Lejos del para¨ªso
Ghana se impone a los checos y obtiene la primera victoria de un equipo africano
Se anunciaba ?frica como el nuevo para¨ªso del f¨²tbol, un continente inexplorado por un juego enfermo de importancia en Europa y Suram¨¦rica. Los rigores de la profesionalizaci¨®n hab¨ªan desvirtuado la naturaleza del juego, cada vez m¨¢s atento a todo lo que significaba control. La p¨¦rdida de espontaneidad se interpret¨® como una se?al de decadencia. Se necesitaba el vigor de lo natural, del f¨²tbol sin contaminar, para revitalizarlo. ?frica era ese territorio. Su incorporaci¨®n al deporte hab¨ªa obtenido ¨¦xito en las actividades donde el valor de la naturaleza era primordial. Ning¨²n ejemplo m¨¢s claro que el atletismo, donde los africanos aparecieron de forma triunfal en los Juegos de M¨¦xico 68. Desde entonces su influencia ha sido apabullante. Algunas especialidades, como las pruebas de fondo, se han convertido en un territorio exclusivamente africano. Las acomodadas sociedades occidentales han aceptado la derrota con resignaci¨®n. No hay lugar para los atletas europeos en la mayor¨ªa de las pruebas donde es m¨¢s importante la naturaleza que la t¨¦cnica.
All¨ª tambi¨¦n hay lucha entre la naturaleza de los futbolistas y el control de los entrenadores
En el f¨²tbol se ha sospechado que pod¨ªa ocurrir lo mismo. ?frica era el para¨ªso prometido. Lo apuntaban muchos datos. Selecciones africanas -Camer¨²n y Niger¨ªa- hab¨ªan ganado los Juegos Ol¨ªmpicos. Jugadores como Roger Milla o George Weah se intuyeron como pioneros del nuevo poder en el f¨²tbol. En parte ha sido as¨ª. La presencia de jugadores africanos es cada vez mayor en los grandes equipos europeos. Sus figuras son indiscutibles y abundantes. Sin embargo, el salto no se ha concretado en los Mundiales. En ?frica tambi¨¦n comienzan a sufrir los estragos del control. Hay una lucha entre la naturaleza de los futbolistas y el control de los entrenadores. El resultado no indica grandes avances. Ni hay rigor t¨¢ctico, ni se impone la espontaneidad. Se trata de un mal h¨ªbrido. Este Mundial presenta m¨¢s selecciones africanas que nunca. Juegan cinco equipos: Ghana, Costa de Marfil, Angola, T¨²nez y Togo. La primera victoria se produjo ayer. Ghana se impuso a la Rep¨²blica Checa en un partido donde el equipo africano jug¨® desatado.
La victoria mueve a la esperanza. Ghana, que jug¨® bien frente a Italia, perdi¨® todas sus inhibiciones ante los checos, que no encontraron la manera de frenar a los atl¨¦ticos y verticales jugadores africanos. El partido se libr¨® seg¨²n las reglas de Ghana, no desde la ortodoxia europea. Vencieron los africanos con un juego sencillo, donde sus condiciones atl¨¦ticas estuvieron acompa?adas por la desenvoltura de sus jugadores. Se animaron a ser ellos mismos y vencieron. Es el ¨²nico equipo de ?frica que puede alcanzar los octavos de final. Se interpretar¨ªa como una regresi¨®n la ausencia de sus equipos en la fase decisiva del torneo, que hasta ahora ha sido dominado por las viejas potencias de Europa y Suram¨¦rica. S¨®lo ha emergido Ecuador. Los dem¨¢s son los de siempre, con una particularidad: casi todos se han inclinado por un juego de ataque, o menos r¨ªgido, con un solo medio defensivo, con tres delanteros en muchos casos y con una hegemon¨ªa de las defensas zonales. En t¨¦rminos metaf¨®ricos, han decidido ser un poco africanos, justo cuando los africanos prefirieron ser un poco europeos. El resultado es el torneo m¨¢s atractivo de los ¨²ltimos 20 a?os. Pero ?frica no tiene el papel que se esperaba.
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