Amor
?Puede no quererse a un hijo? Es una pregunta de misteriosa respuesta. Nadie estar¨ªa dispuesto a confesar que no quiere a su hijo, o que no le quiere demasiado, o que se quiere m¨¢s a s¨ª mismo, o que quiere a su hijo porque es una prolongaci¨®n de s¨ª mismo, porque satisface una vanidad delegada. Nadie estar¨ªa dispuesto a responder s¨ª, quiero a mis hijos, pero siempre y cuando su comportamiento sea intachable, quiero a mis hijos mientras no me den problemas, los quiero mientras no me pidan dinero. Nadie confiesa el fondo oscuro de sus sentimientos porque socialmente no se admite que se ponga en duda ese amor y porque parece haber una relaci¨®n directa entre la honorabilidad social y el cari?o sin tacha hacia los hijos. Hay padres que no quieren a sus hijos, los hubo siempre, pero se trata de una estad¨ªstica imposible de desentra?ar, ya que el que no ama no estar¨ªa dispuesto a reconocerlo. Sin embargo, parece sensato imaginar que los padres entregados ganar¨ªan por goleada. La pregunta que parece latir en el fondo de todos los estudios psicol¨®gicos y educacionales que vamos leyendo es si se est¨¢ dando un amor equivocado, el que surge del soberbio convencimiento de que algo que es nuestro no puede ser malo. Creo que antes los padres estaban m¨¢s preparados ante la posibilidad de engendrar a un canalla. Nunca ha habido figura m¨¢s pat¨¦tica y m¨¢s digna de compasi¨®n que la de los padres desventurados que han criado a un asesino. Todos hemos visto alguna vez su imagen a la salida o entrada de los juicios, bajando la cabeza, calibrando en su pena qu¨¦ tanto por ciento de la culpa les corresponde a ellos. Eso es m¨¢s amor, a mi juicio, que el que parecen sentir esos otros padres que jalean el curr¨ªculo criminal de sus hijos, que parecen re¨ªrles la gracia, que no les han inculcado el necesario proceso ¨ªntimo de arrepentimiento que cualquier persona decente experimenta en su vida aun sin haber apretado un gatillo, s¨®lo por el hecho de haber causado alg¨²n da?o. Padres cuyo amor incondicional ensucia a una sociedad entera y que deber¨ªan ser reeducados en una sociedad (la vasca) que aspira a vivir en paz y libertad.
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