Nuevos criminales, nuevas v¨ªctimas
En Espa?a hay 500 grupos de delincuencia organizada. Muchos act¨²an con violencia, se creen impunes. Han desatado la alarma
Marta se top¨® cara a cara con cinco encapuchados que rodeaban su cama. Ella los vio como un peligro cierto para su familia. Los cinco tipos vieron a Marta y a su familia como un buen bot¨ªn, un buen negocio. La polic¨ªa dio con los cinco encapuchados. Vieron que no eran m¨¢s que cinco ladrones venidos de Rumania para hacer su agosto y regresar a casa. El delito siempre tiene tres puntos de vista: el delincuente, la v¨ªctima y la polic¨ªa, los actores principales del teatro del crimen, que funciona con una l¨®gica muy sencilla. Si te sorprenden robando, huyes. Si te pillan in fraganti, a la c¨¢rcel. El problema es cuando se rompe esa l¨®gica, cuando el delincuente se enfrenta y no huye, cuando lo agarran robando y no va a la c¨¢rcel.
La secuencia encadenada de asaltos muy violentos ha levantado la alarma. Aunque se haya explicado que la delincuencia baja (un 3,2%), se diga que Espa?a tiene una de las tasas m¨¢s bajas de delincuencia de la UE (49,3 infracciones por mil habitantes, frente a 70) o se demuestre que cada vez hay m¨¢s polic¨ªas (124.000 del Estado, m¨¢s las auton¨®micas y locales), se ha colado un nuevo miedo.
Un miedo empujado por las noticias que hablan de palizas a los habitantes de una vivienda asaltada, de secuestros de ni?os durante un atraco o pandilleros que captan a menores en los barrios. Los te¨®ricos hablan de sensaci¨®n subjetiva de inseguridad. Pero la percepci¨®n del crimen cambia seg¨²n el actor.
EL DELINCUENTE Violentos y muy activos
Cada delincuente, cada banda tiene su propio estilo, pero todos se mueven por la misma regla: m¨ªnimo riesgo, m¨¢ximo beneficio. La delincuencia ha comprobado c¨®mo muchos ciudadanos han desplazado su primera residencia a urbanizaciones cada vez m¨¢s aisladas, con escasas medidas de autoprotecci¨®n. En Venezuela, por ejemplo, antes de construir una urbanizaci¨®n se piensa en c¨®mo protegerla. Aqu¨ª no. Ni hay cultura de las armas, como en EE UU.
Los ladrones saben que las fuerzas de seguridad no pueden cubrir todo el territorio si la poblaci¨®n se dispersa cada vez m¨¢s. Y saben que hay m¨¢s objetivos en Baleares o Alicante, con las mayores tasas de delincuencia, que en Zamora o Teruel. Las zonas rurales y las urbanizaciones aisladas son las zonas m¨¢s trabajadas. "Es donde suele haber menos dotaci¨®n policial y m¨¢s viviendas de aspecto opulento", admiten los perseguidores del delito. La v¨ªctima elegida ser¨¢ la m¨¢s f¨¢cil. Su potencial como bot¨ªn se mide por sus s¨ªmbolos externos de riqueza. El coche y el chal¨¦. "Si uno tiene una Cayenne, por ejemplo, y un BMW, aparenta tener dinero y s¨®lo robarles los coches es negocio", explica la polic¨ªa. Los delincuentes b¨²lgaros se los llevar¨ªan tras abrirlos por medios propios. Los rumanos no. "Entran en la casa a buscar las llaves y si se despiertan los moradores les dan".
El cambio es el enfrentamiento.Cada vez es m¨¢s com¨²n que utilicen armas de fuego o malos tratos a un miembro de la familia para que confiesen d¨®nde est¨¢ el dinero. Han amenazado con cortarle la mano al hijo de una v¨ªctima. La irrupci¨®n de un cierto tipo de delincuencia extranjera, que desprecia las leyes espa?olas por veniales, ha trastocado las l¨®gicas conocidas hasta ahora. Tarz¨¢n, un delincuente rumano, se lo explicaba a su amiga Laura, en una conversaci¨®n interceptada por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil: "En Espa?a lo m¨¢s duro es si te pillan por drogas pero por las chorradas que hacen ellos no te meten en la c¨¢rcel".
Los 500 grupos de delincuencia organizada que se calcula que trabajan en Espa?a, con unos 10.000 miembros, la mayor¨ªa extranjeros, se han repartido el pastel. Los chilenos se han especializado en el cogotazo (golpe por la espalda a un ciudadano reci¨¦n salido del banco), sobre todo en Madrid y M¨¢laga. Los colombianos, en robos a joyeros y en casas. Los lituanos extorsionan en Almer¨ªa y Murcia. Los kosovares revientan oficinas y naves industriales. Los rumanos y los espa?oles le dan a todo.
"Hay gente que viene a vivir del delito: su trabajo es delinquir y s¨®lo est¨¢n para eso, pero tampoco es tan nuevo", coinciden expertos en delincuencia organizada del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa y la Guardia Civil. "Sobre todo buscan dinero en efectivo. Suelen ser cinco o seis que se mueven en dos coches y dan varios golpes en un d¨ªa", explica un comandante de la UCO.
Los jornaleros globales del delito se seguir¨¢n hasta que acaben su campa?a de robos. Uno de los cinco detenidos en Reus el 26 de mayo acusados de m¨¢s de 100 robos silenciosos confes¨® que estaba a punto de volver a casa. Tras vivir en el campo como un quinqui con sus compa?eros (para ahorrar), quer¨ªa robar un coche y hacerse taxista en su pueblo de Ruman¨ªa.
La otra gran novedad del delincuente es su movilidad y efectividad. Como ese grupo de albano-kosovares detenido en mayo, que en una noche sali¨® pitando de Madrid y al alba estaba de vuelta tras haber reventado ocho empresas en Ja¨¦n. Los ladrones de banco sorprendidos in fraganti el 9 de junio, liberados y redetenidos hablaban as¨ª de sus cr¨ªmenes: "Hay que faenar con cuatro o cinco [atracos] seguidos y parar en agosto, que es vacaciones", dec¨ªan en una conversaci¨®n grabada por la Unidad de Drogas y Delincuencia Organizada (Udyco) de la polic¨ªa. ?sa es otra. Ni la detenci¨®n es el final. Tarz¨¢n se lo explica a Laura. "A Doru lo pillaron sin carn¨¦ con un coche robado y lo soltaron. Si te pasa en Rumania, te meten en la c¨¢rcel toda la vida. Aqu¨ª hay otras leyes. Dile que se venga a Espa?a y no se arriesgue en Ruman¨ªa".
LA V?CTIMA Aislados y despreocupados
La v¨ªctima est¨¢ sometida al azar, pero la elegida ser¨¢ la que tenga m¨¢s expectativas de beneficio y lo ponga m¨¢s f¨¢cil, sin que sea consciente de lo uno ni de lo otro. El aumento del nivel de vida en Espa?a ha llevado a miles de ciudadanos a comprarse chal¨¦s en zonas cada vez m¨¢s distantes de los n¨²cleos urbanos y los servicios policiales. Si un grupo de cinco encapuchados eligi¨® a Roser Nogu¨¦s y Joan Borr¨¤s, de 55 y 60 a?os, en Borges del Camp (Tarragona), fue porque lo vieron f¨¢cil. "La caja o te matamos", repet¨ªan mientras bland¨ªan pistolas y cuchillos, antes de darle un tajo en la oreja a Joan. Era el tercer robo en esa casa.
La sensaci¨®n de vulnerabilidad en el hogar ha elevado la sensaci¨®n de inseguridad, aunque estad¨ªsticamente estos robos han bajado este a?o un 13%. La ciudadan¨ªa recurre a la seguridad privada, un sector que crece a una media del 20% anual. Pero s¨®lo en Madrid hay al a?o m¨¢s de 77.000 llamadas de alarmas alertando de un presunto delito. S¨®lo el 2% fue real.
El problema es otro. "Los delincuentes perciben la impunidad que les da Espa?a y act¨²an m¨¢s violentamente y a cara descubierta; vienen por oleadas y dan miedo", resume Jos¨¦ Miguel Ayll¨®n, presidente de la Asociaci¨®n Nacional de V¨ªctimas de Delitos Violentos.
Casos como el de Marta transmiten ese miedo. "Me despertaron las voces de mi hijo de 11 a?os, que gritaba '?mam¨¢, mam¨¢!". Al abrir los ojos se vio rodeada por los cinco delincuentes, que ten¨ªan como reh¨¦n a uno de sus dos hijos. El ciudadano medio no est¨¢ acostumbrado a eso ni al relato de Antonio Hern¨¢ndez, el empresario de Torre Pacheco (Murcia), al que unos atracadores secuestraron a su hijo de 12 a?os tras no hallar el dinero que buscaban. "Habl¨¦ varias veces con mi hijo, estaba nervioso, pero incluso ¨¦l me pidi¨® luego que me calmara", recordaba.
Ante estas situaciones no es de extra?ar que no supusiera reproche social la reacci¨®n de Francisco Ram¨ªrez, el empresario de Canals (Valencia) que en enero sufri¨® un violento asalto en su casa y agarr¨® una pistola para la que ten¨ªa licencia. Mat¨® a dos asaltantes. "Pens¨¦ que no sal¨ªamos porque dec¨ªan 'os vamos a matar aunque logremos el bot¨ªn". La reacci¨®n de ¨¦ste no es habitual ni segura. El 50% de los muertos o heridos en asaltos a casas en EE UU es el propio morador: el ladr¨®n le quita el arma.
La v¨ªctima pide protecci¨®n, atenci¨®n postdelito y cambios legislativos, sobre todo para potenciar la figura del fiscal. "Si no se tiene una prueba suficiente es bueno buscarla o investigar, y si al final no se tiene, el fiscal puede abstenerse de acusar pero nunca hacer de abogado defensor", subraya Ayll¨®n: "A veces los fiscales se pierden en la legalidad, porque da menos trabajo agarrarse a un fallo legal que acusar y mandar a la c¨¢rcel".
Los asaltos violentos a casas, los secuestros y los robos con intimidaci¨®n no son nuevos. El caso de Alejandro Matilla, un vecino del barrio de Moratalaz (Madrid) al que raptaron en su coche y le sacaron el dinero de las tarjetas de cr¨¦dito hace semanas, es id¨¦ntico al de Ana G. hace 13 a?os. Ya desvalijado, Matilla oy¨®: "?Y ahora, qu¨¦ hacemos con este hijo de puta?' Pens¨¦ que me mataban". A Ana le sorprendi¨® la reacci¨®n de sus captores cuando les pidi¨® que liberasen a ella y a su beb¨¦: "?C¨®mo te vamos a dejar en la calle con lo que est¨¢ lloviendo?". Algo ha cambiado.
LA POLIC?A Lo ven¨ªan advirtiendo
La polic¨ªa y la Guardia Civil tienen un problema. Los delincuentes son m¨¢s atrevidos y audaces y, por definici¨®n, siempre van por delante. No ven enormes cambios en la delincuencia, ni que sea nueva ni mayor. "Claro que aumenta un tipo de delincuencia organizada violenta, pero ni demasiado ni deber¨ªa alarmar", asegura un mando de la Comisar¨ªa General de Polic¨ªa Judicial. "Esto viene desde hace a?os pero ahora se toma conciencia", a?ade un comandante de la UCO. Los investigadores quieren que el C¨®digo Penal recoja la figura de asociaci¨®n de malhechores y mayor implicaci¨®n de la fiscal¨ªa como perseguidora del delito "y no como guardi¨¢n de la legalidad".
Los que persiguen a los ladrones se preguntan "?seremos el para¨ªso de la delincuencia en Europa?". Es el t¨ªtulo de una resoluci¨®n del Sindicato Unificado de Polic¨ªa (SUP). Sin haber hablado entre ellos, una veintena de capitanes de la Guardia Civil, reunidos para un curso de ascenso, y media docena de inspectores y comisarios del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa se llegaron a plantear. "?No estaremos legalizando el delito entre todos?".
La idea es grave, pero un capit¨¢n de Alicante pone un ejemplo. "Un grupo de argentinos rob¨® en el casino de Torrevieja. Se llevaron 125.000 euros. Cuando los detuvimos, acabaron en libertad con una fianza de 100.000 euros. Ganaron dinero". Un comisario pone otro: "Detuvimos en Madrid a un grupo de ladrones con el bot¨ªn en el coche. Aunque se pudo probar que los objetos proced¨ªan de una casa, fue imposible demostrar que ellos hab¨ªan estado dentro. Los acusaron de receptaci¨®n y a casa".
Los agentes resumen sus problemas as¨ª: descoordinaci¨®n entre cuerpos policiales, nuevos delincuentes "con modus operandi desconocidos"; "legislaci¨®n trasnochada, que parece pensada para lo contrario"; un problema creciente de delincuencia extranjera...
Los polic¨ªas y los guardias civiles consultados no pretenden ser pol¨ªticamente correctos. "Tenemos un problema de delincuencia extranjera y estamos de acuerdo en que una cosa es la inmigraci¨®n y otra el delincuente extranjero", subrayan. Pero no olvidan que existe un delito de subsistencia que se alimenta del irregular. El top manta, por ejemplo. Pero el vendedor callejero no da miedo.
"Todos los detenidos que hemos hecho este a?o son extranjeros", confiesa un comandante de la UCO. "Es gente que ha delinquido antes en pa¨ªses no tan civilizados como ¨¦ste y que aqu¨ª asustan", recuerda un comisario. Algunos son ex militares, como los rumanos detenidos en abril en Madrid, acusados de decenas de atracos con violencia en chal¨¦s.
Los agentes saben a qu¨¦ se enfrentan y saben qu¨¦ se puede hacer: un esfuerzo econ¨®mico, especializaci¨®n y coordinaci¨®n, cambios legales... "La clave est¨¢ en la ley de Enjuiciamiento Criminal, la prisi¨®n preventiva, la figura de la asociaci¨®n de malhechores y la rapidez del juicio", aseguran. Lo que quieren es que a los integrantes de bandas organizadas se les pueda acusar por la propia pertenencia a un grupo que s¨®lo est¨¢ unido para delinquir y cuyos medios de vida proceden de delito. Y se quejan de los fiscales. "Lo que queremos es que nos digan si hemos hecho algo mal para mejorar, pero no que rechacen de plano nuestro trabajo por cualquier legalismo", declara el antedicho comandante.
Pero hay algo que no soportan: que no se valore la multirreincidencia en el delito. Tener que detener al mismo delincuente una y otra vez. Los veteranos recuerdan el caso de Aifa M. L. Ha sido detenido 200 veces por robos con 39 identidades diferentes. S¨®lo en Madrid, 85 personas (espa?oles, colombianos, marroqu¨ªes, ecuatorianos y argelinos) acumulan 3.561 detenciones. Y las c¨¢rceles llenas.
"La delincuencia no est¨¢ creciendo"
Antonio Camacho Vizca¨ªno (Madrid, 1965), secretario de estado de Seguridad, admite que los hechos cometidos son preocupantes, pero la alarma despertada no responde a un aumento de la delincuencia.
Pregunta. ?C¨®mo se encuentra hoy d¨ªa la delincuencia en Espa?a?
Respuesta. Los ciudadanos deben saber que alarma no responde a una realidad de delincuencia en aumento, que se esclarecen m¨¢s homicidios y se cometen menos, que el n¨²mero de infracciones esclarecidas, de detenidos, el gasto en seguridad p¨²blica y el n¨²mero de efectivos policiales sube.
P. Pero s¨ª parece que hay mayor violencia.
R. Si creamos un debate falso acerca de que la generalidad de los delitos crece, o vemos c¨®mo responsables de la oposici¨®n dicen que crece tenemos que decir que no es cierto porque los datos son abrumadores. Pero los ciudadanos tienen la percepci¨®n que facilitan los medios de comunicaci¨®n.
P. ?Crece la sensaci¨®n de que crece la delincuencia extranjera?
R. Cuidado. Una cosa es que determinados delitos los cometa un tipo de personas y otra cosa es la inmigraci¨®n. La inmensa mayor¨ªa de los extranjeros viene a trabajar. Otra cosa que se dice es que aprovechan los flujos migratorios y las v¨ªas de entrada ilegal para entrar a delinquir.
P. Y c¨®mo vienen.
R. Pues por ejemplo es gente que viaja en aviones, probablemente incluso particulares y que cometen delitos. Se puede decir que una parte de la delincuencia de este pa¨ªs es extranjera, pero no se puede mezclar con la inmigraci¨®n.
P. Entonces, ?no cree que haya una nueva delincuencia m¨¢s violenta?
R. Un fen¨®meno verdaderamente nuevo es el de las bandas latinas, porque robos con violencia en el interior de las viviendas ha habido siempre. Una cosa es que se cree una situaci¨®n de violencia en el robo, que tampoco es novedad, y otra es que se cree una sensaci¨®n de alarma por hechos puntuales, violentos, que se producen en un determinado momento pero que no son la norma.
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