El Danubio, mil kil¨®metros de v¨ªa verde
De la Selva Negra a Viena, paisajes y arte al ritmo tranquilo del gran r¨ªo
El Danubio, como todo el mundo sabe, no es azul. Pero esta peque?a disquisici¨®n crom¨¢tica no desmerece un ¨¢pice de su belleza y de su importancia. M¨¢s que un cauce fluvial, el Danubio es un hilo conductor, la primera gran autopista de Europa central. Dicen que donde fluye un gran r¨ªo florecen grandes civilizaciones. Y el Danubio es grande, mayest¨¢tico. Lo suficiente como para que a lo largo de los 2.858 kil¨®metros que separan su nacimiento en Alemania de su desembocadura en la costa rumana del mar Negro hayan encontrado cobijo godos, romanos, sajones, suevos, checos o b¨¢varos. En esta lengua de aguas achocolatadas se diluyen 2.000 a?os de historia, y siguen circulando mercanc¨ªas, personas, arte, cultura y conocimiento.
El carril bici del Danubio est¨¢ perfectamente se?alizado; en las librer¨ªas venden mapas y gu¨ªas del recorrido; ac¨¢ y all¨¢ aparecen zonas de descanso; hay talleres, y en las oficinas de turismo gestionan el alojamiento
El r¨ªo y el carril llegan a Melk, sobre la que despunta la soberbia abad¨ªa barroca que sirvi¨® de inspiraci¨®n a Umberto Eco para su novela 'El nombre de la rosa'
Pero, adem¨¢s, el Danubio cruza una porci¨®n de esa Europa civilizada y respetuosa que piensa que la bicicleta es un maravilloso instrumento para descubrir territorios. De ese mestizaje entre escenario buc¨®lico y respeto a la locomoci¨®n alternativa surge el Donauradweg, el carril bici del Danubio, una de las mayores sendas exclusivas para ciclistas del mundo, que se desliza pegada al r¨ªo por Alemania, Austria y Hungr¨ªa. La m¨¢s fascinante y asequible oportunidad para descubrir el coraz¨®n del continente, de una forma sosegada y a una velocidad justa.
El segundo mayor r¨ªo de Europa (tras el Volga) por cuenca, longitud y caudal, nace en las monta?as de la Selva Negra, cerca de Donaueschingen, donde se conmemora tan magno alumbramiento con una gigantesca fuente. Aqu¨ª empieza el carril bici, que se coloca en paralelo al cauce y va salvando las gargantas que aprisionan los kil¨®metros iniciales en busca de Ulm, la primera gran ciudad que atraviesa y desde la que es navegable.
Una muralla enmohecida por cinco siglos de historia defiende la ciudad alemana del r¨ªo. Tras ella aparece un casco urbano coqueto e intimista de calles estrechas, sobre todo en el barrio de los pescadores y los curtidores, y fachadas con el entramado de viguer¨ªa a la vista que se comban hacia fuera en perpetua amenaza de venirse abajo. Pero no es un defecto de construcci¨®n. Para ganar volumen habitable en estos burgos medievales comprimidos por la escasez de espacio, los arquitectos hac¨ªan cada planta un poco m¨¢s grande que la inferior. Como resultado, los tejados sobresalen m¨¢s de un metro respecto a la base y, en las calles m¨¢s angostas, casi chocan con los de enfrente. Sobre todo este conjunto monumental se yergue la aguja g¨®tica de la catedral de Ulm, la m¨¢s alta de Alemania, desde cuyos 161 metros de altura se controla la gran llanura cultivada del Danubio. En Ulm acaba el Estado de Baden-W¨¹rttemberg y empieza el de Baviera. Es decir, empieza el catolicismo, lo que se aprecia en la multitud de santos y v¨ªrgenes que controlan el paso de los ciclistas desde las hornacinas de las fachadas de la siguiente urbe, Dillingen.
De Donauw?rth a Ingolstadt
Se pedalea por un territorio llano y d¨®cil, si exceptuamos algunas cuestas entre Donauw?rth y Marxheim, donde el carril bici se separa del cauce y se encrespa en peque?os repechos. El cicloturista mediterr¨¢neo, acostumbrado al poco respeto de los automovilistas por quienes van a dos ruedas y la nula atenci¨®n de las autoridades hacia esta alternativa de turismo, viaja anonadado por las facilidades. El carril bici del Danubio est¨¢ perfectamente se?alizado con una iconograf¨ªa espec¨ªfica. La mayor parte del recorrido se circula por un carril ¨²nico para bicis, y, cuando ¨¦ste desaparece, las se?ales llevan siempre a caminos vecinales con poco tr¨¢nsito rodado. En las librer¨ªas venden mapas y gu¨ªas de todo el recorrido. Ac¨¢ y all¨¢ aparecen zonas de descanso, con fuentes, mesas y bancos. En las ciudades hay talleres de reparaci¨®n, oficinas de turismo que gestionan el alojamiento, sem¨¢foros especiales para las bicis... Y gente de todas las edades haciendo la ruta en ambos sentidos, incluidas familias completas con beb¨¦s en carruajes especiales.
Hay tambi¨¦n un primor de tiral¨ªneas en el paisaje de campos de cereal, de ma¨ªz o de hortalizas. Las rutas avanzan, a veces pegadas al r¨ªo; otras, a unos centenares de metros, atravesando multitud de pueblitos que se anuncian en la lejan¨ªa por el inhiesto campanario de sus iglesias. Localidades como Donauw?rth, con agradables terrazas al aire libre entre los canales, o Ingolstadt, burgo medieval al que se accede por la puerta de Kreuztor: una filigrana en ladrillo con torreoncillos y tejados afilados por la que podr¨ªa colarse alg¨²n hada o un gnomo travieso.
Ingolstadt es una ciudad barroca y fortificada llena de torreones, barbacanas, almenas y castillos que hacen honor al dicho de que quien controlara la ciudad, controlaba la llave de Baviera. Un museo al aire libre de la arquitectura militar b¨¢vara que vigilaba el paso de mercanc¨ªas en un punto estrat¨¦gico del r¨ªo. Para hacer un alto en el camino, nada mejor que el biergarten (taberna al aire libre) de Eining, donde saborear salchichas, chucr¨², codillo y cervezas de tama?o descomunal, situada entre arboledas, a la vera del r¨ªo.
A partir de Eining empieza uno de los tramos m¨¢s espectaculares de la senda en Alemania. Pegado a la ribera del Danubio, el carril bici se interna por espesos bosques caducifolios que tapizan las orondas colinas b¨¢varas y se descuelgan hasta unas aguas mansas de silencio taciturno. En un lugar parecido a ¨¦ste acamp¨® el emperador Marco Aurelio despu¨¦s de un d¨ªa de batalla contra los b¨¢rbaros a orillas del Danubio. Impresionado por la majestuosidad del r¨ªo, escribi¨® en su Pensamientos: "La vida no es sino un r¨ªo de cosas que pasan y se pierden. Veo una cosa por un instante, y ya pas¨®; y otras, y otras pasar¨¢n...".
Alquimia cervecera
Pronto aparece uno de los lugares m¨¢s hermosos del recorrido: el monasterio de Weltenburg, del siglo XVIII, enclavado en una garganta p¨¦trea que encajona al Danubio. En Weltenburg se empez¨® a fabricar una de las cervezas de abad¨ªa m¨¢s famosas de Alemania. Los monjes obten¨ªan con su cerveza unos ingresos para la econom¨ªa monacal y el pueblo disfrutaba de un brebaje que a¨²n hoy sigue produci¨¦ndose, en f¨¢bricas modernas, pero con los mismos procedimientos artesanales. El ca?¨®n donde se ubica el monasterio fuerza a los ciclistas a salvar un fuerte desnivel, pero quienes no quieran esfuerzos suplementarios pueden tomar el barco que une varias veces al d¨ªa el monasterio con Kelheim para desde all¨ª seguir pedaleando hacia Regensburg, donde el Danubio se encuentra de frente con las elevaciones del Bayerischer Wald y gira hacia el sureste, en busca de la frontera austriaca.
Passau es la ¨²ltima localidad alemana y una de las de mejor ambiente veraniego de la ruta. A partir de esta urbe monumental, enclavada en la uni¨®n de tres r¨ªos (Danubio, Inn e Ilz), el carril bici se interna en tierras austriacas y el decorado se engrandece a¨²n m¨¢s. La l¨ªnea del paisaje se quiebra con la vista de los Alpes tiroleses, mientras el Danubio se recrea atravesando valles cubiertos de maizales y vides en busca de Linz, capital de la Alta Austria. La ciudad debe su monumentalidad al Danubio, cuyas rutas comerciales han tenido en esta urbe barroca parada obligatoria desde ¨¦poca romana.
En Austria, los servicios del carril bici son incluso mejores, lo que hace que de Passau en adelante aumente el n¨²mero de ciclistas. Los d¨ªas transcurren en un apacible pedaleo de pueblo en pueblo, con almuerzos en un biergarten o en alg¨²n prado con vistas al Danubio y ba?os en el r¨ªo. La senda avanza unas veces aprovechando los diques de contenci¨®n, y otras, los caminos de sirga paralelos al r¨ªo. En alg¨²n punto aprovecha peque?os transbordadores para cambiar de orilla. Al caer la tarde es hora de buscar zimmer (habitaci¨®n en una casa rural) para pernoctar y un restaurante donde probar w¨¹rstl (salchichas) y un apfelstrudel (pastel de manzana); eso s¨ª, sin demorarse mucho. En esta Austria profunda es dif¨ªcil cenar despu¨¦s de las ocho de la tarde.
La gran abad¨ªa barroca
El r¨ªo y el carril llegan a Melk, sobre la que despunta una soberbia abad¨ªa que sirvi¨® de inspiraci¨®n a Umberto Eco para El nombre de la rosa (Adso de Melk, el personaje que interpreta Christian Slater, era novicio en esta abad¨ªa). Melk es una obra maestra del barroco austriaco, una corriente art¨ªstica que logr¨® como pocas la integraci¨®n de la arquitectura en el paisaje. La enorme abad¨ªa, en la que desde hace 900 a?os viven ininterrumpidamente monjes de la orden de San Benito, se funde con la monta?a en un todo maravilloso.
La cinta de cemento lleva despu¨¦s por un rosario de pueblecitos rodeados de una f¨¦rtil planicie donde crecen manzanos, nogales, albaricoqueros y, sobre todo, vides. Es la regi¨®n de Wachau, c¨¦lebre por sus vinos. En cada aldea hay una bodega donde venden sus caldos y Marillenbrand, el famoso licor de albaricoque austriaco.
Krems, con un soberbio conjunto monumental; Tulln, con sus edificios barrocos, y Klosterneuburg, otro gran monasterio, escalonan el recorrido hasta que el Danubio se hace a un lado para no molestar a una gran ciudad. Es Viena, la capital de la m¨²sica y de los caf¨¦s, que se antoja m¨¢s m¨¢gica a¨²n cuando uno entra a ella en bicicleta despu¨¦s de haber pedaleado durante 932 kil¨®metros por la orilla de un r¨ªo tan bello que a estas alturas incluso podr¨ªa ser azul.
PARADA MONUMENTAL EN RATISBONA
LA CIUDAD m¨¢s art¨ªstica y agradable de las que atraviesan el Danubio en su deambular por Alemania es Regensburg, conocida en espa?ol como Ratisbona. Vista desde el puente de piedra medieval que cruza el r¨ªo, el perfil de la ciudad, con sus campanarios puntiagudos y sus c¨²pulas barrocas, recuerda al de Praga en miniatura. Calles adoquinadas, casas tradicionales alemanas con el entramado de madera a la vista, plazas agradables y recogidas con terrazas al aire libre y mucha gente joven que inunda de ambiente bares y restaurantes componen el paisaje veraniego de una ciudad que luce con espl¨¦ndida lozan¨ªa 2.000 a?os de antig¨¹edad.El Dom, la catedral consagradaa san Pedro, est¨¢ considerada la m¨¢s excelsa obra del g¨®tico alem¨¢n. Y el viejo Ayuntamiento fue elprimer edificio del Parlamento alem¨¢n y sede de la Dieta Imperial. A¨²n es reconocible la Porta Praetoria, acceso al campamento romano Castra Regina que dioorigen a la ciudad.
GU?A PR?CTICA
C¨®mo llegar- Donaueschingen se encuentra a unos 90 kil¨®metros de Z¨²rich (Suiza) y a 120 de Stuttgart (Alemania).- Germanwings (916 25 97 04; www.germanwings.com) y Air Berlin (www.airberlin.es) vuelan a Stuttgart. Iberia (www.iberia.com; 902 400 500), Lufthansa (www.lufthansa.es; 902 220 101),Swiss (www.swiss.com; 901 11 67 12) y Spanair (www.spanair; 901 13 14 15) son opciones para llegar a M¨²nich y Z¨²rich. Austrian Airlines (www.aua.com; 902 257 000), Iberia y Spanair vuelan a Viena.La rutaEl carril bici del Danubio es apto para todos los p¨²blicos. El tramo alem¨¢n, desde el nacimiento hasta Passau, tiene 592 kil¨®metros. De Passau a Viena hay 340 kil¨®metros. Mejor que llevarse la bicicleta propia, es alquilarla all¨ª.- Alemania: en Donaueschingen se pueden alquilar bicicletas en Rothweiler (www.rotrad.de; 00 49 77 11 31 48; 10 euros al d¨ªa) con la posibilidad de entregarlas en otro punto del trayecto. Otra opci¨®n es iniciar y terminar el viaje en M¨²nich (m¨¢s o menos a mitad de camino entre Donaueschingen y Passau). Se alquilan bicicletas en la estaci¨®n de tren de M¨²nich: Radius Bike (Arnulfstrasse, 3; 00 49 89 59 61 13. Abierto hasta las 18.00; unos 55 euros la semana). Desde all¨ª, en tren a Donaueschingen, y, al final del trayecto, se vuelve en tren a M¨²nich.- Austria: para el tramo austriaco es f¨¢cil alquilar bicicletas en varias tiendas de Passau o en casi todas las estaciones de ferrocarril. Un tren especial para cicloturistas recorre a diario en los dos sentidos el tramo Passau-Viena, lo que permite regresar al punto de salida.Informaci¨®n- Oficina de turismo de Alemania en Espa?a(914 29 35 51; www.alemania-turismo.com).- Donaueschingen: 00 49 771 85 72 21; www.donaueschingen.de.- Ulm: www.tourismus.ulm.de.- Ratisbona: www.regensburg.de.- Passau: www.passau.de.- Turismo de Austria en Espa?a (www.austria.info; 902 999 432).- Viena: www.wien.info.- Webs de informaci¨®n sobre el camino del Danubio en Alemania (www.donau-radweg.info) y Austria (www.donauradweg.at).
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