Brines destaca en su ingreso en la RAE la "veracidad y autenticidad" de Cernuda
El nuevo acad¨¦mico recorre las ra¨ªces de su pasi¨®n po¨¦tica y recuerda a Buero Vallejo
Llevaban cinco a?os esperando su discurso de entrada y le recibieron en pie y con un aplauso cerrado. El poeta valenciano Francisco Brines recorri¨® ayer, en su ingreso en la Real Academia Espa?ola (RAE), las firmes ra¨ªces de su pasi¨®n po¨¦tica con un discurso dedicado a Luis Cernuda, cuya "veracidad y autenticidad fueron siempre ejemplares", dijo. Pero antes de penetrar en sus referentes po¨¦ticos, Brines rindi¨® homenaje a Antonio Buero Vallejo, cuyo sill¨®n X ocupa ya el autor de Las brasas. Poetas de todas las generaciones y tendencias est¨¦ticas arroparon al nuevo acad¨¦mico.
Con Juan Ram¨®n Jim¨¦nez aprendi¨® a gozar y valorar su intimidad
Tras el recuerdo de ley a Buero Vallejo, Brines entr¨® de lleno en su mundo po¨¦tico
Ataviado con el obligado frac y acompa?ado por ?lvaro Pombo y Antonio Fern¨¢ndez Alba, los dos ¨²ltimos en ingresar en la Academia, Francisco Brines entr¨® con paso firme en un abarrotado sal¨®n de actos. Le aplaud¨ªan Guillermo Carnero, Andr¨¦s Trapiello, Carlos Marzal, Jaime Siles, Luis Antonio de Villena, Tom¨¢s Segovia, Vicente Gallego, Pere Rovira, Corredor Mateos, Jacobo Mu?oz y Lorenzo Oliva, entre otros. No faltaron tampoco Carmen Alborch, Miguel ?ngel Cort¨¦s y el arquitecto Jaime Navarro Baldeweg.
Junto a la mesa presidencial, oacupada por el director V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha y por Gregorio Salvador y Guillermo Rojo, comenz¨® Francico Brines sus palabras con un recuerdo justo a Buero Vallejo: "Dramaturgo tan significativo en la historia de nuestro teatro que, sin ¨¦l, la de estos ¨²ltimos 50 a?os hubiera tenido que escribirse de muy diferente modo y hubiera discurrido por cauces que resulta muy dif¨ªcil imaginar".
El poeta valenciano desgran¨® las claves de la vigencia de la obra de su antecesor: "Si el teatro suyo quiso asumir una dimensi¨®n de trascendencia m¨¢s all¨¢ del universo de la comedia existente, si quiso convertirse en detonador de la conciencia colectiva y de la reflexi¨®n, y en crisol de dudas, juicios de valor, reprobaciones y problemas, lo hizo desde la perspectiva de la renuncia al didactismo y a la transmisi¨®n de mensajes un¨ªvocos, y as¨ª, bajo el concepto de posibilismo por ¨¦l acu?ado". ?ste supon¨ªa un juego de s¨ªmbolos en el teatro de Buero, pero con referentes realistas, "lo que asegur¨® a su teatro una recepci¨®n y, al tiempo, una supervivencia de mayor alcance que la reservada a quienes han querido convertir sus textos en veh¨ªculo de intervenci¨®n en lo coyuntural", asegur¨®.
Tras el recuerdo de ley a Buero, Brines entr¨® de lleno en su mundo po¨¦tico. "El primer poeta que, emocionado, le¨ª de ni?o, y del que repet¨ªa de memoria poemas, fue B¨¦cquer; pero entonces yo s¨®lo era aprendiz de lector", record¨®. Despu¨¦s tuvo un tropiezo. "Mi memoria se detiene m¨¢s tarde en Rub¨¦n Dar¨ªo, y lo le¨ª tan completo en papel biblia que cuando llegu¨¦ a Azul... me hab¨ªa enredado, y fatigado por su culpa, en la nada estimulante poes¨ªa decimon¨®nica espa?ola, que el adolescente nicarag¨¹ense hab¨ªa hecho suya, y llegu¨¦ a la armoniosa poes¨ªa rubeniana como llega un n¨¢ufrago; de ah¨ª que, aun gust¨¢ndome tanto, no llegara a golpearme su luz como hubiera debido", confes¨®.
Pero pronto se recuper¨® gracias al impacto de un enorme poeta. "Quien absolutamente me prendi¨® para siempre a la poes¨ªa fue, en mi adolescencia colegial, Juan Ram¨®n Jim¨¦nez. Su segunda Antolog¨ªa po¨¦tica se convirti¨® en mi personal biblia. Aprend¨ª en ¨¦l a descubrir y reconocer la belleza en el mundo exterior, con todas sus vislumbres, y a demorarme con complacencia en mis propios y m¨¢s secretos sentimientos. Es decir, aprend¨ª a gozar y valorar mi intimidad. El resultado final fue que arrastrara la adolescencia m¨¢s all¨¢ de su tiempo biol¨®gico", asegur¨® Brines.
Con Juan Ram¨®n de la mano, Brines fue saltando a otros poetas y descubri¨® a Luis Cernuda, a quien dedic¨® la mayor parte de sus palabras en el discurso de ingreso en la RAE. "Nadie como Cernuda, en mi experiencia lectora, hab¨ªa sabido incorporar con tanta verdad y completud al hombre que ¨¦l era en las palabras escritas. Era una experiencia que me conmocionaba y una posible lecci¨®n de proyecci¨®n personal en el poema. Desde entonces pens¨¦ que ser¨ªa por mi parte un acto obligado de lealtad y de agradecimiento hacerles llegar a ambos, aun sin conocerlos personalmente, los libros que yo pudiera escribir", dijo Brines.
Es Cernuda, seg¨²n Brines, quien mejor representa la continuidad de los mejores de la tradici¨®n. Quien deslumbra a futuras generaciones con la aparici¨®n de La realidad y el deseo, en 1936. Una carrera que frena por la guerra pero que contin¨²a derribando tab¨²es despu¨¦s, incorporando en las mismas esferas la tradici¨®n de G¨®ngora, Garcilaso, Machado, Unamuno, con su contemporaneidad y con una comprometida mirada a la modernidad que le permite derribar barreras despu¨¦s. "Escribe desde el impulso de las sensaciones (las del jazz, el cine, las grandes ciudades que ahora conoce: Madrid, Par¨ªs) y se sirve de la poes¨ªa para expresar los momentos m¨¢gicos y una rebeld¨ªa extrema que extravierte", afirma Brines.
Es cuando busca una transparente verdad, una desnudez que acaba siendo tan confesional como provocadora: "El lenguaje ahora tiende, en correspondencia con lo que nos dice, a una mayor naturalidad de lo vivo. Por vez primera, en Los placeres prohibidos se expone en la poes¨ªa espa?ola, y con toda franqueza, la homosexualidad, entonces tan execrada", cree el autor valenciano. "Una vez rota esta ¨ªntima y pudorosa barrera, la veracidad y la autenticidad de la obra cernudiana, en lo que concierne a su ¨¦tica personal, ser¨¢n siempre ejemplares".
El impacto de esa revelaci¨®n es clave en su visi¨®n po¨¦tica y por eso quiso ayer remarcarlo en la RAE: "A Cernuda siempre le import¨® desvelar en el poema la verdad del hombre que ¨¦l era, conocerse a s¨ª mismo en ¨¦l. Y por ser su verdad, podr¨ªa ser la de los otros. No al contrario. De ah¨ª que nunca pretenda adular al lector y as¨ª ganarlo para s¨ª mismo; queda con ello subrayada su independencia, su vivida verdad. Y como ese logro lo desear¨ªa perseguir todo hombre, la presencia visible de esa cualidad es asentida por el lector. De ah¨ª que se comunique tan certeramente".
Babelia
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