El amigo de Juan XXIII
Miembro de la Real Academia de la Historia, de euskaltzaindia, de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del Pa¨ªs, Jos¨¦ Ignacio Tellechea Id¨ªgoras (San Sebasti¨¢n, 1928) ha gozado del privilegio de asistir de cerca a la evoluci¨®n de la Iglesia cat¨®lica en los ¨²ltimos 50 a?os, mientras manten¨ªa su actividad docente e investigadora como historiador. Ahora, ya jubilado, reside en su ciudad natal dedicado por completo al rastreo de documentos, una pasi¨®n que ha marcado su trayectoria profesional. "Buena parte de mi obra procede de un hallazgo", afirma. "No he hecho obra de encargo, salvo contadas excepciones, como el ¨²ltimo que he publicado sobre el padre Jos¨¦ Mar¨ªa Arizmendiarrieta, el fundador de las cooperativas de Mondrag¨®n".
Jos¨¦ Ignacio Tellechea, reconocido por sus estudios sobre Carranza o Miguel de Molinos, es un buen conocedor de la Iglesia romana
Su vida profesional est¨¢ marcada por el arzobispo Bartolom¨¦ Carranza, un prohombre de la Iglesia cat¨®lica, referente en el Concilio de Trento, que al final de su vida cae en desgracia y es procesado por la Inquisici¨®n durante 17 a?os. Tambi¨¦n ha estudiado a Miguel de Molinos, un m¨ªstico espa?ol, tambi¨¦n procesado por aquel Tribunal. Y a Unamuno, cristiano inc¨®modo.
Pero no hay que buscar vinculaciones extraordinarias. No hay una preferencia por una ¨¦poca, ni un tema, ni un personaje, parece que lo impera es la trascendencia del hallazgo en s¨ª. "Ahora mismo, acabo de descubrir el informe detallado sobre los hospitales en Guip¨²zcoa, una orden de Felipe II por la que pide al corregidor de Guip¨²zcoa que le haga una relaci¨®n de los hospitales de la provincia para reorganizarlos; aquellos hospitales eran sobre todo refugios para peregrinos, con una atenci¨®n precaria y mucha burocracia. El informe ofrece un panorama de la provincia desconocido hasta ahora; por ejemplo, s¨®lo en Azpeitia hab¨ªa tres centros de este tipo".
La tarea del historiador tambi¨¦n incluye la interpretaci¨®n de los datos, siempre desde la objetividad absoluta. Tellechea Id¨ªgoras lo explica con un ejemplo: "Hace a?os, en una conferencia sobre mi libro Felipe II y el papado, una persona, al terminar, me dijo: "es que yo no puedo ver a Felipe II" a lo que yo respond¨ª: "pues vaya usted al oculista". "Al final, lo que queda en nuestro trabajo es la recogida de documentaci¨®n, como los que presento en mi libro: m¨¢s de 500 cartas escritas por el monarca espa?ol y otras tantas de los papas a Felipe II. Eso es lo que me interesa a m¨ª. Luego, que cada cual saque sus conclusiones".
Y luego est¨¢n las vivencias personales, de los participantes an¨®nimos de la Historia. "Eso se ve con los sucesos recientes, por ejemplo, la Guerra Civil. Quien tiene la vivencia, aunque no la sepa expresar, al o¨ªr determinadas cosas, dice: 'No, no, no es as¨ª'. El testimonio de quien ha vivido un acontecimiento hist¨®rico es un valor a?adido", comenta Jos¨¦ Ignacio Tellechea, como si estuviera hablando de un episodio de su trayectoria vital, jalonada por encuentros con personajes relevantes de la Iglesia cat¨®lica como Hans Kung, Benedicto XVI o el padre Arrupe.
Pero, sobre todo, Juan XXIII o, cuando le conoci¨® aquel joven estudiante en la Universidad Gregoriana de Roma, el cardenal Angelo Giuseppe Roncalli, para quien ejerci¨® de gu¨ªa durante su primer viaje a Espa?a. "Nuestra relaci¨®n surgi¨® de la casualidad. Roncalli, cuando ven¨ªa a Roma, se quedaba en nuestro colegio universitario, donde est¨¢bamos, entre otros, monse?or Laboa y yo. Despu¨¦s de la cena, ¨ªbamos a saludarle y habl¨¢bamos con ¨¦l. Nos confes¨® que no conoc¨ªa Espa?a y entonces se organiz¨® un viaje. Y Laboa y yo, que no ten¨ªamos 30 a?os, le acompa?amos".
El viaje debi¨® resultar m¨¢s que entretenido para aquellos dos j¨®venes guipuzcoanos que en los a?os 50 cruzaban Espa?a con un cardenal veneciano, de obispado en monasterio, a bordo de un autom¨®vil, al ritmo galopante que impon¨ªa la agenda de Roncalli. "Vimos Javier y luego salimos desde San Sebasti¨¢n y pasamos por Bilbao, Comillas, Compostela, Mondo?edo, Santiago, Salamanca, Valladolid, ?vila...". Al final, los frenos del coche no pudieron con tanto traj¨ªn y tuvieron que parar en Soria, hacer noche en Zaragoza...
"Era una persona extraordinaria, muy ocurrente, divertida, sencilla", recuerda Tellechea quien volvi¨® a encontrarse con Roncalli en Venecia, poco antes de que ¨¦ste llegara al papado. Y convocara el Concilio Vaticano II. "Entonces, se asust¨®, lo puedo decir de buena fuente. No le gustaba la pol¨¦mica; ¨¦l no pensaba que se discutir¨ªa tanto, aquellos debates teol¨®gicos tan apasionados. Ahora bien, la providencia maneja a las personas", concluye Tellechea, "tampoco era inesperado, ven¨ªa incub¨¢ndose, los te¨®logos ya marcaban ese cambio que traer¨ªa el Concilio".
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