El camino hacia la novela total
Mario Vargas Llosa ha celebrado su septuag¨¦simo aniversario con este primer volumen de Obras completas, proyecto que va para largo, pues continuar¨¢ hasta un total de diez a un ritmo de dos anuales y que integra en ¨¦ste las dos primeras novelas que le proporcionaron repentinamente fama universal, La ciudad y los perros (Premio Biblioteca Breve, 1962, y de la Cr¨ªtica despu¨¦s) y La casa verde (1966, luego Premio R¨®mulo Gallegos), los relatos de Los jefes y la novela corta Los cachorros (1967), m¨¢s el poco conocido ap¨¦ndice de un discurso pronunciado con ocasi¨®n de su segunda novela cuando obtuvo el galard¨®n citado en 1968, Historia secreta de una novela. Todo ello en una edici¨®n prologada brevemente por el autor, quiz¨¢ demasiado apresurada, pues falta el debido aparato bibliogr¨¢fico y cronol¨®gico, cuidada por Antoni Munn¨¦, con alguna anotaci¨®n previa tambi¨¦n breve y sin mayor aparato. Todo ya estaba publicado por Alfaguara en su Obra reunida, pero constituye una recopilaci¨®n definitiva y que se prolongar¨¢ hasta su obra teatral, ya muy importante, los ensayos literarios y pol¨ªticos, los autobiogr¨¢ficos y los period¨ªsticos, entre los que se anuncia una obra "autoprohibida", que reaparecer¨¢ en mayo, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez. Historia de un deicidio, escrita en los tiempos de su amistad y admiraci¨®n hacia la obra del colombiano, que se interrumpieron despu¨¦s, en un incidente todav¨ªa inexplicado.
OBRAS COMPLETAS, I Narraciones y novelas, 1959-1967
Mario Vargas Llosa
Galaxia Gutenberg/C¨ªrculo
de Lectores. Barcelona, 2006
1.002 p¨¢ginas. 50 euros
Vargas Llosa escribi¨® siempre, desde su juventud. De hecho, a sus compa?eros de Universidad, que le llamaban "el sartrecillo valiente", les escrib¨ªa rebeldes novelillas pornogr¨¢ficas, una manera de protestar contra el autoritarismo que le rodeaba, empezando por el de su propio padre, que le llev¨® a entrar en un colegio militar (el Leoncio Prado, escenario de La ciudad y los perros) y a militar durante un a?o en el comunismo, del que le salv¨® por otra parte el existencialismo de un Sartre, su m¨¢ximo inspirador inicial. Luego vendr¨ªan la influencia de un Faulkner para La casa verde, mucho m¨¢s compleja y ya con ambici¨®n de totalidad, y sobre todo la de Flaubert y las novelas de caballer¨ªa, que estallar¨ªan ya del todo en su primer ensayo de novela total, Conversaci¨®n en La Catedral, lo que le supuso su encarrilamiento definitivo.
Aquellos primeros a?os fue
ron los de su acercamiento a la revoluci¨®n cubana de Castro, con cuyo aparato intelectual colabor¨® estrechamente, pero de la que se separ¨® sin esc¨¢ndalo despu¨¦s, haciendo p¨²blica su disidencia con ocasi¨®n del caso Padilla, que dividi¨® de hecho al grupo que ya se conoc¨ªa como el boom de la nueva novela latinoamericana, parti¨¦ndolo en dos: del lado castrista se alinearon Julio Cort¨¢zar y Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, y de la disidencia, Vargas Llosa y el espa?ol Juan Goytisolo, entonces muy cercano a todos ellos, mientras Carlos Fuentes mantuvo siempre una actitud m¨¢s ambigua. Pero de hecho, y tras manifestar sus admiraciones anteriores por los libros de caballer¨ªas y Flaubert, pas¨® a experimentar las de Karl Popper, Isaiah Berlin y hasta Margaret Thatcher, y culmin¨® su evoluci¨®n cuando lleg¨® a presentarse a las elecciones presidenciales peruanas donde fue derrotado por Fujimori. Pero Mario Vargas Llosa, a medias entre Londres y viajes por el mundo entero, no dej¨® nunca de continuar su carrera literaria, pues descubri¨® que la pol¨ªtica no era lo suyo, como le aconsejaba su agente literaria Carmen Balcells, pues su abandono de la pol¨ªtica activa supuso su confirmaci¨®n como escritor. Tras un paso persistente por el teatro, donde pese a su excelencia no alcanz¨® los laureles perseguidos, con obras muy importantes aunque nunca logradas del todo, sigui¨® su carrera en busca de la "novela total", con obras que le han permitido conseguir los premios m¨¢s importantes, el Planeta, el Pr¨ªncipe de Asturias, el Cervantes, o su elecci¨®n como miembro de la Real Academia Espa?ola, aunque el Nobel se le sigue resistiendo por ahora, y continuando su incansable carrera period¨ªstica y ensay¨ªstica.De todas formas, el inter¨¦s de este primer volumen es el de ver los importantes principios de la primera etapa de esta gran trayectoria, siempre continuada bajo las reglas del compromiso, seg¨²n el principio sartriano. Asimismo, existe aqu¨ª subyacente el af¨¢n por lo autobiogr¨¢fico, su tenacidad continua en el trabajo, su tentaci¨®n por el erotismo y su af¨¢n m¨¢s por la tragedia que por la comedia. Algunos le acusamos de carecer de humor, y escribi¨® la casi policial ?Qui¨¦n mat¨® a Palomino Molero? y la humor¨ªstica Pantale¨®n y las visitadoras para desmentirnos brillantemente, y exhibi¨® la solidez de su documentaci¨®n para soltarse el pelo y colocar La guerra del fin del mundo en el camino de su b¨²squeda de la totalidad. A veces ha cedido a la experimentaci¨®n, como en El hablador, aunque si se considera que prolonga Historia de Mayta se llega a la conclusi¨®n de que es uno de sus creadores, m¨¢s que su disc¨ªpulo.
En fin, aqu¨ª est¨¢n Los jefes, como una lucha contra todos los autoritarios; La ciudad y los perros, como modelo de combate contra el militarismo y reflejo de Lima; Los cachorros, como modelo adolescente de tragedia, y La casa verde, como la introducci¨®n de Faulkner y la complejidad de escenarios casi simult¨¢neos en su primer intento de la novela total, cuya b¨²squeda aqu¨ª se iniciaba, y de donde ya nadie le ha destronado, sobre todo despu¨¦s de Conversaci¨®n en La Catedral y de su gran ¨¦xito final, La fiesta del Chivo, que ha sido ya otra vez indiscutible.
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