La ¨²ltima victoria de Mizzian, el general exterminador
El golpista rife?o homenajeado orden¨® rematar a los heridos republicanos en Toledo y fue despiadado con las mujeres
"Con el aliento de la venganza de Dios sobre las puntas de sus machetes persiguen, destrozan, matan y embriagados con la sangre la columna avanza". As¨ª describe el jesuita Alberto Risco, en su libro La epopeya del Alc¨¢zar de Toledo, la entrada en la ciudad, el 29 de septiembre de 1936, de las tropas del coronel Mohamed Mizzian, el marroqu¨ª que alcanz¨® la m¨¢s alta graduaci¨®n en el Ej¨¦rcito de Francisco Franco. Lleg¨® a capit¨¢n general.
Setenta a?os despu¨¦s, el 27 de mayo pasado, Leila Mizzian, una de las seis hijas del militar golpista, corta la cinta, mientras la nutrida asistencia aplaude. Es la inauguraci¨®n en Beni Ensar, cerca de Melilla, en un suburbio de Nador, del museo privado dedicado a su padre en la casa que le regal¨® Franco en el mismo pueblo donde naci¨®. En las paredes hay colgadas, entre otras, fotos del dictador con su general rife?o.
John Whitaker, periodista e historiador norteamericano, recoge en la revista Foreign Affairs, en octubre de 1942, sus conversaciones con oficiales del Ej¨¦rcito espa?ol que le reconocen que los rife?os de Mizzian mataron a los heridos republicanos del hospital toledano de San Juan Bautista. "Presum¨ªan de la manera en que hab¨ªan lanzado granadas sobre 200 hombres indefensos y aterrados", recuerda.
La historiadora marroqu¨ª Bahija Simou es la primera en tomar la palabra en la ceremonia inaugural del museo. Describe al general Mizzian como "un v¨ªnculo que une los destinos de Marruecos y de Espa?a". Es, prosigue, "una figura emblem¨¢tica del Ej¨¦rcito marroqu¨ª y espa?ol". "Asest¨® duros golpes a los republicanos en las batallas de Teruel y del Ebro".
"Me encontraba con este militar moro en el cruce de carreteras cerca de Navalcarnero" en el oto?o de 1936, contin¨²a Whitaker en su art¨ªculo, "cuando dos muchachas espa?olas, que parec¨ªan a¨²n no haber cumplido los 20 a?os, fueron conducidas ante ¨¦l". A una "se le encontr¨® un carn¨¦ sindical; la otra, de Valencia, afirm¨® no tener convicciones pol¨ªticas. Mizzian las llev¨® a un peque?o edificio que hab¨ªa sido la escuela del pueblo donde descansaban unos 40 moros. (...) Se escuch¨® un ululante grito salido de las gargantas de la tropa. Asist¨ª a la escena horrorizado e in¨²tilmente indignado. Mizzian sonri¨® afectadamente cuando le protest¨¦, dici¨¦ndome: 'Oh, no vivir¨¢n m¨¢s de cuatro horas".
Despu¨¦s de Simou interviene Mahjoubi Aherdane, ministro de Defensa marroqu¨ª a principios de los sesenta y cuyo brazo derecho fue Mizzian. "Hizo la guerra de Espa?a", recalca este anciano, "en la piel de un marroqu¨ª". "Simboliz¨® la fraternidad de armas hispano-marroqu¨ª", concluye Leila Mizzian, la hija.
Whitaker y otro compatriota suyo, Herbert Southworth, autor de El mito de la Cruzada de Franco, aseguran que Mizzian prometi¨® a sus hombres "mujeres blancas" si tomaban Madrid, pero ya se las proporcionaba en Navalcarnero. A la historiadora Mar¨ªa Rosa de Madariaga, autora de Los moros que trajo Franco, una mujer le cont¨® que en Navalcarnero hubo un gran burdel con prostitutas tra¨ªdas de Marruecos a las que Mizzian a?ad¨ªa, a la fuerza, a chicas de la zona que ¨¦l mismo hab¨ªa cazado.
Las palabras de Aherdane y la conclusi¨®n de Leilan suscitan un cerrado aplauso del p¨²blico. Entre los invitados figuran tres ministros marroqu¨ªes, un miembro del gabinete del rey Mohamed VI y un pu?ado de generales. Hay tambi¨¦n cinco espa?oles: el embajador en Marruecos, Luis Planas, el segundo jefe de Estado Mayor del Ej¨¦rcito, teniente general Rafael Barbudo, el Comandante general de Melilla, general Vicente D¨ªaz de Villegas, el coordinador de la cooperaci¨®n espa?ola, Vicente Sell¨¦s, y el c¨®nsul espa?ol en Nador, Javier Jim¨¦nez Ugarte.
"En Marruecos Mizzian es una gloria nacional, pero aqu¨ª se desconoce la historia militar y se mete la pata" enviando a una delegaci¨®n a Nador, afirma Gabriel Cardona, catedr¨¢tico de historia y autor de Franco y sus generales: la manicura del tigre. "Mizzian no fue un golpista cualquiera, tuvo una manera muy particular, muy salvaje, de hacer la guerra", a?ade Mar¨ªa Rosa de Madariaga. "?Estoy indignada!".
Una casualidad explica, al parecer, la excepcional carrera militar de Mizzian. En 1910, cuando apenas ten¨ªa 13 a?os subi¨® al encerado y resolvi¨® un problema ante la mirada atenta de Alfonso XIII que visitaba su colegio, seg¨²n relat¨® El Telegrama de Melilla. El monarca, agradado, pregunt¨® al peque?o qu¨¦ quer¨ªa ser y este le contest¨®: Capit¨¢n. Tres a?os despu¨¦s el Rey apadrin¨® su ingreso en la Academia de Infanter¨ªa de Toledo cuyo reglamento hubo de ser modificado para que pudiera ingresar un musulm¨¢n.
Ascendido a coronel, Mizzian fue, el 17 de julio de 1936, uno de los primeros militares en sacar a la calle, en Segagan, cerca de Melilla, a sus hombres de la primera brigada de la 83 divisi¨®n. Acabada la guerra, Franco, al que conoc¨ªa desde la batalla de Annual en 1921, le nombr¨® comandante general de Ceuta y, en 1953, capit¨¢n general de Galicia.
Llevaba tan solo un a?o de capit¨¢n general de Canarias, su ¨²ltimo destino, cuando, en 1956, Mizzian recibi¨® una llamada del rey Mohamed V que le pidi¨® que se reincorporase a un Marruecos que acababa de acceder a la independencia para poner en pie al Ej¨¦rcito. Se fue a El Pardo para solicitar a Franco la baja voluntaria y ¨¦ste, muy a pesar suyo, se la concedi¨®, pero le mantuvo la pensi¨®n de general.
No s¨®lo organiz¨® las Fuerzas Armadas sino que protagoniz¨®, en 1957-58, junto con el futuro rey Hassan II, la despiadada represi¨®n de la sublevaci¨®n del Rif cuyos habitantes rebeldes fueron bombardeados con napalm.
Entre los j¨®venes oficiales del Ej¨¦rcito espa?ol dej¨® un p¨¦simo recuerdo no por sus excesos, sino por el secuestro de la esposa de uno de ellos. Una de las hijas de Mizzian se cas¨® por la iglesia y a escondidas con un capit¨¢n jur¨ªdico militar sobrino de Mart¨ªn Artajo, ministro de Asuntos Exteriores. Mizzian, que ya hab¨ªa regresado a Marruecos, invit¨® a la pareja a Tetu¨¢n so pretexto de reconciliarse tras un prolongado enfado. Cuando llegaron mand¨® expulsar al marido y secuestr¨® a su hija a la que oblig¨® a contraer matrimonio con un gerifalte de T¨¢nger.
El esposo rog¨® a Franco que intercediera, pero ¨¦ste hizo o¨ªdos sordos. Cuando el Consejo Supremo de Justicia Militar se dispuso a suprimir a Mizzian su pensi¨®n, el dictador s¨ª intervino para manten¨¦rsela. Su ¨²ltimo cargo Mizzian lo desempe?¨® de nuevo en Espa?a, pero esta vez como embajador de Marruecos. Hassan II hizo ese nombramiento, que alegr¨® a Franco, en 1966 y le mantuvo hasta su muerte, en un hospital madrile?o, en mayo de 1975.
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