Aliento tr¨¢gico
He aqu¨ª una Medea contada limpiamente, con cierto misterio, en un espacio expresivo y sugerente. G¨¢bor Zs¨¢mb¨¦ki, director del teatro Katona J¨®zsef, de Budapest, ha dibujado una puesta en escena clara, fiel a la letra y a la m¨²sica del texto, punteada con efectos teatrales de buena ley. Su montaje entra por los ojos. En el escenario, cubierto de piedras blancas, hay un par de charcos, un poste de la luz carcomido por la lluvia y un Renault 4L oxidado, con el morro hundido en el pedregal. Parece que lleva d¨¦cadas all¨ª. Al pie del poste, hay un mu?eco de tama?o humano o alguien en cuclillas: ni pesta?ea durante los 12 minutos que el p¨²blico tarda en entrar. Es La Nodriza, que, al comienzo de la tragedia, anuncia el desenlace: teme que los hijos de Medea paguen con su vida el desplante de Jas¨®n. Los espectadores griegos conoc¨ªan sobradamente este mito: Eur¨ªpides no pretendi¨® sorprender con los giros de la historia, sino contarla de manera inspirada.
Medea
De Eur¨ªpides. Versi¨®n: G¨¦za Fodor y J¨²lia Ung¨¢r. Producci¨®n: Teatro Katona J¨®zsef. Con: Andrea Fullajt¨¢r, G¨¢bor M¨¢t¨¦, Zolt¨¢n Bezer¨¦di, ?gi Szirtes, Erika Bodn¨¢r, R¨¦ka Pels?czy, Anita T¨®th, L¨¢szl¨® Szacsvay, Ferenc Elek, K¨¢roly Hajduk... M¨²sica: Marcell Dargay. Vestuario: Gy?rgyi Szak¨¢cs. Escenograf¨ªa: Cs?rsz Khell. Direcci¨®n: G¨¢bor Zs¨¢mb¨¦ki. Teatro de la Abad¨ªa. Madrid, 10 de junio.
?gi Szirtes, actriz que interpreta a La Nodriza, es estupenda. Sostiene su prolongado mon¨®logo con br¨ªo y presencia. Medea, encerrada en una caseta met¨¢lica, la interrumpe a veces con un gemido animal, estremecedor y melanc¨®lico, o con un grito en off: "Ay, desdichada de m¨ª". Como Rosaura cuando escucha a Segismundo sin verlo, dudamos de que tal voz sea humana: el lobo ense?a la oreja.
Mujer real
Andrea Fullajt¨¢r, Medea joven, sugestiva, con melena leonina y voz de contralto que le va al pelo al personaje, clava su hermoso mon¨®logo de salida. Humillada, dolida, dispuesta a todo, es una mujer excepcional pero real, no un mito. Trata a Jas¨®n (G¨¢bor Mat¨¦) de t¨² a t¨², est¨¢ dispuesta a pegarse con ¨¦l. G¨¢bor Zs¨¢mb¨¦ki transforma el coro tr¨¢gico en un tr¨ªo de amigas de la protagonista: la interpelan una por una, jam¨¢s al un¨ªsono. Las tres caminan entre el p¨²blico, le aproximan la acci¨®n. Hacen a?icos la cuarta pared.
Creonte (Zolt¨¢n Bezer¨¦di) carece de grandeza. Es un rey y parece un mendigo. Medea, suplicando su perd¨®n, le desborda, le hace sentirse como un turista occidental acosado por un grupo de ni?os hambrientos. Arrodillada ante ¨¦l se lo come, lo derriba, lo deja con la cabeza hundida en un charco.
Esta Medea, atemporal, tel¨²rica, est¨¢ muy bien respirada por los actores. La versi¨®n de Fodor y Ung¨¢r es respetuosa y elocuente, a juzgar por lo que de ella nos llega a trav¨¦s de los sobret¨ªtulos: han recortado los parlamentos del coro, eliminado las referencias mitol¨®gicas y actualizado las expresiones. El vestuario de Szak¨¢cs, anacr¨®nico, empasta en color y textura con las piedras, el metal y la madera de la escenograf¨ªa povera y primitivista: en medio del pedregal, el Renault, todo ¨®xido, es la nave encallada de los Argonautas.
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