Negro y rojo
Alguien escribi¨® que "nadie tiene peor suerte que el protagonista de una novela de Russell Banks". Y a lo que se refer¨ªa, claro, era a que los hombres y mujeres y paisajes en los libros de Banks (Massachusetts, 1940) suelen ser animales deprimidos habitando tierras bald¨ªas y sufriendo fr¨¢giles estados mentales en los separados Estados Unidos de estos d¨ªas. Antih¨¦roes o seres despreciables que se mueven como son¨¢mbulos hasta que un d¨ªa estallan y arrasan con todo lo que les rodea. La exploraci¨®n de semejante tem¨¢tica le ha valido a Banks al menos dos obras maestras: Aflicci¨®n (1989) y Como en otro mundo (1991).
De ah¨ª que -siendo Banks un escritor rabiosamente contempor¨¢neo- sorprendiera su anuncio de encerrarse a escribir esta Rompenubes (1998, finalista para el Premio Pulitzer de 1999). Una muy larga y muy documentada novela hist¨®rica alrededor de la controvertida figura de John Brown. Para muchos sanguinario terrorista y ladr¨®n de caballos, para otros iluminado y m¨¢rtir abolicionista, Brown comand¨® en 1859 el asalto al arsenal de Harpers Ferry con la intenci¨®n de armarse, crear una milicia de emancipados y lanzarse a la liberaci¨®n total de los esclavos. La historia nos dice que la revuelta fracas¨® y que Brown fue capturado y ejecutado; pero lo que le interesa contar y demostrar a Banks es que fueron este hombre y este episodio los que encendieron la mecha de una explosi¨®n m¨¢s grande que no demorar¨ªa en ser conocida como Guerra de Secesi¨®n.
ROMPENUBES
Russell Banks
Traducci¨®n de Cristina Pi?a
Losada. Madrid, 2006
717 p¨¢ginas. 36 euros
Cincuenta a?os despu¨¦s de los acontecimientos, Owen Brown, hijo de la leyenda y nota al pie en cualquier biograf¨ªa acad¨¦mica de Brown (como el hermano menor de Aflicci¨®n, otro de esos narradores poco confiables por cercan¨ªa y sangre y emociones encontradas), es el veh¨ªculo elegido por Banks para ofrecer, en Rompenubes, lo que acaba siendo dos libros, ambos formidables, coexistiendo sin anularse sino, por lo contrario, potenci¨¢ndose.
Por un lado, Rompenubes -definida por Banks como "una obra de la imaginaci¨®n"- funciona muy bien como saga panor¨¢mica de proporciones literalmente b¨ªblicas. Un ardiente fresco rebosante de hechos probados y de suposiciones probables con un vasto elenco de personajes hist¨®ricos y personas inolvidables. Y, en su centro, un John Brown visto a trav¨¦s de los ojos y de la memoria de su hijo con partes iguales de amor y de odio. Owen siente que no est¨¢ "revisitando la historia sino ordenando la confesi¨®n de un crimen, un crimen secreto que de otro modo hubiera permanecido por siempre oculto". Owen -ahora anciano y atormentado, inseguro sexualmente desde su juventud- retrata a su padre como un profeta megal¨®mano "que hac¨ªa todo con una intensidad mucho mayor que la de cualquiera de nosotros". Y aun as¨ª, Owen no puede dejar de idolatrarlo con la ambigua pasi¨®n de un Judas o de un Yago. Y de evocarlo despu¨¦s -retirado del mundo en una caba?a de las monta?as- a pedido de una joven historiadora. En este sentido -otra vez, como en Aflicci¨®n-, Rompenubes es otra gran novela sobre los complejos mecanismos que mueven a padres e hijos. Un drama dom¨¦stico en el n¨²cleo de un acontecimiento p¨²blico envuelto en una vertiginosa violencia en c¨¢mara lenta digna de un filme de Sam Peckinpah.
Por otro lado -como el Os-
wald en Libra de Don DeLillo, los Charles Mason y Jeremiah Dixon en la ¨²ltima novela de Thomas Pynchon, la Marilyn Monroe en Blonde de Joyce Carol Oates o el Alfred Kinsey en The Inner Circle de T. C. Boyle, novelas "sociales" todas ellas-, lo que le interesa a Banks en Rompenubes es calibrar el peso espec¨ªfico y la capacidad reactiva de John Brown en el contexto de sus tiempos. John Brown como, acaso, personificaci¨®n de uno de los gestos fundacionales del terror pol¨ªtico y racial norteamericano; terreno que Banks volver¨ªa a visitar, esta vez desde el presente, en la igualmente admirable The Darling (2004), su ¨²ltima novela hasta la fecha. Banks entiende -o procura comprender- a Brown como un fantasma tangible a trav¨¦s de la onda expansiva de su pr¨¦dica justa pero violenta revolucionando la siempre revolucionaria idea de Am¨¦rica. Desaf¨ªo que no implica de ning¨²n modo el que Banks se vea obligado a renunciar a la persecuci¨®n de esa otra m¨¢s pac¨ªfica pero igualmente turbulenta quimera: La Gran Novela Americana. En cuanto a esta ¨²ltima, puede decirse que con Rompenubes -obra inmensa en todo sentido- Banks la persigue y la alcanza y le clava su arp¨®n con una escritura l¨ªrica y poderosa. P¨¢ginas que recuerdan por momentos a las de Herman Melville -ese otro creador de alucinados- quien alguna vez se refiri¨® al protagonista de Rompenubes como a "ese raro John Brown".
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