Tras la estela del Mekong
De norte a sur de Laos, por el r¨ªo que limita con Tailandia
Hay pa¨ªses que parecen dejados de la mano de Dios y que raramente se asoman a las noticias. Laos podr¨ªa ser uno de ellos. Ostenta el triste r¨¦cord de ser el d¨¦cimo pa¨ªs del mundo en cuanto a pobreza, y su relaci¨®n con Espa?a se reduce a una confusa historia de fuga y detenci¨®n que tuvo como protagonista al ex director de la Guardia Civil Luis Rold¨¢n. Laos, sin embargo, es m¨¢s, mucho m¨¢s. Es, por ejemplo, el esplendor de los templos de Luang Prabang, la belleza callada de Vientiane y la soledad de la regi¨®n de las cuatro mil islas. Laos se merece, sin duda, un viaje de arriba abajo, siempre siguiendo el curso del misterioso r¨ªo Mekong.
Mi viaje empez¨®, de hecho, en el norte de Tailandia, concretamente en Chiang Saen, una poblaci¨®n regada por las aguas del Mekong en la que los turistas se hacen fotos junto a carteles que indican que est¨¢n en el Tri¨¢ngulo de Oro, una zona cercana a la frontera con Birmania y Laos marcada por tr¨¢ficos y peligros de todo tipo. Desde all¨ª es f¨¢cil llegar hasta Chiang Khong en un pick up adaptado para el transporte p¨²blico en el que vas enlatado como una sardina y dando botes como un canguro.
HUAY XAI
Una vez en Chiang Khong, lo ¨²nico que tienes que hacer es cruzar el r¨ªo y registrarte en el puesto fronterizo de Huay Xai, ya en el lado laosiano. Eso s¨ª, es prudente llegar antes de las cuatro y media; de lo contrario, el oficial al mando te advertir¨¢ de que pasada esta hora tienes que pagar una multa por retraso. Confieso que a m¨ª me toc¨® pagar la multa, aunque el montante es tan s¨®lo de un d¨®lar.
Una vez en Huay Xai, lo ¨²nico que hay que hacer es apalabrar un barco que te lleve al d¨ªa siguiente hacia Luang Prabang y elegir una de las m¨²ltiples pensiones que buscan hacer el agosto con los turistas ¨¢vidos de Mekong. El resto es f¨¢cil: basta con sentarse en una terraza junto al r¨ªo, pedir una cerveza (Beerlao es la marca local) y contemplar c¨®mo, tras la puesta de sol, la oscuridad se apodera tanto del lado tailand¨¦s como del laosiano y convierte el r¨ªo en un espejo mortecino.
Laos es un pa¨ªs marcado por el Mekong, el r¨ªo que durante 820 kil¨®metros marca la frontera con Tailandia. Despu¨¦s de su azaroso curso desde las monta?as del T¨ªbet, donde nace, y por territorio de China, el r¨ªo es navegable en buena parte de Laos, lo que le convierte en una excelente v¨ªa de comunicaci¨®n y en un no menos apreciado fertilizador de las tierras que atraviesa.
PAK BENG
El muelle de Huay Xai, del que parten los barcos que descienden en dos d¨ªas hasta Luang Prabang, registra a primera hora una actividad fren¨¦tica, con grupos de mochileros ¨¢vidos de aventura, montones de cajas de cervezas vac¨ªas que viajan hacia el sur para ser cambiadas por botellas llenas y una multitud local cargada con paquetes de todo tipo. Antes de partir, una mujer coloca unas flores y unas barritas de incienso en un jarr¨®n dispuesto en la proa de la embarcaci¨®n y reza unas oraciones para que la traves¨ªa discurra sin problemas. Que as¨ª sea.
El Mekong se muestra desde el primer momento como un r¨ªo ancho y caudaloso, con un paisaje compuesto por una suave sucesi¨®n de colinas, algunas curvas y unos pocos r¨¢pidos. Hay escasas aldeas en esta primera parte del viaje, aunque de vez en cuando surge un grupo de pescadores que lanzan sus redes, o una lancha r¨¢pida, con turistas equipados con casco y chaleco salvavidas, que apuesta por la velocidad por encima de todo. Al atardecer, cuando se encienden las luces a ambos lados del r¨ªo, se comprueba el diferente nivel de vida de la orilla tailandesa, mucho m¨¢s iluminada que la laosiana.
La primera noche, el barco se detiene en Pak Beng, un pueblo cuyo ¨²nico m¨¦rito es el de estar a medio camino de Luang Prabang. Al d¨ªa siguiente, la traves¨ªa contin¨²a hacia Luang Prabang por un r¨ªo cada vez m¨¢s ancho y m¨¢s poblado. Las aldeas, formadas por casas de madera sobre pilotes, menudean cada vez m¨¢s, as¨ª como los pescadores y el tr¨¢fico de barcazas. Antes de llegar a la gran ciudad, la cueva de los siete mil budas, situada en la orilla derecha del r¨ªo, se ofrece como una tentaci¨®n misteriosa.
LUANG PRABANG
La llegada a Luang Prabang, situada en el punto donde el Mekong se une con el r¨ªo Nam Khan, es un momento m¨¢gico. El esplendor del lugar, que surge como una aparici¨®n, se intuye por las c¨²pulas de las estupas que asoman por encima de las palmeras y por los tejados de los palacios y de las casas coloniales. Hay que ir a Luang Prabang, sin duda una ciudad con encanto y muy bien conservada que se abri¨® al turismo en 1989. Vale la pena, a pesar de los demasiados turistas y a pesar de los demasiados vendedores. La subida a la colina de Phu Si permite contemplar la situaci¨®n privilegiada de la ciudad, en la confluencia de dos r¨ªos y marcada por las monta?as que la rodean y por una vegetaci¨®n exuberante.
Deambular entre los templos, por el mercado o por sus callejones es una sensaci¨®n ¨²nica, realzada a primera hora por la procesi¨®n de los monjes que recorren la ciudad en busca de limosnas, casi siempre en forma de arroz. El desfile de las t¨²nicas naranjas es un maravilloso contraste con la luz apagada del alba y con la belleza barroca de algunos templos.
Luang Prabang es un buen lugar para detenerse unos cuantos d¨ªas, pero al final se impone la certeza de que el viaje debe continuar, siempre hacia el sur, aunque esta vez en autob¨²s. Las primeras horas del recorrido son un ejercicio de paciencia a trav¨¦s de una zona monta?osa poblada hace a?os por bandidos, pero al cabo de nueve horas de viaje surge la contundencia de la populosa capital del pa¨ªs.
VIENTIANE
Esta ciudad no tiene aparentemente nada, pero es uno de esos destinos especiales en los que uno se siente a gusto de inmediato. Los monumentos son escasos, pero la amabilidad de las gentes, la viveza del mercado, la noche movida, las reducidas dimensiones y la disponibilidad de los tuk tuks (triciclos habilitados como taxis) hacen que todo resulte f¨¢cil en Vientiane. Adem¨¢s tiene el Mekong, ese r¨ªo fiel que se ensancha a su paso por la ciudad y que exhibe en su orilla numerosos bares y restaurantes. Una cena junto al Mekong es algo obligado, y barato, en Vientiane. Mientras se saborea una Beerlao en un chiringuito cualquiera, uno puede entretenerse con los juegos de luz del crep¨²sculo o con la contemplaci¨®n de unos esforzados ciudadanos que se someten a la clase colectiva de aer¨®bic o a un masaje regenerador.
Savannakhet, poblaci¨®n apacible, situada quinientos kil¨®metros al sur de Vientiane (unas ocho horas en autob¨²s), cuenta con unos cuantos hoteles que parecen surgidos de otra ¨¦poca y con el siempre fiel Mekong, que cada vez se hace m¨¢s ancho en su ruta hacia el sur. Aqu¨ª hay pocos turistas y un ritmo de vida agradable, con gente acogedora y pensiones como la Samayung Khun Guest House, en la que se puede acabar el d¨ªa cantando canciones melanc¨®licas junto con la joven pareja que regenta el hotel.
LAS 4.000 ISLAS
Hacia el sur, Paks¨¦ queda a unas cinco horas en autob¨²s, aunque llega un momento en que las distancias dejan de importar. Al fin y al cabo, uno se distrae observando a los cargados compa?eros de viaje, o el monje silencioso que se sienta en el asiento contiguo, o los vendedores que ofrecen todo tipo de comida en cada una de las paradas. Todo fluye a buen ritmo, como el Mekong. Aunque Paks¨¦ no sea una ciudad muy interesante, no hay que preocuparse: 130 kil¨®metros m¨¢s al sur, a dos horas de viaje, est¨¢ Don Khong, un pueblo en una isla que es un excelente punto de partida para explorar la regi¨®n de las cuatro mil islas. Aqu¨ª el Mekong, la madre de todas las aguas, se bifurca en mil brazos y crea un para¨ªso compuesto de numerosas islas y de cascadas de gran belleza. Los delfines del r¨ªo, una curiosa especie protegida, asoman sus lomos de vez en cuando para contentar a los turistas, mientras todo se cubre de una enorme calma.
Un poco m¨¢s al sur, a menos de una hora en tuk tuk, est¨¢ la frontera con Camboya, que el Mekong atraviesa con indiferencia, rumbo a Phnom Penh, la capital del pa¨ªs. Mucho m¨¢s all¨¢ llegar¨¢ a Vietnam, donde desembocar¨¢ en el mar despu¨¦s de formar un ancho delta. Pero ¨¦se ya es otro viaje.
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos- Poblaci¨®n: unos seis millones de habitantes.- Superficie: 236.800 kil¨®metros cuadrados.- Prefijo telef¨®nico: 00 856.C¨®mo llegar- La mayorista Nobeltours (www.nobeltours.com) ofrece un paquete llamado Paisajes de Laos: 11 d¨ªas siguiendo el curso del Mekong. Visitas y estancia en Luang Prabang, Vientiane y la zona de las 4.000 islas. A partir de 1.799 euros por persona. El precio incluye billetes, alojamiento con pensi¨®n completa, traslados y gu¨ªa de habla castellana. Catai Tours (www.catai.es) ofrece un paquete, Tri¨¢ngulo de Oro y pa¨ªses del Mekong, que incluye Tailandia y, en Laos, visitas a Vientiane, Luang Prabang y Pak Ou. Entre 12 y 15 d¨ªas, a partir de 1841 euros por persona. El precio incluye billetes, alojamiento con desayuno, traslados y gu¨ªa.- www.visit-laos.com.
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