30 millones de mexicanos
Pa¨ªs muy poco poblado era M¨¦xico al consumar su independencia en 1821. En su territorio de m¨¢s de cuatro millones de kil¨®metros cuadrados s¨®lo viv¨ªan cerca de seis millones de habitantes. Su vecino del norte, entonces con una extensi¨®n parecida, lo duplicaba en poblaci¨®n. Ahora bien, gracias sobre todo a los informes que proporcion¨® el bar¨®n Alejandro de Humboldt al presidente Thomas Jefferson durante su estancia en Washington, se tuvo all¨ª m¨¢s amplia noticia de la situaci¨®n prevalente en las provincias norte?as de la que fue Nueva Espa?a. Esos inmensos territorios, que abarcaban Tejas, Nuevo M¨¦xico y California y llegaban por el norte hasta el paralelo 42, no obstante sus grandes riquezas naturales, estaban casi despoblados. S¨®lo viv¨ªan all¨ª algunos grupos ind¨ªgenas y cerca de 40.000 descendientes de espa?oles y mestizos.
El primer enviado del vecino del norte a M¨¦xico reci¨¦n independizado, Joel R. Poinsset, present¨® una oferta de compra de esas regiones norte?as. La respuesta de quien era ministro de Relaciones, Lucas Alem¨¢n, fue que M¨¦xico no estaba en venta. M¨¢s a¨²n, obtuvo ¨¦ste que Estados Unidos ratificara el tratado de l¨ªmites que hab¨ªan suscrito con Espa?a en 1819. Ello se logr¨® en 1833. Esto no fren¨® las ambiciones norteamericanas. Colonos anglosajones, no pocos que se hab¨ªan establecido en Tejas, intentaron separarse de M¨¦xico hasta lograr lo que en realidad buscaban: su anexi¨®n a EE UU en 1845.
Dos a?os despu¨¦s dicho pa¨ªs emprendi¨® una guerra de conquista en contra de M¨¦xico. Un nuevo tratado de l¨ªmites sigui¨® a esa guerra. M¨¦xico perdi¨® entonces la mitad de su ser geogr¨¢fico, una de las m¨¢s grandes expoliaciones en la historia universal.
Cierto es que M¨¦xico no hab¨ªa podido poblar esos enormes territorios. Pero la historia da muchas veces grandes sorpresas. Lo que entonces no se hab¨ªa logrado, ocurri¨® m¨¢s tarde. Como en otros pa¨ªses, tambi¨¦n en M¨¦xico, a partir de los a?os cuarenta del siglo XX, se inici¨® y fue en aumento una fuerte explosi¨®n demogr¨¢fica. Desde antes, EE UU, gracias a la inmigraci¨®n de millones de europeos y, en menos grado, de asi¨¢ticos, hab¨ªan ido poblando su enorme territorio. Pronto muchos miles de mexicanos se sintieron tambi¨¦n atra¨ªdos a participar en "el sue?o americano". Con el paso del tiempo la atracci¨®n creci¨® en forma incontenible. A los millones de mexicanos que fueron ingresando, en su mayor¨ªa sin documentos, se sumaron luego gentes de otros pa¨ªses de Iberoam¨¦rica. Se afirma que en la actualidad los llamados "hispanos" en EE UU sobrepasan los 40 millones de personas. De ellos, m¨¢s de 30 millones son de origen mexicano. Y probablemente estas cifras se queden cortas.
Algunos anglos, como el se?or Samuel Huntigton, han puesto el grito en el cielo. Los mexicanos le resultan inasimilables: hablan espa?ol, son cat¨®licos en su mayor¨ªa y, para remate, parecen asemejarse m¨¢s a los indios que a los europeos. Desde hace ya tiempo EE UU ha tratado de impedir esa inmigraci¨®n. Sin embargo, superando los obst¨¢culos -construcci¨®n de muros, empleo de helic¨®pteros e incremento en recursos de la patrulla fronteriza- el flujo no s¨®lo contin¨²a sino que aumenta a pasos agigantados. Los mexicanos, al igual que los otros hispanos, han tomado conciencia de la fuerza que les confieren su n¨²mero y los servicios que prestan al pa¨ªs en el que se han asentado. Millones de participantes en marchas celebradas en decenas de grandes ciudades EE UU hacen o¨ªr hoy su voz. Son ellos la minor¨ªa m¨¢s grande en ese pa¨ªs.
A los habitantes angloamericanos que viven hoy en California y Tejas se han sumado los mexicanos que son ya m¨¢s del 35% de la poblaci¨®n en cada uno de esos Estados. Adem¨¢s, son casi la mitad de los que viven en Nuevo M¨¦xico y aproximadamente 30% en Arizona, es decir en los Estados fronterizos. Su presencia y en general la de los hispanos es tambi¨¦n muy grande en Nevada, Colorado y Florida (por cierto tres nombres en espa?ol), as¨ª como en Illinois, sobre todo en Chicago, y en varios lugares del noreste como Nueva York y Nueva Jersey.
?Se escuchar¨¢n las demandas de estos millones? ?Se les conceder¨¢ la ciudadan¨ªa americana? ?Se reconocer¨¢ su muy grande aportaci¨®n a la econom¨ªa de ese pa¨ªs e incluso a su defensa, sobre todo por la participaci¨®n de miles de hispanos en varias guerras?
?Cu¨¢l es el destino, acaso tambi¨¦n "manifiesto", de esos millones que viven y trabajan en EE UU? Cabe notar que para los mexicanos estar all¨ª les resulta en muchos aspectos cosa natural. En los territorios del llamado Suroeste, que fueron parte de M¨¦xico, muchos nombres del lugar les recuerdan la historia: San Diego, Los ?ngeles, San Francisco, Santa M¨®nica, Fresno, Santa Fe, Albuquerque, San Antonio. Adem¨¢s, los mexicanos tienen all¨ª muchos parientes y su lengua, el espa?ol, se habla "de costa a costa", desde Florida hasta California.
?Cu¨¢l es su destino y cu¨¢l el del pa¨ªs superpoderoso, que se ha embarcado en tantas guerras de conquista, todas ellas inicuas? Si responder es dif¨ªcil, lo que no cabe duda es que muy pronto EE UU ser¨¢, despu¨¦s de M¨¦xico, el pa¨ªs con el mayor n¨²mero de hablantes de espa?ol. Esos hablantes han levantado ya su voz. Y lo que es tambi¨¦n muy significativo, con su voto influir¨¢n cada vez m¨¢s en los procesos electorales. Hoy el alcalde de Los ?ngeles es de origen mexicano y tambi¨¦n, por l¨ªnea materna, el gobernador de Nuevo M¨¦xico.
Miguel Le¨®n-Portilla es antrop¨®logo e historiador mexicano.
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