Fichados
Actores, actrices y cantantes. Son rostros conocidos, pero por primera vez aparecen en una ficha policial. Figuran en los archivos de la Pol¨ªcia por delitos menores. Todos los que pasaron en su d¨ªa por las comisar¨ªas de Estados Unidos, justa o injustamente, aparecen en 'The smoking gun', una p¨¢gina en la Red que recoge sus datos
Todo se lo debemos a The smoking gun. O bien, a: www.thesmokinggun.com.
En estos tiempos en que la intimidad se confunde con la transparencia informativa, y en que el morbo obtiene buenos dividendos, nadie est¨¢ libre de delatar o de ser delatado; de que hurguen en su cubo de la basura o de ponerse a hurgar en los detritus ajenos. Miramos y nos miran. Queremos saberlo todo. ?Que ciertas informaciones no son necesarias para aumentar nuestros conocimientos y, adem¨¢s, nos denigran? Anda y c¨¢llate, cenizo. ?Acaso no estamos hablando de espect¨¢culo? Y el espect¨¢culo debe continuar. Es algo que se dec¨ªa en el teatro: hab¨ªa que dar la cara en el escenario, aunque hubiera ocurrido una desgracia. Hoy, el espect¨¢culo est¨¢ en los medios de comunicaci¨®n, y s¨®lo lo frenar¨ªa la falta de desgracias. Es decir, de carnaza.
Nadie est¨¢ libre de delatar o ser delatado. Miramos y nos miran. Queremos saberlo todo
Todos los que pasaron por comisar¨ªa, con o sin raz¨®n, tienen sus fotos 'colgadas' en la Red
The smoking gun (frase metaf¨®rica equivalente a la prueba o evidencia del delito) es el nombre con que un par de veteranos periodistas del Village Voice, William Bastone y Daniel Green, fundaron, en 1997, una modesta web. En ella aprovechar¨ªan los documentos oficiales acerca de todo tipo de delitos que hab¨ªan atesorado a lo largo de su trabajo como reporteros de sucesos. Les amparaba la Legislaci¨®n para la Libertad de Informaci¨®n, que regula los secretos gubernamentales y los pone a disposici¨®n de la opini¨®n p¨²blica. As¨ª fue como empezaron, colgando papeles: "Algo que parec¨ªa completamente inadecuado para Internet, que naci¨® para sustituir el papel", seg¨²n Bastone.
La acogida fue sensacional. Uno nunca acaba de creerse que los asesinos en serie encerrados en prisi¨®n reciban sacas repletas de cartas de amor, y tambi¨¦n resulta dif¨ªcil -para algunas mentalidades retr¨®gradas, entre las que cuento la m¨ªa- que exista quien se engancha cada ma?ana para ver qu¨¦ delito le apetece para desayunar. Pero as¨ª es la vida. Y tal fue el ¨¦xito de The smoking gun que una empresa televisiva, la Court TV -que debe su ¨¦xito, tambi¨¦n arrasador, a la retransmisi¨®n de juicios en directo: subi¨® como la espuma cuando el de O. J. Simpson-, la adquiri¨®, manteniendo a sus creadores y ampliando el equipo. Bajo su paraguas, la p¨¢gina creci¨® en oferta, y hoy en d¨ªa puedes seguir en directo una detenci¨®n -"la heroica labor cotidiana policial"-, enterarte de cu¨¢l es el nuevo pleito en el que anda enzarzada una actriz de cuarta categor¨ªa, saber antes que nadie que una maestra rolliza y cuarentona abus¨® de un alumno de 13 a?os? y participar en un concurso relacionado con un delito (te premian con pel¨ªculas de intriga). La p¨¢gina tiene mucha publicidad (una del Gobierno de Estados Unidos, en castellano, ofreciendo por sorteo un permiso de trabajo), enlaces con Court TV y una secci¨®n francamente curiosa, facilitada por una serie de voluntarios especializados en detallar las rarezas que las estrellas exigen por contrato para actuar o durante los rodajes. Por ejemplo: para Instinto b¨¢sico 2, Sharon Stone exigi¨® de todo, desde un equipo Pilates a varios guardaespaldas armados, pasando por la prohibici¨®n de fumar en el set, un coche con ch¨®fer no fumador, un descapotable para uso personal, dos asistentes, tres ni?eras? En su contrato, escrito de su pu?o y letra por su abogado, hay hasta la exigencia de un coche de alquiler para su peluquero, otro para el maquillador; eso s¨ª, pueden compartirlo, si se ponen de acuerdo. David Bowie, en sus actuaciones, es mucho m¨¢s modesto: caf¨¦, fruta, agua Evian, pa?uelos de papel, una bombilla extra de 110 vatios, l¨ªnea telef¨®nica exterior, un espejo de cuerpo entero y otro para maquillarse, con buena luz. De lo m¨¢s sensato.
El vicepresidente Dick Cheney -una estrella tambi¨¦n, aunque hoy bastante estrellada- exige en sus desplazamientos caf¨¦ descafeinado reci¨¦n preparado, media docena de botellas de agua, cuatro latas de Diet Sprite sin cafe¨ªna, l¨¢mparas extras y cuatro peri¨®dicos. Si su mujer viaja con ¨¦l, se precisan dos botellas adicionales de agua con gas, a poder ser Perrier.
La mayor parte de los peri¨®dicos y cadenas de televisi¨®n reproducen las informaciones obtenidas por el largo brazo de The smoking gun y su ni?era Court TV.
Pero el m¨¢ximo atractivo de la web son los llamados mug-shots, que es como llaman en Estados Unidos a los retratos que le toman al personal en cuanto llega a comisar¨ªa despu¨¦s de un arresto. Mug es una palabra de argot que puede significar careto, jeta y tambi¨¦n mueca. Ah¨ª s¨ª ha encontrado The smoking gun una mina. La lista de fichados incluye g¨¢ngsteres, asesinos, iconos sociales, deportistas, estrellas pop, personajes hist¨®ricos? Y no s¨®lo tenemos acceso a las fotos. Tambi¨¦n podemos utilizarlas. Todo sea en nombre de la libertad de expresi¨®n.
?Quiere vengarse de la amiga que le dio calabazas en los a?os setenta; ya sabe, ¨¦sa que estuvo loca por el cantante Leif Garrett? M¨¢ndele un e-mail con la foto que le hicieron en comisar¨ªa hace s¨®lo unos meses, en enero de este a?o, cuando le detuvieron y ficharon por posesi¨®n de coca¨ªna, y en la que parece un desconocido, calvo, malencarado. La foto de un delincuente.
Claro que, ?qui¨¦n no parece un delincuente en una instant¨¢nea policial? Incluso Rosa Parks, la mujer negra que, en 1955, hizo historia al negarse a ceder su asiento a un hombre blanco, en un autob¨²s de Montgomery, Alabama. La ficharon por eso, pero su gesto inici¨® una rebeli¨®n que dur¨® 381 d¨ªas, un boicoteo al servicio de autobuses con compartimiento trasero para negros que acab¨® con dicho tipo de segregaci¨®n, al menos en Montgomery, y que llam¨® la atenci¨®n de un joven Martin Luther King y le concienci¨®, prepar¨¢ndole para su lucha por los derechos civiles. Por cierto que Luther King es otro de los delincuentes fichados, al igual que muchos otros h¨¦roes, igualmente valerosos y valiosos, de la comunidad afroamericana, entre los que se encuentra el reverendo Jesse Jackson. O alguien de la talla de Dalton Trumbo, el gran guionista de Espartaco, quiz¨¢ el m¨¢s talentoso de Los Diez de Hollywood, que en 1947 fue sentenciado a prisi¨®n como consecuencia de la caza de brujas desatada por el senador McCarthy (le conocen por Buenas noches, y buena suerte). Los espectadores se quedaron sin el talento de sus mejores a?os, como les ocurri¨® a tantos otros que, como Trumbo, sufrieron humillaci¨®n, c¨¢rcel y desempleo. Perdieron todo lo que ten¨ªan. Todo, excepto el honor.
As¨ª que, seg¨²n como se mire, es casi un premio figurar en los ficheros de la Polic¨ªa estadounidense en tan buena compa?¨ªa. ?Que Nick Nolte no muestra precisamente su mejor aspecto, tras haber sido arrestado por conducir bajo el efecto de determinadas sustancias? Bueno, yo le prefiero a la imagen de un Dick Cheney vestido de cazador (pero ¨¦l no fue fichado; aunque s¨ª una hija de Jeb Bush, gobernador de Florida, completamente drogada, y es comprensible, pobre criatura; yo en su lugar nunca ir¨ªa serena). Y s¨ª, confes¨¦moslo, produce una secreta satisfacci¨®n que el due?o de Microsoft, Bill Gates, aparezca ofreciendo la imagen reglamentaria, de frente y de perfil; j¨®dete, capullo, nos has tenido en un pu?o con tus malditas exclusivas. Sin embargo, el multimillonario es ¨¦l. ?Y de verdad compensa que su foto juvenil de fichado por infracci¨®n de tr¨¢fico d¨¦ vueltas por el sistema que ¨¦l mismo ha ayudado a desarrollar con sus inventos? Al parecer, as¨ª es.
Que Carmen Electra, de la serie de televisi¨®n Los vigilantes de la playa, fuera acusada de golpear a su marido, el antiguo ¨ªdolo de la NBA Dennis Rodman, y que el cargo finalmente fuera desestimado, no implica que se le retirara la foto; al menos, ¨¦l, que fue acusado de lo mismo, pronto volvi¨® a posar en comisar¨ªa, por conducir bebido. Axl Rose, de Guns N'Roses, tampoco se libr¨® de su fotomat¨®n, ni de unas horas de celda, por haber supuestamente insultado a un guardia de seguridad en el aeropuerto de Phoenix. Vaya usted a saber qui¨¦n estaba m¨¢s en sus cabales.
Todos los que pasaron por comisar¨ªa con o sin raz¨®n, justa o injustamente -de Charles Manson a, ya lo he dicho, Martin Luther King- est¨¢n en la Red. Frank Sinatra en sus a?os j¨®venes (por ir con una mujer casada; no es extra?o que, m¨¢s adelante, pidiera protecci¨®n a la Mafia, para aliviar a la Polic¨ªa de tantas horas extras como hubieran tenido que hacer). Steve McQueen, carne de reformatorio, fue fichado por conducir bebido (y la verdad es que, en las fotos, parece contento). Robert Downey Jr., por su adicci¨®n a las drogas, repetidamente: antes de que se supiera que sufre desde ni?o trastorno bipolar que le conduce irremediablemente a los f¨¢rmacos; aunque seguir¨¢n fich¨¢ndole lo mismo. Christian Slater, tan modoso, qui¨¦n lo iba a decir, por llevar un arma sin permiso (de haberlo tenido, le habr¨ªan nombrado algo en la Asociaci¨®n del Rifle). Marilyn Manson, por haberle dado en la cabeza a un guardia que le acus¨® de conducta sexual criminal (tal vez porque le gui?¨® un ojo y ese d¨ªa llevaba r¨ªmel); Hugh Grant, por el famoso caso de la felaci¨®n en una callejuela a cargo de Divine Brown.
Hasta Matthew McConaughey, que es casi de nuestra familia por su relaci¨®n con Pen¨¦lope Cruz, tuvo su foto de frente y de perfil por haberse dado unas alegr¨ªas: un vecino le denunci¨® por tocar el bongo a horas calmas, y cuando los agentes de la ley se personaron en su casa le hallaron dando vueltas, con el mencionado instrumento como todo vestuario? en su propiedad. Acusado de estar en posesi¨®n de marihuana y otras drogas, al final todo qued¨® en una violaci¨®n de las leyes de Austin (Tejas, naturalmente) contra el ruido. Dios, hay que ser temerario para ponerse a bailar en un Estado con tanto cristiano renacido.
Tambi¨¦n Eminem tiene su foto (un par: fue arrestado dos veces, al fin y al cabo no es m¨¢s que un rapero) por broncas con arma incluida, y, al menos, la primera detenci¨®n, que se produjo en el a?o 2000, no tuvo nada que ver con el hecho de que se haya manifestado tan en contra de la pol¨ªtica de George W. Bush.
Por supuesto, no puede faltar el cap¨ªtulo de los "pobres ni?os ricos". El ex ni?o prodigio Macaulay Culkin, por posesi¨®n de marihuana y otras peligrosas sustancias sin receta (las tensiones a que el actor fue sometido por el litigio que rode¨® el divorcio de sus padres, cada uno tirando de ¨¦l, no figuran en el archivo). M¨¢s talludito, Christian Brando -protagonista del m¨¢s terrible de los casos-, por haber asesinado al novio de su hermana, Cheyenne, que se suicid¨® tiempo despu¨¦s; Marlon Brando ya no levant¨® cabeza. Y, por supuesto, ese pobre monstruo estrictamente estadounidense, Michael Jackson, blanco como la leche en su fotomat¨®n policial, aunque menos blanco que los velos que ahora se pone en Bahrein. Se me ocurre que, ya que podemos hacernos con las fotos y mandarlas por correo electr¨®nico a quien queramos, deber¨ªamos empapelar con ellas las escuelas, con una leyenda que dijera algo as¨ª como: "Quien mal anda, mal acaba". Demasiado socorrido, ?quiz¨¢? Seguro que a los que hacen las campa?as admonitorias de Tr¨¢fico se les ocurrir¨ªa un eslogan mejor.
Es una pena que los archivos policiales del franquismo hayan sido destruidos -lo fueron, ?verdad?- porque ahora mismo podr¨ªamos deleitarnos con las fotos de sindicalistas, pol¨ªticos, catedr¨¢ticos, periodistas, escritores, travest¨ªes, homosexuales, mujeres ad¨²lteras, estudiantes antes de ser defenestrados? En fin. Como dir¨ªa Aznar, Espa?a se est¨¢ quedando atr¨¢s.
Pero no perdamos la esperanza. Ya tenemos los blogs en donde lo mismo se nos ilumina con la verdad que se nos entretiene con chismorreos porteriles o, llanamente, con calumnias. Nadie est¨¢ a salvo.
Y ¨¦sa es la parte buena de Internet. Que nadie est¨¢ a salvo de que hurguen en su basura? O en su cerebro, que a veces es lo mismo.
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