El aula de Wenger
La apuesta por el mestizaje y el rechazo absoluto a los peores h¨¢bitos del f¨²tbol ingl¨¦s, claves en el ¨¦xito del Arsenal y de su entrenador
Lealtad inglesa, creatividad francesa y tes¨®n alem¨¢n. Con estos tres atributos bien subrayados, Ars¨¨ne Wenger, de 59 a?os, se ha convertido en el mu?idor de un rutilante Arsenal. El magisterio de El Profesor, como en tono despectivo le llama Alex Ferguson, ha sido crucial en la espectacular d¨¦cada del Arsenal. Un ascenso que se inici¨®, precisamente en Par¨ªs, hace 11 a?os, tras una final de la Recopa. Un golazo del zaragocista Nayim en el Parque de los Pr¨ªncipes provoc¨® un terremoto en el seno de los ca?oneros, cuyos dirigentes decidieron dar un vuelco al club. Para asombro general, el rancio equipo gestado en 1886 en una f¨¢brica de armas de Woolwich, un suburbio al sureste de Londres, ech¨® el lazo a un t¨¦cnico franc¨¦s que trabajaba en Jap¨®n. Era 1996 y Wenger dej¨® al Nagoya para aterrizar en Londres, donde fue recibido de forma elocuente por m¨¢s de un medio: "?Ars¨¨ne, who?", titul¨® alg¨²n rotativo brit¨¢nico. Al margen de su periodo de meditaci¨®n japon¨¦s, su curr¨ªculo se limitaba a un periplo por los banquillos del Nancy, el Cannes y el M¨®naco. Como jugador, su hoja de servicios era a¨²n m¨¢s escueta: su mayor registro era haber debutado en la Primera francesa con 29 a?os y haber dejado la categor¨ªa once partidos despu¨¦s, tras comprobar que con su pericia como central del Estrasburgo, su ciudad natal, no ten¨ªa mucho futuro. Sin perder de vista el f¨²tbol, Wenger dej¨® las botas por los libros. Curs¨® Sociolog¨ªa, se licenci¨® en Econ¨®micas y se matricul¨® en un curso de ingl¨¦s en Cambridge (hoy habla seis idiomas). Pero nadie se imaginaba la revoluci¨®n que estaba a punto de iniciarse en el Arsenal.
En un f¨²tbol tan permisivo con las broncas nocturnas, los tragos largos y la grasienta dieta brit¨¢nica, Wenger, serio, fr¨ªo y distante con el vestuario, cort¨® de ra¨ªz los malos h¨¢bitos. Empez¨® por el capit¨¢n, Tony Adams, que lleg¨® a confesar que hab¨ªa jugado borracho. Merson, internacional ingl¨¦s, alternaba la botella con todo tipo de juegos; Parlour tambi¨¦n hab¨ªa descarrilado hace tiempo. Los tres dejaron el Arsenal. Poco a poco Wenger desterr¨® a los jugadores ingleses y abri¨® las fronteras del vestuario de Highbury, sobre todo a franceses, holandeses y espa?oles. Cre¨® un mestizaje tal, que esta misma temporada en el Arsenal han convivido futbolistas de 14 nacionalidades. El experimento ha funcionado de tal forma que bajo su mandato el club ha conquistado tres Ligas y cuatro Copas. Adem¨¢s, Wenger, devoto de la formaci¨®n de jugadores, siempre ha preferido apostar por jugadores a¨²n en edad escolar que por grandes estrellas. El primer paso lo dio con Anelka, al que rescat¨® de la suplencia del PSG cuando s¨®lo ten¨ªa 17 a?os y le convirti¨® en figura. No es el ¨²nico riesgo que Wenger ha sido capaz de asumir. Nunca ha tenido reparos en apostar por futbolistas con etiqueta de fracasados: Vieira y Henry llegaron a Highbury tras ser despedidos, respectivamente, por el Milan y el Juventus; Overmars, tras una grav¨ªsima lesi¨®n de rodilla con el Ajax; Bergkamp, despu¨¦s de abandonar el Inter, donde se hartaron de su renuncia a volar... Con Wenger de tutor todos ellos elevaron su cotizaci¨®n. Como el propio t¨¦cnico, tan reputado en todo el planeta como canonizado en el Arsenal, donde ejerce tal control que incluso ha sido ¨¦l en persona quien ha encargado el mobiliario del vestuario del Emirates Stadium -el nuevo estadio del club-. Por su v¨ªa acad¨¦mica el viejo Arsenal est¨¢ a punto de dar el mayor ca?onazo de su historia.
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