El primer bienio
LA CELEBRACI?N de los dos primeros a?os del mandato de Zapatero como presidente del Gobierno (el Congreso vot¨® su investidura el 16 de abril de 2004) se propone movilizar a sus partidarios para afrontar un final de legislatura abrumado por las citas electorales: municipales, auton¨®micas y legislativas. El lapso temporal escogido resulta euforizante a los efectos de la campa?a propagand¨ªstica: seg¨²n los sondeos, la aceptaci¨®n de Zapatero y la intenci¨®n de voto del PSOE han subido desde el pasado marzo gracias a la soluci¨®n de compromiso sobre el Estatuto de Catalu?a aprobada por el Congreso y al alto el fuego de ETA. El trimestre horrible que padecieron los socialistas a consecuencia de la maximalista propuesta estatutaria aprobada por el Parlamento catal¨¢n del 30 de septiembre de 2005 hubiese resultado inh¨®spito para cualquier festejo.
La voluntad de ampliar las fronteras de lo pol¨ªticamente posible y la audacia para reformar los estatutos e iniciar la v¨ªa de un eventual final dialogado de ETA marcan la gesti¨®n de Zapatero
La experiencia de Zapatero como profesional de la pol¨ªtica se hab¨ªa limitado al ¨¢mbito del PSOE (miembro de la Ejecutiva desde 1997, fue elegido secretario general el a?o 2000) y del Congreso (donde ocup¨® un esca?o a partir de 1986); formado en los valores del sistema constitucional ("mi patria es la democracia", contest¨® en su d¨ªa a un dirigente nacionalista) y de la izquierda posmarxiana, ha probado durante estos dos a?os su capacidad de gesti¨®n al frente del Ejecutivo. Desahuciado por el PP como presidente accidental -secuela azarosa del 11-M condenada a la fugaz provisionalidad- y despreciado por Rajoy como bobo solemne, Zapatero se ha afianzado, sin embargo, en su primer bienio de mandato. La destreza del presidente del Gobierno para tejer alianzas y recabar apoyos alternativos capaces de completar su mayor¨ªa parlamentaria se ha visto favorecida por la suicida estrategia de impotente aislamiento del PP; el supuesto presidente accidental ha desactivado con ¨¦xito la desestabilizadora ofensiva de una oposici¨®n desleal que acusa al Gobierno de ocultar sus oscuras connivencias con el 11-M y de traicionar a los muertos al suscribir pactos secretos con ETA y pagar precios pol¨ªticos a cambio de la tregua.
A falta de un balance completo del primer bienio (la pol¨ªtica econ¨®mica, la acci¨®n exterior, la educaci¨®n, la sanidad y la justicia formar¨ªan parte de ese examen), se dir¨ªa que su principal motor ha sido la voluntad de ensanchar las fronteras de lo pol¨ªticamente posible respecto a la anterior experiencia de Gobierno del PSOE, aunque sin romper la continuidad con la etapa de Felipe Gonz¨¢lez. El listado de esos territorios v¨ªrgenes es muy variado: la retirada militar de Irak, la ampliaci¨®n de los derechos civiles (desde el matrimonio homosexual a la igualdad de la mujer y la penalizaci¨®n de la violencia de g¨¦nero, pasando por la reforma del divorcio), los derechos sociales de la tercera edad (el proyecto de ley de dependencia), la extensi¨®n de la ciudadan¨ªa m¨¢s all¨¢ de la nacionalidad (la regularizaci¨®n de medio mill¨®n de inmigrantes), la defensa del laicismo frente a las cesiones hechas a la Iglesia por el PP (el papel de la religi¨®n en los planes de estudio escolares) y el reconocimiento de la deuda contra¨ªda por la democracia de 1978 con las anteriores generaciones (las v¨ªctimas ignoradas de la Guerra Civil y de la represi¨®n franquista).
Esa combinaci¨®n de audacia estrat¨¦gica, imaginaci¨®n pol¨ªtica y asunci¨®n de riesgos y costes elevados tambi¨¦n ha servido de enfoque para acometer la soluci¨®n de dos envenenados problemas empujados en los ¨²ltimos a?os hacia un callej¨®n sin salida: la redistribuci¨®n territorial del poder auton¨®mico (una reivindicaci¨®n que no se limita s¨®lo a Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco) y las v¨ªas para acabar con la violencia de ETA. La aversi¨®n irracional y f¨®bica del ala dura del PP y la ultraderecha radical hacia Zapatero como impulsor de ese programa de innovaciones y reformas iguala o supera el odio soportado en su d¨ªa por Aza?a y Felipe Gonz¨¢lez. En ¨²ltima instancia, los resultados de las l¨ªneas de actuaci¨®n puestas en marcha durante este primer bienio tendr¨¢n su correspondiente respuesta electoral en forma de premio o de castigo cuando los ciudadanos sean llamados a las urnas al final de la legislatura.
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