El metro sobre el asfalto
Los buhometros se estrenan con autobuses semivac¨ªos y quejas de usuarios por la mala se?alizaci¨®n
S¨¢bado, 3.20. En la glorieta de Bilbao, una turba de j¨®venes intenta superar el v¨¦rtigo de la noche entrando y saliendo de los locales de copas. Los m¨¢s precavidos prefieren evitar los imprevistos que depara la oscuridad y comienzan el regreso a casa. Desde la madrugada de ayer pueden hacerlo en la nueva red de buhometros, los autobuses nocturnos que los fines de semana y v¨ªspera de festivos recorren durante la madrugada los mismos trayectos que las l¨ªneas de metro.
Amaly, estudiante de espa?ol procedente de Estados Unidos, espera el autob¨²s que la llevar¨¢ a la parada de Antonio Machado. Ha conocido el nuevo servicio gracias a un cartel del metro, pero se queja de que la escasa se?alizaci¨®n hace muy dif¨ªcil encontrar las paradas de los autobuses. "No sabemos c¨®mo funciona el nuevo sistema", protesta. La estadounidense comienza a hablar con Ibert, un argentino que lleva en Espa?a tres a?os "por el puto corralito", y que parece m¨¢s informado sobre el nuevo sistema de transporte. A trav¨¦s de Ibert, se entera de que los 15 minutos que lleva esperando no han servido para nada: su buhometro, el L7, equivalente a la l¨ªnea 7 del suburbano, tiene su parada unos metros m¨¢s abajo.
El argentino lleva ya un buen trecho recorrido. En Canillas cogi¨® el L4 que le dej¨® en Bilbao y ahora espera el L1 en direcci¨®n a Puente de Vallecas. Ibert cuenta que la conductora que le trajo hasta aqu¨ª estaba "perdid¨ªsima" en su primer d¨ªa de servicio. "Un instructor le indicaba las calles por las que se deb¨ªa meter e incluso recib¨ªa llamadas en las que alguien le detallaba el camino", explica. "Puedes poner que preferimos que estos autobuses sean gratis", inquiere una chica al periodista. "Ya que las autoridades quieren que no usemos los coches por las noches, ¨¦sta ser¨ªa una forma de conseguirlo".
Las 10 personas que esperan en la parada miran con envidia al afortunado que coge un b¨²ho (autob¨²s convencional nocturno) con direcci¨®n a Cibeles. A pesar de que la Comunidad hab¨ªa informado de que el intervalo m¨¢ximo de los buhometros ser¨ªa de 15 minutos, el siguiente L1 pasa a las 3.28 (casi media hora m¨¢s tarde que el anterior). No viene solo, ya que otro L1 llega justo detr¨¢s. Una chica que a las tres de la madrugada estaba en la calle despidi¨¦ndose de sus amigas vio que a esa hora pasaron dos autobuses pr¨¢cticamente vac¨ªos con un intervalo de pocos minutos.
Adolfo ha empezado hoy a trabajar como conductor. Cuenta que en las 12 nuevas l¨ªneas se han hecho en los ¨²ltimos d¨ªas viajes de prueba sin pasajeros. Seg¨²n explica, el retraso que lleva su autob¨²s se debe a un cami¨®n de la basura que se ha encontrado por el camino. "Llegamos 20 minutos m¨¢s tarde, macho", comenta desde la ventanilla a otro conductor que viaja en sentido contrario.
Bea y Mar, dos de las 25 personas que hay dentro del veh¨ªculo, comentan mientras beben una copa que han viajado de Concha Espina hasta la plaza de Castilla con el L9 y ah¨ª han cogido el L1 en direcci¨®n a Atocha. Van a salir "hasta que la fiesta dicte". A la vuelta, le llevar¨¢n a casa sus "colegas" en el coche o se volver¨¢n en metro, que para esas horas ya estar¨¢ abierto de nuevo.
En una marquesina de la calle de Sevilla, a las se?ales rojas que indican que por ah¨ª pasan los autobuses 15 y 20, se les ha a?adido ahora una con fondo negro y un rombo amarillo donde se lee L1. Multitud de j¨®venes bajan la Gran V¨ªa en direcci¨®n a Cibeles. Muchos de ellos, con latas de cerveza que han comprado por un euro a los chinos apostados a las salidas de las discotecas. En la parada del autob¨²s, donde se detienen tanto los antiguos como los nuevos buhometros, un chico aprovecha la espera para meterle mano a otro.
En total, 20 j¨®venes aguardan pacientes a que llegue su autob¨²s. Una pareja -Emilio, gafas de pasta; Bego?a, chapas en la solapa- cuenta que la cola que hab¨ªa delante de una cercana discoteca popera les ha disuadido de entrar. Al ver pasar el L2 que le lleva hasta Cuatro Caminos, Bego?a ha optado por volver a casa. Unos 15 minutos m¨¢s tarde llega el autob¨²s con direcci¨®n a su destino y Bego?a y cuatro personas m¨¢s se montan en ¨¦l. El alcohol que ha bebido alg¨²n pasajero hace que tenga dificultades para encontrar la ranura por la que hay que introducir el bonob¨²s, pero los conflictos se quedan ah¨ª. Paco, el conductor, lo corrobora: "Esto va de lujo. Nadie arma bronca aqu¨ª dentro".
Antes de bajarse, Bego?a dice estar encantada con el nuevo servicio. "Ya no volver¨¦ a estar en un bar sin tener ganas s¨®lo para hacer tiempo hasta que venga el metro", asegura.
Aparcar el coche
Este fin de semana la capital ha estrenado los buhometros: 12 l¨ªneas de autob¨²s que funcionar¨¢n las madrugadas de los s¨¢bados, domingos y festivos durante las horas en que el metro permanece cerrado (entre la 1.30 y las seis de la madrugada).
El objetivo es tratar de conseguir que j¨®venes y mayores que salen de marcha los fines de semana no cojan el coche despu¨¦s de haber bebido alcohol. Con esa idea, la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, prometi¨® durante la campa?a electoral que el metro abrir¨ªa durante las 24 horas los fines de semana. Pero los sindicatos del suburbano rechazaron la medida por cuestiones laborales y, adem¨¢s, mantener abierta toda la red de metro disparaba el coste para la Comunidad.
Por otro lado, las 24 l¨ªneas de autobuses nocturnos (b¨²hos) que tienen su cabecera y final en la plaza de Cibeles se mantienen como hasta ahora, con los mismos recorridos, horarios y con una frecuencia de paso de unos 30 minutos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.