?Y si estoy mal por culpa del entorno? La crisis clim¨¢tica y la polarizaci¨®n son tambi¨¦n un reto de salud mental
Ni todo depende de nuestra voluntad ni se puede vivir ajeno al contexto. Aceptar y afrontar el cambio a escala individual y grupal es costoso, pero no hay otro camino
Lo que nos rodea, nos atraviesa. El contexto socioecon¨®mico tiene un impacto muy significativo sobre la salud psicol¨®gica de la comunidad y de los individuos que la conformamos y todos, en mayor o menor medida, somos vulnerables a los eventos importantes que suceden en nuestro entorno. El discurso imperante suele poner el foco en la individualizaci¨®n de las vivencias a trav¨¦s de esl¨®ganes del tipo ¡°si quieres, puedes¡±, ¡°es cuesti¨®n de actitud¡±, o ¡°tienes que ser fuerte¡±. Sin embargo, frente a un a?o marcado por la inestabilidad pol¨ªtica, los conflictos globales, los fen¨®menos clim¨¢ticos extremos o los problemas de empleo y vivienda, entre otros, no hay ¡°fuerza de voluntad¡± que mitigue la influencia colectiva que tiene el contexto sobre nosotros.
En Espa?a, la dana no solo ha causado un desastre natural que se ha cobrado vidas y destrozado viviendas, lugares de empleo o espacios p¨²blicos. Tambi¨¦n ha supuesto una situaci¨®n traum¨¢tica para la sociedad valenciana y gran parte de la sociedad espa?ola, provocando secuelas psicol¨®gicas importantes: ansiedad, estr¨¦s postraum¨¢tico y sentimientos profundos de desesperanza y tristeza.
Al mismo tiempo, gran parte de la poblaci¨®n mundial experimenta cada vez mayores niveles de ecoansiedad, esto es, angustia creciente por la crisis clim¨¢tica, que afecta especialmente a los j¨®venes, el colectivo m¨¢s sensibilizado. Como plantea la psic¨®loga Jean Twenge, los j¨®venes son siempre un altavoz de la salud psicol¨®gica colectiva y, a su vez, tienen una influencia determinante en el sentir de la comunidad. En nuestro pa¨ªs, es la poblaci¨®n m¨¢s afectada por la situaci¨®n econ¨®mica y de vivienda, lo que provoca un clima de incertidumbre frente al futuro y una dificultad para proyectarse a medio plazo, inhibiendo las posibilidades de desarrollar un arraigo a los propios proyectos personales y teniendo que vivir forzosamente al d¨ªa.
Todos estos fen¨®menos elevan la temperatura de la olla a presi¨®n social y cada vez sus humos son m¨¢s visibles, humos que son amplificados por la letal combinaci¨®n entre los algoritmos de las redes sociales, las campa?as medi¨¢ticas estrat¨¦gicamente dise?adas para desinformar, polarizar y provocar burbujas informativas y la falta de competencias para hacer un consumo consciente y cr¨ªtico.
El a?o 2024 ha puesto de manifiesto que estamos atravesando un auge de divisi¨®n ideol¨®gica y un aumento de posturas radicales que tienen su manifestaci¨®n m¨¢s extrema en las guerras. En este momento, el mundo enfrenta un r¨¦cord hist¨®rico de 56 conflictos armados activos, la mayor cantidad registrada desde la II Guerra Mundial.
Este fen¨®meno no es aleatorio, vuelve a ser otro humo proveniente de un caldero con ingredientes diversos: la mencionada inseguridad econ¨®mica, la desigualdad social, el miedo a los movimientos migratorios y a la r¨¢pida consecuci¨®n de derechos de algunos colectivos junto con los retos que esto plantea o la desconfianza que muchas personas sienten hacia instituciones o hacia el propio sistema pol¨ªtico, entre otros.
Esta fragmentaci¨®n social tiene verdadero impacto negativo en la salud psicol¨®gica de la poblaci¨®n porque hace m¨¢s accesible deshumanizar al otro, etiquetarlo y convertirlo en adversario. De esta manera, se va dinamitando el sentido de comunidad y de pertenencia, necesidades afectivas que todas las personas buscamos cubrir.
?Cu¨¢l es el resultado? Una sociedad que experimenta elevados niveles de aislamiento y soledad, lo que impide desarrollar un apego seguro con nuestra comunidad y, por tanto, con nosotros mismos. Esta alerta psicol¨®gica constante puede desencadenar involuntariamente mecanismos mentales m¨¢s primitivos que se manifiestan en una narrativa presente en la sociedad occidental y de la que ciertos grupos pol¨ªticos se han apropiado: distorsiones cognitivas, generalizaci¨®n, dicotomizaci¨®n del pensamiento y sesgo endogrupo (¡°los inmigrantes son el problema¡±, ¡°el colectivo LGBTIQ+ acabar¨¢ con nuestros valores¡±, ¡°el feminismo no es necesario¡±, ¡°solo hay una forma correcta de pensamiento¡±, ¡°ya todo vale¡¡±). Estos discursos son un gran term¨®metro social y, cuando estamos asustados, el miedo nos separa.
La salud mental individual es inextricable de la situaci¨®n sociocultural. Si estamos atravesando un momento de crisis colectiva de salud mental no es porque nuestra sociedad actual sea intr¨ªnsecamente m¨¢s vulnerable, menos fuerte. Ese debate est¨¢ vac¨ªo. Deber¨ªamos hablar sobre la manera en que la salud psicol¨®gica y mental de nuestra sociedad nos est¨¢ informando sobre una realidad: nos olvidamos de la importancia de abrazar al otro, de disentir con serenidad, de valorar la diversidad como riqueza, de afrontar los retos complejos de esta sociedad plural con sentido de unidad, sin posturas restrictivas, punitivas o negadoras. Perdemos de vista que los humos que observamos no se disipar¨¢n, a menos que las personas aprendamos a reducir la temperatura de la olla.
Aceptar y afrontar el cambio, con todo lo que conlleva, a escala individual y grupal, es costoso. Pero no hay otro camino, y nos necesitamos unidos para recorrerlo.
Kike Esnaola es psic¨®logo y divulgador.
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