La estrella de barro
Mar¨ªa del Carmen L. C., ex actriz del porno barcelon¨¦s, pesaba poco m¨¢s de 30 kilos cuando muri¨® de inanici¨®n
Mar¨ªa del Carmen L. C., de 55 a?os, muri¨® de inanici¨®n, empapada en sus propios orines y excrementos, en un piso del casco antiguo de Barcelona. Los m¨¦dicos que certificaron su defunci¨®n aseguran que al fallecer pesaba poco m¨¢s de 30 kilos. Apenas era una sombra de aquella actriz del porno barcelon¨¦s que se vanagloriaba de haber recorrido medio mundo perseguida por sus amantes. Un juzgado ha abierto diligencias contra su hijo Marc por un supuesto delito de omisi¨®n de socorro.
"Todos conoc¨ªamos a Mar¨ªa del Carmen. Hemos sido testigos de un largo proceso de degradaci¨®n", aseguran los vecinos de la calle de Ramalleres, mientras apuntan con el dedo el balc¨®n vac¨ªo de un piso principal, en el que a menudo se asomaba la mujer para vocear en el aire. El alcohol y los antidepresivos constituyeron la mezcla letal que peri¨®dicamente la llevaba al borde de la locura, a un permanente estado de agresi¨®n, y que el pasado 16 de mayo le provoc¨® su muerte.
El juez acusa a un hijo de la v¨ªctima, Marc, de un delito de omisi¨®n de asistencia
Los servicios asistenciales del Ayuntamiento de Barcelona conoc¨ªan el caso desde hac¨ªa al menos cinco a?os. En reiteradas ocasiones hab¨ªan intentado imponerle un tratamiento de desintoxicaci¨®n, incluso internarla en un centro para alcoh¨®licos, especializado en mujeres. En una ocasi¨®n la ambulancia estuvo esperando pacientemente en la calle, mientras los agentes de la Guardia Urbana trataban en vano de convencerla para que abandonara la casa e ingresara en un hospital.
"La o¨ªmos c¨®mo amenazaba a los agentes. Les grit¨® que si ella no quer¨ªa no podr¨ªan ingresarla por la fuerza. No hubo fuerza humana capaz de arrancarla de su domicilio. Tampoco hab¨ªa nada legal para imponerle un ingreso contra su voluntad", afirman residentes del barrio, los mismos que a menudo la ayudaban a levantarse del suelo cuando ca¨ªa en la calzada, mareada por el alcohol. Entonces ella suplicaba como toda ayuda otra botella de cerveza.
Mar¨ªa del Carmen L. C. compart¨ªa su soledad con su madre de 92 a?os y con su ¨²nico hijo Marc, 35 a?os, auxilar administrativo de un municipio cercano, fruto de un amor apasionado con un actor como ella, que algunos testigos sit¨²an en Sevilla. No se le conoc¨ªa ning¨²n otro familiar, ni amigos.
"Hace tres a?os tuvimos que llamar a los bomberos para que acudieran a la casa y apagaran el incendio que ella misma hab¨ªa provocado al encender una vela", explica una vecina del mismo rellano mientras sube poco a poco los escalones desvencijados de una casa sin ascensor. La puerta del domicilio conserva a¨²n las huellas de aquel fuego.
"En los momentos de lucidez y serenidad, que en los ¨²ltimos seis meses fueron muy pocos, se lamentaba de su soledad. Hablaba de sus antiguos sue?os, de sus momentos de gloria, para acabar inexorablemente caminando hacia el bar o la bodega", relata en voz baja, como si se tratara de un secreto, un tendero de un comercio cercano.
La vida de Mar¨ªa del Carmen por aquella ¨¦poca pend¨ªa ya de un hilo y su ¨²nico alimento se lo suministraba su hijo. En ocasiones llamaba por tel¨¦fono al frutero de la esquina, le encargaba un pedido que ella misma recog¨ªa en el portal de la vivienda. Pagaba puntualmente la cuenta, para volver a encerrarse en la soledad de su piso.
"Hac¨ªa d¨ªas que no la ve¨ªamos. Nos extra?aba su ausencia. De la misma manera que hac¨ªa tiempo que hab¨ªamos dejado de ver a su madre", coinciden en afirmar los vecinos de la calle Ramalleres.
El otro d¨ªa todos los vecinos de este rinc¨®n del casco antiguo de Barcelona volvieron encontrarse. Fue en el tanatorio de la calle Sancho D¨¢vila, el m¨¢s importante de la ciudad. Un furg¨®n de pompas f¨²nebres hab¨ªa logrado arrancarla por fin de su casa, para llevarla m¨¢s tarde a un nicho del cementerio de Montju?c. Pocas horas antes tambi¨¦n un furg¨®n, presumiblemente una ambulancia, se hab¨ªa hecho cargo de la abuela para llevarla hasta un hospital, cerca del mar. Al hijo se lo llev¨® la polic¨ªa, arrestado, para despu¨¦s ser dejado en libertad, acusado de por el juez de un supuesto delito de omisi¨®n de socorro. Ma?ana alguien quiz¨¢s colocar¨¢ en el balc¨®n de esta casa, a modo de epitafio, un simple cartel: "Se alquila piso".
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