Raros e incomprendidos
Son esclavos de rarezas, man¨ªas, conductas repetitivas e ideas fijas. Mantienen unas relaciones de convivencia dif¨ªciles y sufren la incomprensi¨®n de su entorno. Son esos tipos raros, a menudo no diagnosticados, que padecen un trastorno mental conocido como obsesivo-compulsivo
Les aterra contaminarse por g¨¦rmenes al tocar cualquier cosa. Dudan constantemente de si han apagado el gas o la luz y si han cerrado los grifos y la puerta de casa. Les asaltan pensamientos que ellos consideran prohibidos, sobre todo relacionados con la sexualidad y lo religioso. Temen de modo exagerado la p¨¦rdida s¨²bita del autocontrol o el impulso irrefrenable de agresiones injustificadas, sobre todo verbales, hacia los dem¨¢s.
?stas son algunas de las obsesiones que m¨¢s frecuentemente torturan a las personas que padecen el trastorno obsesivo-compulsivo. Tienen su correspondencia con ciertos rituales que esclavizan sus vidas. Se trata de una enfermedad mental (interpretada magistralmente por Jack Nickolson en Mejor, imposible) que ha registrado un notable aumento en los ¨²ltimos a?os, entre otras razones porque se dispone de m¨¢s conocimientos y medios diagn¨®sticos.
"Pero es justo considerar que vivimos en una sociedad que sirve de caldo de cultivo a este trastorno al sobrevalorar los ideales de la ¨¦tica protestante, como alcanzar el ¨¦xito y el triunfo en esta vida. Ahora se ensalzan la escrupulosidad, el perfeccionismo y la entrega al trabajo duro", aclara el doctor Francisco Alonso-Fern¨¢ndez, catedr¨¢tico de Psiquiatr¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de honor de la Sociedad Europea de Psiquiatr¨ªa Social. Si hasta hace poco m¨¢s de dos d¨¦cadas el trastorno obsesivo-compulsivo tan s¨®lo afectaba a una de cada 10.000 personas, los estudios desarrollados en los a?os ochenta por Myers y Robins demuestran que actualmente tiene una prevalencia de hasta el 3% de la poblaci¨®n general.
La enfermedad suele estar infradiagnosticada, excepto en sus formas m¨¢s graves. Los expertos aclaran que los pacientes son tildados de raros, extravagantes e insoportables. Adem¨¢s de sus man¨ªas continuas e incomprensibles para los dem¨¢s, a menudo se comportan de un modo desabrido, maleducado y desagradable. Construyen as¨ª un escudo para proteger la vulnerabilidad de sus sentimientos, miedos e inseguridades, con el que ¨²nicamente consiguen el rechazo de su entorno.
"A veces les asaltan ideas m¨¢gicas y de tipo supersticioso, como no pisar determinadas baldosas o ir siempre por la calle por el lado interior o exterior de la acera. Los m¨¢s religiosos se ven invadidos por terribles sentimientos de culpa si han tenido alg¨²n pensamiento que consideran prohibido en relaci¨®n con el sexo y lo sagrado. Todo ello les genera una gran carga de ansiedad y algunos incluso se sumergen en una depresi¨®n, que tambi¨¦n debe ser tratada. Generalmente no son violentos ni peligrosos", comenta el doctor Eduardo Garc¨ªa Camba, jefe del servicio de Psiquiatr¨ªa del hospital de la Princesa de Madrid.
La prevalencia de dicho trastorno, seg¨²n este especialista, es levemente superior en las mujeres y tiende a exacerbarse en este grupo de poblaci¨®n cuando descienden los niveles de estr¨®genos (en el periodo premenstrual y durante el embarazo). En el sexo femenino suele debutar a partir de los 20 a?os, precedido generalmente por acontecimientos vitales desfavorables, y se manifiesta en crisis epis¨®dicas de variable intensidad. En los hombres suele aparecer m¨¢s precozmente, de forma menos acusada y manteniendo un curso continuo.
Entre las posibles causas, se observa un d¨¦ficit de serotonina y una hiperactividad de dopamina, dos neurotransmisores directamente implicados en este tipo de trastorno. Tambi¨¦n se pueden hallar, mediante t¨¦cnicas de diagn¨®stico por imagen, alteraciones en la comunicaci¨®n entre la corteza orbitaria -situada en la parte frontal del cerebro- y los ganglios basales, que son estructuras m¨¢s profundas.
Tratamientos para una vida normal. El hospital p¨²blico Ram¨®n y Cajal de Madrid cuenta con un programa monogr¨¢fico de acceso libre a pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo (n¨²mero de tel¨¦fono para solicitar cita: 913 36 83 92). El doctor Jer¨®nimo Saiz, jefe del servicio de Psiquiatr¨ªa del centro, insiste en que este mal "est¨¢ bastante infradiagnosticado, es incomprendido y genera mucho sufrimiento, tanto en el propio paciente como en sus familiares, amigos y cualquier tipo de relaci¨®n social". Este experto, en colaboraci¨®n con un grupo de psiquiatras, ha fundado la asociaci¨®n TOC (Trastorno Obsesivo-Compulsivo; www.asociaciontoc.org). En palabras de Saiz, los actuales tratamientos farmacol¨®gicos y de psicoterapia est¨¢n dando resultados muy satisfactorios.
El doctor Rafael Garc¨ªa de Sola, jefe del servicio de Neurocirug¨ªa de La Princesa, ha sido pionero en Espa?a en tratar desde hace dos a?os varios casos con un tipo de psicocirug¨ªa menos cruenta, publicados en Revista de Neurolog¨ªa. "Demuestran una clara evidencia cient¨ªfica de mejora en los pacientes". En todo el mundo se han practicado, por el momento, pocas operaciones de este tipo. En breve empezar¨¢n a acometerse en otros centros espa?oles, como el Ram¨®n y Cajal, de Madrid, y el hospital de Bellvitge, de Barcelona.
S¨ªntomas y consecuencias
Seg¨²n el doctor Francisco Alonso-Fern¨¢ndez, pueden establecerse tres tipos de conductas en el trastorno obsesivo-compulsivo: el lavado constante de manos y el miedo a ser contaminados o a contraer una enfermedad infecto-contagiosa, la comprobaci¨®n y verificaci¨®n continua de ciertos actos, y la precisi¨®n, lentitud y parsimonia en multitud de rituales.
Suelen ser muy reservados con relaci¨®n a su problema y esperan una media de siete a?os y medio antes de solicitar ayuda m¨¦dica. Sufren en silencio la enfermedad, implicando en sus rarezas y conductas incomprendidas a los m¨¢s pr¨®ximos a su entorno. "A veces les asaltan ideas m¨¢gicas y de tipo supersticioso, como no pisar determinadas baldosas o ir siempre por la calle por el lado interior o exterior de la acera. Los m¨¢s religiosos se ven invadidos por terribles sentimientos de culpa si han tenido alg¨²n pensamiento que consideran prohibido en relaci¨®n con el sexo y lo sagrado. Todo ello les genera una gran carga de ansiedad, y algunos incluso se sumergen en una depresi¨®n, que tambi¨¦n debe ser tratada. Generalmente no son violentos ni peligrosos", concluye el doctor Eduardo Garc¨ªa Camba, jefe del servicio de psiquiatr¨ªa del hospital de la Princesa, de Madrid.
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