Condenados a hablar
La partida puede ser larga, pero ha entrado en una nueva e interesante fase con los ¨²ltimos movimientos de Washington y Teher¨¢n sobre el complejo tablero de este ajedrez que no es s¨®lo nuclear. Ir¨¢n lleva al menos seis a?os, es decir, antes de que Ahmadineyad ganara las presidenciales, intentando entrar en un di¨¢logo directo con Estados Unidos. El presidente iran¨ª mand¨® hace tres semanas una larga y muy ideol¨®gica carta a Bush, rompiendo 27 a?os de incomunicaci¨®n. Y el titular de la Casa Blanca, en un quiebro hist¨®rico que puede tener mucho de t¨¢ctico, ha respondido aceptando por primera vez sentarse a una mesa con los iran¨ªes, acompa?ado de los tres principales socios europeos (Francia, Reino Unido y Alemania).
No es a¨²n el cara a cara directo con Estados Unidos que quer¨ªa Ir¨¢n. Adem¨¢s, la oferta americana viene l¨®gicamente condicionada a que el r¨¦gimen teocr¨¢tico interrumpa su programa de enriquecimiento de uranio (que puede ser utilizado para armas nucleares), algo que las autoridades de Teher¨¢n, como se esperaba, han rechazado, aunque hay margen de maniobra entre el todo y el nada. El gesto americano es medido, refleja un nuevo realismo, y no el peligroso aventurismo de los neocons; es fruto tambi¨¦n de la insistencia europea. La Administraci¨®n de Bush ha reconocido que necesita un Ir¨¢n que coopere en Irak -con conversaciones directas que Teher¨¢n ha aplazado hasta que cambie el clima pol¨ªtico con Washington-, en Afganist¨¢n, L¨ªbano y Palestina, por no hablar del mercado y el precio del petr¨®leo. Y es consciente de que, hoy por hoy, no tiene asegurado poder sacar adelante en el Consejo de Seguridad unas sanciones econ¨®micas contra Ir¨¢n.
Con el paso dado -a pesar de que Ahmadineyad niegue el Holocausto-, Estados Unidos tambi¨¦n intenta atraerse a China y Rusia, que se oponen a las sanciones y tienen derecho de veto en el Consejo de Seguridad. ?stos, junto a los tres pa¨ªses l¨ªderes de la UE, se reunieron ayer en Viena para poner a punto una oferta elaborada por los europeos que combine la zanahoria y el palo: incentivos a Ir¨¢n -cooperaci¨®n econ¨®mica y tecnol¨®gica e integraci¨®n en la comunidad internacional- y las nada veladas amenazas, aunque de limitada credibilidad, esgrimidas por Bush ayer de sanciones por el Consejo de Seguridad de la ONU.
Les corresponde ahora a los iran¨ªes mover pieza. La partida est¨¢ sirvi¨¦ndole a Ahmadineyad para reforzarse internamente frente al poder real y supremo de los ayatol¨¢s, en un Ir¨¢n que ha demostrado ser indispensable para toda soluci¨®n regional, aunque, desgraciadamente, ha puesto de relieve que el factor nuclear pesa. Ya no se requiere tener la bomba, basta amagar con quererlo.
Estados Unidos ha cometido demasiados errores a lo largo del siglo XX con Ir¨¢n, aunque los iran¨ªes tambi¨¦n han puesto bastante de su parte. Ahmadineyad niega p¨²blicamente que quiera el arma nuclear y Condoleezza Rice reconoce el derecho iran¨ª a la energ¨ªa at¨®mica pac¨ªfica. "Todas las opciones", incluida, pues, la militar, siguen sobre la mesa, seg¨²n la secretaria de Estado americana. Pero, hoy por hoy, la ¨²nica realista es negociar. La cuesti¨®n es c¨®mo llegar a sentarles en la mesa cara a cara para poner fin a una anomal¨ªa que viene durando desde 1979 y afrontar los nuevos desaf¨ªos, sin caer en los errores cometidos con Corea del Norte. La partida sigue.
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