Sublime oscuridad visible
Decir que es la primera exposici¨®n monogr¨¢fica del artista brit¨¢nico John Martin (17891854) en Espa?a es quiz¨¢ tan insuficiente como se?alar que, en vida de este artista, sus cuadros deb¨ªan ser protegidos con verjas del acoso de las multitudes. Al fin y al cabo, a estas alturas ya sabemos demasiado sobre las veleidades de las modas y los cambios sociales de gusto. No obstante, puede acreditar mejor su importancia se?alar que fue objeto de atenci¨®n de los artistas de vanguardia contempor¨¢neos, m¨¢s all¨¢ incluso de las fronteras del Reino Unido, como le ocurri¨® al mism¨ªsimo Delacroix, entre otros, el cual aprovech¨® a fondo el sentido escenogr¨¢fico sublime de John Martin, cuya concepci¨®n de la imagen espectacular no ha tenido rival. En realidad, todav¨ªa entre los grandes hist¨®ricos del cine, desde el Griffith de Intolerancia (1915) hasta el C. B. de Mille de Los diez mandamientos, en sus dos versiones de 1923 y 1956, tienen una deuda impagable con este pintor y grabador que elev¨® el ilusionismo esc¨¦nico a una altura sin parang¨®n. Por todo ello, se comprender¨¢ que debamos saludar con alborozo el que podamos contemplar una doble muestra de su obra, que contiene 189 piezas, entre acuarelas, dibujos, grabados, libros estampados y hasta un plato cer¨¢mico, pertenecientes todas a la colecci¨®n de Michael J. Campbell, as¨ª como una selecci¨®n del numeroso tropel de sus seguidores, entre los que hay que contar a David Roberts, el escoc¨¦s que ayud¨® decisivamente a fraguar la imagen rom¨¢ntica de Espa?a. Inaugurada esta muestra en el Casal Solleric, de Palma de Mallorca, a comienzos de este a?o, si bien, por su tama?o, incompleta, tras exhibirse en Madrid, tiene previsto presentarse en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.
JOHN MARTIN (1789-1854)
'La oscuridad visible. Estampas y dibujos en la colecci¨®n Campbell'
Centro Cultural Conde Duque
Conde Duque, 9. Madrid
Calcograf¨ªa Nacional,
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
Alcal¨¢, 13. Madrid
Hasta el 25 de junio
Aunque la actividad de
John Martin fue muy vers¨¢til, incluyendo en ella la escenograf¨ªa teatral y el urbanismo, concebido ¨¦ste dentro de la corriente ut¨®pica de regeneraci¨®n social, lo cierto es que su proyecci¨®n m¨¢xima la alcanz¨® a trav¨¦s del grabado, donde fue t¨¦cnicamente un virtuoso, que trabaj¨® en el aguafuerte, el aguatinta, la manera negra directamente sobre las planchas y la litograf¨ªa. Creo que todav¨ªa no valoramos suficiente lo que signific¨® el uso brit¨¢nico del grabado a partir del XVIII, no s¨®lo por su calidad, sino como factor decisivo de difusi¨®n. Hay que recordar al respecto a Hogarth, a Blake y a Flaxman, que marcaron el destino de buena parte del arte continental posterior, con Goya e Ingres por delante. Pues bien, el durante un tiempo olvidado John Martin, aunque recuperado durante el ¨²ltimo cuarto de siglo, sirvi¨® de puente entre la generaci¨®n de los artistas sublimes brit¨¢nicos -Wright de Derby, Blake, Fusely, Flaxman, etc¨¦tera- y el romanticismo occidental que triunf¨® tras 1830, entre quienes fue un ¨ªdolo. He citado antes al franc¨¦s Delacroix, pero es muy significativa la inquina que profes¨® John Ruskin a Martin, siendo como fue el que, en algunos casos, se gran cr¨ªtico brit¨¢nico un adorador de Turner, quiz¨¢ porque el sentido de lo espectacular de ambos estaba tan pr¨®ximo confunde.
En cualquier caso, la exposici¨®n que nos visita pone por s¨ª misma las cosas en claro, porque no s¨®lo re¨²ne un n¨²mero de obras muy copioso, sino porque est¨¢ muy bien did¨¢cticamente trabada. Est¨¢ dividida en 17 apartados, que nos ense?an los prototipos t¨¦cnicos, pero tambi¨¦n las series que constituyeron verdaderos hitos en la formidable capacidad de John Martin como ilustrador. Acompa?a la muestra un grueso cat¨¢logo, que reproduce la obra de este artista y contiene diversos ensayos, entre ellos el redactado por el propio Michael J. Campbell, due?o de la colecci¨®n, comisario de la exposici¨®n y consumado experto, que adem¨¢s ha escrito las fichas de todas las obras ahora exhibidas. En definitiva: que nos hallamos ante una convocatoria absolutamente imprescindible.
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