Balance final del Estatuto
Cuando se lleva a cabo la lectura p¨²blica de una buena tesis en la Universidad, que ha costado su tiempo terminarla, siempre hay un miembro del tribunal que dice: "En primer lugar quiero felicitar al doctorando porque ha terminado la tesis". Despu¨¦s vienen los elogios, las observaciones y las cr¨ªticas. Con la reforma del Estatuto de 1979 pasa algo parecido y es de esperar que supere con nota el examen de los ciudadanos el pr¨®ximo d¨ªa 18 de junio. De momento se puede decir que sobrepasar¨ªa la mayor¨ªa de los dos tercios en el Parlament de Catalunya. Exactamente 97 diputados y diputadas votar¨ªan a favor y 38 en contra, si lo hicieran en consonancia con las posiciones de sus respectivos partidos.
"Es una pena que en un Estatuto tan federal en su concepci¨®n y desarrollo no aparezca ni una sola vez esta palabra, cuya inclusi¨®n en el pre¨¢mbulo hubiera aclarado qu¨¦ tipo de relaci¨®n quiere Catalu?a con Espa?a dentro de la Uni¨®n Europea"
La extensi¨®n de este art¨ªculo no da para pormenorizar elogios, observaciones y cr¨ªticas del texto de la reforma, por lo que solamente destacar¨¦ uno de cada tipo. El merecido elogio que se puede hacer del Estatuto de 2006 es la valent¨ªa al abordar el desarrollo de la Constituci¨®n y la construcci¨®n del Estado auton¨®mico en un sentido federal, haciendo compatible la simetr¨ªa con la asimetr¨ªa, la multilateralidad con la bilateralidad. A nadie que haya comparado los estatutos de 1979 y de 2006 se le puede escapar el profundo calado de esta reforma en el concepto, la estructura y el contenido del nuevo texto. El pre¨¢mbulo y el t¨ªtulo preliminar ya dejan claro que hay una fundamentaci¨®n del autogobierno que va m¨¢s all¨¢ de lo que se consigui¨® en 1979, especialmente en lo que se refiere al reconocimiento nacional de Catalu?a y a la equiparaci¨®n de las lenguas oficiales, siendo el catal¨¢n la lengua de uso normal y preferente de las administraciones p¨²blicas y, tambi¨¦n, la lengua normalmente vehicular y de aprendizaje en la ense?anza. No es menor la importancia de la inclusi¨®n por primera vez en un Estatuto de un t¨ªtulo de derechos, deberes y principios rectores, al entender que el autogobierno no es un fin (nacional) en s¨ª mismo, sino un medio o instrumento al servicio de la ciudadan¨ªa para que la libertad y la igualdad sean reales y efectivas. Los t¨ªtulos de competencias (IV), relaciones institucionales de la Generalitat (V) y de financiaci¨®n (VI) confirman nuevamente esta lectura federal de la Constituci¨®n y de la concepci¨®n dualista del Estado compuesto, basado en el doble principio de autogobierno m¨¢s gobierno compartido. Es una pena que en un Estatuto tan federal en su concepci¨®n y desarrollo no aparezca ni una sola vez esta palabra, cuya inclusi¨®n en el pre¨¢mbulo hubiera aclarado qu¨¦ tipo de relaci¨®n quiere Catalu?a con Espa?a dentro de la Uni¨®n Europea.
Es preciso tambi¨¦n hacer una importante observaci¨®n sobre el texto estatutario que sirve de r¨¦plica a muchas de las cr¨ªticas que se han formulado. El Estatuto equivale pol¨ªticamente a una constituci¨®n o ley de leyes de Catalu?a. Es la ley b¨¢sica institucional del autogobierno en los l¨ªmites de la Constituci¨®n de 1978 y, por tanto, debe ser una ley abierta y de consenso que permita distintos desarrollos pol¨ªticos seg¨²n los gobiernos que obtengan la confianza de la ciudadan¨ªa en las elecciones auton¨®micas. Se hacen interpretaciones desde sectores ultracat¨®licos y conservadores del t¨ªtulo primero que no se corresponden con la realidad; tambi¨¦n se confunde interesada y falsamente un infundado intervencionismo con la distribuci¨®n de competencias entre las instituciones centrales del Estado y las de la Generalitat. El Estatuto de 2006, como la Constituci¨®n de 1978, no es intervencionista, sino consecuente con lo que es propio de un Estado social y democr¨¢tico de derecho. La vocaci¨®n de toda ley fundamental en democracia es poner de acuerdo al mayor n¨²mero posible y no la imposici¨®n de los unos sobre los otros. Un buen Estatuto es aquel que deja notablemente satisfechos a la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos. Adem¨¢s, se necesitar¨¢n dos legislaturas para ver y evaluar el impacto pol¨ªtico del Estatuto y de su desarrollo legislativo.
La cr¨ªtica al Estatuto de 2006 se refiere al tortuoso proceso que se ha seguido. Ha sido una l¨¢stima que el ultranacionalismo autoritario del Partido Popular no haya tenido la respuesta contundente de la unidad del catalanismo. Ya habr¨¢ tiempo, despu¨¦s del 18 de junio, para enjuiciar y debatir las estrategias de los partidos catalanistas en el proceso de elaboraci¨®n del Estatuto. No obstante, ya se puede afirmar que la divisi¨®n fue artificiosamente superada el pasado 30 de septiembre en el Parlamento catal¨¢n, cuando casi el 90% de los diputados aprobaron la reforma. Aquella divisi¨®n reapareci¨® al d¨ªa siguiente con las enmiendas del PSC y la mutua competencia y desconfianza entre ERC y CiU. Finalmente, se manifest¨® con toda claridad ante la fase decisiva en el Congreso de Diputados, al dar todas las cartas al PSOE permiti¨¦ndole una negociaci¨®n a cuatro bandas con los partidos catalanes.
?Qu¨¦ habr¨ªa sucedido si los partidos catalanistas hubieran sido m¨¢s leales entre s¨ª? Siempre quedar¨¢ la duda de si se pudieron cerrar m¨¢s positivamente acuerdos que han quedado demasiado abiertos en cuestiones relevantes en materia de financiaci¨®n y de competencias, o bien algunos art¨ªculos o apartados, que han quedado fuera del texto final y estaban en la propuesta de reforma del 30 de septiembre. En cualquier caso, no se podr¨¢ decir que se ha hecho (unitariamente) todo lo posible. Un efecto evidente de esta desuni¨®n son las actitudes huidizas de algunas instituciones o personalidades conocidas, que no quieren mojarse o que se manifiestan con la boca peque?a. El caso m¨¢s clamoroso es el de ?mnium Cultural. Es incomprensible su neutralidad en una cuesti¨®n que tanto le afecta y con un refer¨¦ndum interno de por medio en el que gan¨® el s¨ª.
El Estatuto de 2006 pasar¨¢ con creces el examen del 18 de junio. Pero no merec¨ªa este escenario final de divisi¨®n y de fatiga, sino otro de satisfacci¨®n por lo conseguido.
Miquel Caminal es profesor de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de Barcelona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.