El 'C¨®digo'
De El C¨®digo Da Vinci se han vendido, al parecer, 40 millones de ejemplares. Asombroso. ?Qu¨¦ pocos! Pensaba que est¨¢bamos en cientos, en miles de millones de ejemplares, y que la pregunta pertinente en el planeta era qui¨¦n no ten¨ªa todav¨ªa un C¨®digo. Cuando ve¨ªa en el mapa las manchas verdes de los bosques de la Amazonia, me dec¨ªa: ?Pobres, ese Dan Brown acabar¨¢ con vosotros! El desforestador ha obtenido incluso un severo pronunciamiento cr¨ªtico en medios papales. ?Qu¨¦ desilusi¨®n! Yo siempre cre¨ª que en el Vaticano resist¨ªan, al estilo Harold Bloom. Que hab¨ªa all¨ª un basti¨®n de la buena literatura, donde s¨®lo le¨ªan las grandes novelas prohibidas del XIX incluidas en el ?ndice. Si Ratzinger, un tanque del pensamiento, no ha conseguido mantener a raya el C¨®digo, ?c¨®mo va a resistir un p¨¢rroco de aldea con su carrito de hipermercado? El n¨²mero de fieles ha descendido en los templos, pero los libreros me cuentan que ha aumentado el n¨²mero de cat¨®licos en las librer¨ªas. Es uno de los rasgos creativos que tiene el catolicismo: esa relaci¨®n magn¨¦tica con el pecado. Con todo, 40 millones son pocos ejemplares. Estamos hablando de un libro que ha trascendido el fen¨®meno del best seller, que despega y aterriza en poco tiempo. El C¨®digo lleva ya mucho tiempo sobrevolando. Se public¨® en Espa?a por vez primera en octubre del 2003. Lo recuerdo bien porque coincid¨ª en un vuelo con uno de sus primeros lectores. Han desaparecido los entra?ables cacahuetes de Iberia, se?al de identidad perdida, pero esta semana me he vuelto a encontrar en el mismo aeropuerto al mismo tipo y con el mismo C¨®digo. Ya va por la p¨¢gina 666, y eso que el libro s¨®lo tiene 557. Hay en esta obra algo de t¨²rbido clasicismo. La impresi¨®n de que siempre ha existido un hueco as¨ª. Una definici¨®n de cl¨¢sico es la de aquel libro al que siempre volvemos. Habr¨ªa que a?adir: o del que siempre escapamos. Por eso se sigue vendiendo bien. Porque hay mucha gente que le escapa. Y eso le da mucha vida. En este sentido, todos somos consumidores del C¨®digo, unos por comprarlo y otros por in-comprarlo. Pero 40 millones son pocos. Seguimos a mucha distancia de las tiradas de los poemas del presidente Mao, que tanto desesperaban a Pablo Neruda.
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