Normalidades
"Normalidad", palabra definida en el diccionario de la Real Academia Espa?ola como cualidad o condici¨®n de normal. Es decir, los rasgos y caracter¨ªsticas que hacen que sea normal una realidad determinada. En nuestro caso, todo indica que vamos a tener que volver a familiarizarnos con aquella palabra denominada "normalizaci¨®n", famosa desde el Pacto de Ajuria Enea, y que no era sino una v¨ªa orientada al reequilibrio pol¨ªtico y social y a la armon¨ªa convivencial de los ciudadanos, tras el negro cap¨ªtulo de la violencia terrorista.
Los redactores de aquel documento separaban claramente la b¨²squeda de la paz, es decir, la desaparici¨®n definitiva de la violencia terrorista (pacificaci¨®n), de los esfuerzos de construcci¨®n social de un conjunto de individuos prepar¨¢ndose para convivir, no olvidar y asumir nuevas coordenadas de futuro en claves de normalidad (normalizaci¨®n). En suma, tener m¨¢s caracter¨ªsticas en com¨²n con otras sociedades espa?olas o europeas en todo lo relativo al desarrollo pol¨ªtico, econ¨®mico y social, con el objetivo de ser tan s¨®lo extraordinarios con la demostraci¨®n de nuestras capacidades, con lo que trabajemos o desarrollemos, con lo que innovemos o propongamos, con nuestras formas de atracci¨®n y de seducci¨®n. Y superar, as¨ª, de forma segura las ra¨ªces y el impacto de ese terrorismo permanente que, de facto, se ha convertido en nuestro lastre m¨¢s pesado y en nuestro m¨¢s famoso hecho diferencial.
Por todo ello, si las esperanzas de paz se concretan a medio plazo en una realidad tangible, habr¨¢ que trabajar con plena dedicaci¨®n en la b¨²squeda de la normalidad. Y es aqu¨ª donde recuerdo algunas reflexiones de Borja Bergareche, escritas en este mismo espacio, sobre el miedo a la normalidad sin ETA. Pienso que tiene raz¨®n, que en esta Euskadi en proceso de cambio, todav¨ªa se desprende un cierto temor a vivir, sencillamente, en una sociedad normal.
Cada vez que Joseba Egibar habla, le deja bien claro. Igual que su amigo Elorrieta, empapado de esa gris melancol¨ªa nacida de su esfuerzo in¨²til por resucitar el Pacto de Lizarra, lleno de miedo hacia un futuro en paz no gestionado de forma exclusiva por "los abertzales". Igual que Madrazo y que el lehendakari, que, en su ocupaci¨®n por inyectar pol¨ªtica en la finalizaci¨®n del terrorismo, demuestran tan s¨®lo su preocupaci¨®n por el rebote pol¨ªtico que pudiera tener la salida de escena de ETA.
A pesar de todo, avanzar¨¢ el proceso de cambio y normalizaci¨®n que la sociedad necesita para hacer de su futuro un tiempo de registros avanzados de modernidad y ciudadan¨ªa. Para ello, ser¨ªa maravillosamente normal que se normalizara el futuro de este pa¨ªs a trav¨¦s del recuerdo estructural de lo m¨¢s feo de nuestro pasado como la mejor arma para que nada de esto vuelva a ocurrir, que se tuviera presente, que se explicara en las escuelas y se estudiara en las universidades.
Ser¨ªa todo un logro de normalidad que el modelo pol¨ªtico y social resultante estuviera impregnado de los valores que significaron las v¨ªctimas del terrorismo, de todos esos que le dijeron a los asesinos un "no" tan claro y contundente como para pasar a ser considerados obst¨¢culos a eliminar por parte de los que quisieron imponer un proyecto ¨¦tnico a trav¨¦s del exterminio de todo aquel que se le opon¨ªa y le molestaba. Ser¨ªa tambi¨¦n normal que facilit¨¢ramos que la Historia formulara alguna pregunta a alg¨²n que otro consejero, portavoz parlamentario y l¨ªder pol¨ªtico y sindical: ?Por qu¨¦ ETA no consider¨® que tu forma de pensar era un obst¨¢culo para su proyecto totalitario? ?Supo ETA que para ti nada causaba ni enmarcaba sus asesinatos o conflicto pol¨ªtico y pueblo milenario? En conclusi¨®n, ?Luchaste de verdad para impedir la implantaci¨®n del sue?o fascista de los asesinos o te dejaste ver por las c¨®modas coordenadas de medios no, pero fines s¨ª? Preguntas, en cualquier caso, que servir¨¢n para un retrato hist¨®rico en el que, desgraciadamente, ser¨¢ normal que haya m¨¢s de uno sin nada que decir.
Por otro lado, ser¨ªa tambi¨¦n normal que, si se constata que el alto el fuego permanente es definitivo, Batasuna vuelva a las instituciones. Ser¨ªa un enorme paso hacia la normalizaci¨®n verles entrando en ese juego democr¨¢tico en el que las cosas se consiguen a trav¨¦s de las reglas ya normalizadas de mayor¨ªas y minor¨ªas sobre la aplicaci¨®n efectiva del derecho de decisi¨®n, ya reconocido a la ciudadan¨ªa desde hace a?os e inherente a ¨¦sta en cualquier sistema democr¨¢tico.
Y en este punto, tiene l¨®gica que consideremos normal que Batasuna tenga la obligatoriedad de demostrarnos a todos, durante una buena cantidad de a?os, que sabe ser un partido democr¨¢tico. Ser¨ªa un signo de normalidad, una se?al de etapa superada, que todos comprendi¨¦ramos que, una vez desaparecido el terrorismo, Batasuna necesitar¨¢ una buena temporada sin m¨¢s apoyo pol¨ªtico que el que le d¨¦ la ciudadan¨ªa en las urnas junto al que algunos estamos deseando darle desde hace ya unos cuantos a?os; esto es, la oportunidad para que demuestre que es capaz de ir comprendiendo toda la cultura democr¨¢tica que hasta la fecha no ha comprendido. La sociedad entender¨¢ como normal que le demos muchos a?os, d¨¦cadas si hicieran falta, antes de empezar a hablar de cualquier otra cosa. Despu¨¦s de todo, es perfectamente normal que no tengamos ninguna prisa.
Eduardo Madina es secretario de Estudios Pol¨ªticos del Partido Socialista de Euskadi.
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