Desequilibrios al alza
El FMI hizo p¨²blico la semana pasada su informe anual sobre la econom¨ªa espa?ola, cuya primera frase dice textualmente: "El crecimiento del producto (3,4%) y la creaci¨®n de empleo continuaron siendo excelentes en 2005, pero los desequilibrios se han intensificado". Parece que dos de estos desequilibrios, los principales, a sabiendas de que el FMI iba a publicar su informe, se han vestido con sus mejores galas para recibirlo. La inflaci¨®n anual aument¨® de nuevo una d¨¦cima en mayo, al 4%, y el d¨¦ficit de la balanza por cuenta corriente del primer trimestre aument¨® tambi¨¦n hasta una cifra de 24.400 millones de euros (10,7% del PIB), superior en un 36% a la del mismo periodo del pasado a?o.
La inflaci¨®n muestra una suave tendencia al alza, debido a los efectos indirectos de la subida de la energ¨ªa
Comenzando por el IPC, la "culpa" del aumento de la inflaci¨®n fue de nuevo la subida del precio de la energ¨ªa, puesto que la llamada inflaci¨®n subyacente baj¨® una d¨¦cima. No obstante, tampoco esto ¨²ltimo puede tomarse como un indicio de que las presiones inflacionistas se moderan, ya que se debi¨® a hechos transitorios, como la bajada del precio del aceite y el ajuste de los precios tur¨ªsticos tras la campa?a de Semana Santa. En realidad, si nos quedamos s¨®lo con las se?ales m¨¢s tendenciales de los precios, la inflaci¨®n sigue mostrando una suave tendencia al alza, provocada por los efectos indirectos de la subida previa de la energ¨ªa. En el resto de la eurozona apenas se observa esta tendencia, por lo que el diferencial de inflaci¨®n subyacente de Espa?a con dicha zona se est¨¢ ampliando, como puede verse en el gr¨¢fico 1. Desde 1998, a?o anterior al inicio de la UEM, el IPC ha crecido en Espa?a en torno a un 10% m¨¢s que en el resto de socios, y algo similar se observa en la evoluci¨®n de los costes laborales por unidad producida en el sector industrial, que es el m¨¢s expuesto a la competencia externa, lo que nos est¨¢ alertando de p¨¦rdidas de competitividad que a medio plazo suponen una merma del potencial de crecimiento de la econom¨ªa espa?ola.
En cuanto al saldo exterior, las cuestiones principales que plantea un d¨¦ficit de tal envergadura son su sostenibilidad y qu¨¦ consecuencias puede tener a largo plazo. Est¨¢ claro que dentro de la UEM no hay problemas para financiar este d¨¦ficit ni uno superior durante un periodo m¨¢s o menos prolongado sin que se vean afectados el tipo de cambio y los tipos de inter¨¦s, que cuando ten¨ªamos nuestra peseta era la v¨ªa de frenar este desequilibrio (y de paso, el crecimiento del PIB). Este periodo depender¨¢, entre otros factores, de cu¨¢l sea el nivel de endeudamiento de partida de la econom¨ªa, que en el caso espa?ol era bajo. En el gr¨¢fico 2 puede verse con qu¨¦ facilidad ha acudido la inversi¨®n en cartera extranjera (no as¨ª, por cierto, la inversi¨®n directa, lo cual ya est¨¢ indicando algo sobre el potencial de crecimiento espa?ol a largo plazo), y el gr¨¢fico 3 nos muestra la evoluci¨®n de la posici¨®n neta de inversi¨®n internacional y de la deuda externa bruta como consecuencia de las elevadas necesidades de financiaci¨®n. El problema, por tanto, es la deuda que se est¨¢ acumulando. A este respecto, cabe pensar que el ritmo a que viene creciendo dicha deuda no es sostenible, por lo que tarde o temprano se frenar¨¢ el gasto de las familias y empresas en consumo e inversi¨®n. Pero la cuesti¨®n m¨¢s importante es si este endeudamiento se est¨¢ utilizando en aumentar el stock de capital productivo con el fin de elevar el potencial de crecimiento (digamos la productividad) y, con ello, hacer frente en el futuro al servicio de la deuda. Y aqu¨ª es donde todos empezamos a tener dudas.
?ngel Laborda es director de coyuntura de la Fundaci¨®n de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).
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