cientos, miles de ellas. En Oriente Pr¨®ximo, el terreno de Alcoverro, o en el barrio de al lado. Con las reformas necesarias, lo cl¨¢sico es el futuro. El buen periodismo escrito sobrevivir¨¢, como, pese a los coches coreanos, sobreviven los mejores productos de la ingenier¨ªa automovil¨ªstica alemana.
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