Los pr¨®ximos 30
Hoy cumplimos 30 a?os, mejor dicho 10.557 n¨²meros, porque ¨¦sa es la edad real de un diario. Cuando sali¨® el n¨²mero 1 de EL PA?S, en la madrugada del 4 de mayo de 1976, Espa?a era un pa¨ªs m¨¢s cargado de expectativas que de recuerdos. Durante a?os fue madurando en paralelo con la sociedad espa?ola, en aprendizaje compartido de los usos democr¨¢ticos. En poco m¨¢s de un lustro se convirti¨® en el primer peri¨®dico nacional en difusi¨®n y tambi¨¦n en el de referencia de la Espa?a democr¨¢tica en el exterior. Ello caus¨® cierta sorpresa, porque no es habitual que un peri¨®dico de los considerados "de calidad" -riguroso, sobrio en su presentaci¨®n y estilo- sea el de mayor audiencia. Personas respetables honraron a EL PA?S con el calificativo de "intelectual org¨¢nico de la transici¨®n" (Aranguren), aunque nunca quiso ser otra cosa que un peri¨®dico. Un medio de comunicaci¨®n que se ha empe?ado siempre en ofrecer noticias veraces, aunque duelan, "y especialmente si duelen", como dijo un antiguo director de Le Monde.
Espa?a ha cambiado mucho desde 1976. Se han cumplido razonablemente las expectativas abiertas por la transici¨®n, lo que no significa que se hayan resuelto los problemas existentes: en realidad, casi ning¨²n problema se resuelve del todo; m¨¢s bien se transforma en otro diferente, abordable en mejores condiciones. La cuesti¨®n territorial, las relaciones con la Iglesia, la incorporaci¨®n de la juventud al mercado laboral, la discriminaci¨®n de la mujer, la asistencia a ancianos y personas dependientes siguen preocupando hoy a los ciudadanos, aunque el avance econ¨®mico y social permite abordarlos con mayor ambici¨®n y con car¨¢cter universal. Lo que casi nadie pensaba hace 30 a?os es que entre esas preocupaciones seguir¨ªa ocupando lugar destacado el terrorismo, una lacra que, seg¨²n expresi¨®n del escritor Jorge Sempr¨²n cuando se cumpl¨ªan 25 a?os de la muerte del dictador, es "el ¨²nico rescoldo del pasado" franquista que perdura. Por primera vez en este itinerario abrigamos la esperanza de que estemos al final del t¨²nel.
En estos a?os, los lectores han ido renov¨¢ndose, y el peri¨®dico con ellos. Asombra ver en las hemerotecas la longitud desmesurada de muchos de los textos publicados en los primeros tiempos, y la escasa presencia de ilustraciones. El dise?o del peri¨®dico ha ido cambiando sin cesar, pero poco a poco, intentando no confundir al lector. Lo que no ha cambiado ha sido la voluntad de ejercer el periodismo conforme al principio -recogido en la primera edici¨®n de nuestro Libro de Estilo- de ofrecer informaci¨®n "veraz, interesante, actual y de alta calidad, de manera que ayude al lector a entender la realidad y a formarse su propio criterio".
Hasta los cr¨ªticos peor dispuestos suelen admitir que EL PA?S ha introducido en la prensa espa?ola pautas que se han generalizado luego. Fue pionero en la institucionalizaci¨®n de figuras como el Comit¨¦ de Redacci¨®n o el Defensor del Lector, que han tenido una influencia considerable como elementos de exigencia profesional y respeto a los principios. Por ejemplo, el de lealtad en la relaci¨®n con los lectores, manifestado en usos como el de reconocer los errores sin apostillas ni disimulos; o el de evitar convertir en noticia al propio peri¨®dico, sus directivos o trabajadores: el paisajista no debe formar parte del paisaje.
En 1976, Espa?a ten¨ªa 36 millones de habitantes y era todav¨ªa un pa¨ªs de emigraci¨®n. Hoy somos casi 45 millones, de los que 3,6 millones (un 8,5%) han nacido en otros pa¨ªses. Hace 30 a?os hab¨ªa 2,3 millones de analfabetos; ahora, apenas 100.000. Se dice que los j¨®venes apenas leen, pero algunos soci¨®logos piensan que no es que lean menos que antes, sino que son m¨¢s sinceros para reconocerlo en las encuestas; y, por otra parte, que tienen h¨¢bitos de lectura diferente: prefieren hacerlo en Internet; tambi¨¦n se pens¨® que el tel¨¦fono acabar¨ªa con el g¨¦nero epistolar, pero nunca se han escrito tantas cartas por e-mail ni enviado tantos mensajes por los m¨®viles, aunque sea en un lenguaje peculiar.
No se sabe si se leer¨¢n muchos peri¨®dicos dentro de 30 a?os, pero es seguro que ser¨¢n muy diferentes a los de hoy. Los principales diarios del mundo intentan adaptarse a los desaf¨ªos que plantean las nuevas tecnolog¨ªas, incluyendo la posibilidad de interacci¨®n entre emisor y receptor; y a h¨¢bitos tambi¨¦n nuevos en la relaci¨®n con los medios, como los derivados de la aparici¨®n de los diarios gratuitos y otros productos de consumo r¨¢pido. Esperamos estar a la altura de esos desaf¨ªos para que vuelva a verificarse el aforismo que proclama que la prensa tiene los siglos contados; para poder celebrar dentro de otras tres d¨¦cadas la continuidad de este peri¨®dico, que hoy cambia de director por tercera vez en su historia.
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