B¨¦lgica asiste indignada al funeral de la segunda ni?a asesinada
La ceremonia, a la que acudieron unas 400 personas, fue televisada
"La inocencia misma ha sido asesinada", fueron las palabras con las que Josep Borrell, presidente del Parlamento Europeo, resumi¨® ayer en la Euroc¨¢mara el sentimiento de frustraci¨®n de una B¨¦lgica que acaba de asistir por televisi¨®n al funeral de Stacy Lemmens, la ni?a de siete a?os asesinada por uno o varios pederastas al poco de su desaparici¨®n, el 10 de junio. Asistieron unas 400 personas, muchas de las cuales rompieron en l¨¢grimas.
El ¨²nico detenido, Abdal¨¢ Ait Oud, un belga de origen marroqu¨ª, de 38 a?os, soldador en paro, sigue manteniendo su inocencia, mientras los vecinos del barrio popular de San Leonardo, en Lieja, exigen reformas legales y mano dura contra los delincuentes.
La ceremonia en la iglesia de Santa Fe -la parroquia en la que Stacy fue bautizada, sita a escasos centenares de metros del bar Aux Armoriers, junto al que ella y su amiga Nathalie, de 10 a?os, cayeron v¨ªctimas de un depredador sexual hace tres semanas- se convirti¨® ayer en el lugar del adi¨®s de una comunidad traumatizada por los sucesos.
Compa?eros de colegio, vecinos y autoridades nacionales y locales acompa?aron a la familia y los padres en el funeral. La pareja est¨¢ divorciada, pero unida en el dolor, y separados asistieron a la ceremonia: la madre, Christine, junto a su familia en los bancos del lado derecho, y el padre, Thierry, al otro lado del pasillo, junto a su pareja, Catherine, la madre de Nathalie, desaparecida junto a Stacy y violada por el asesino, seg¨²n los resultados de la autopsia realizada a los cad¨¢veres al d¨ªa siguiente de su descubrimiento el pasado mi¨¦rcoles.
En la ceremonia hubo palabras de aliento y piedad, un ritual de amor y compasi¨®n que apenas enmascaraba la frustraci¨®n popular con lo ocurrido. "Esto no puede seguir as¨ª; hay que hacer algo", dec¨ªa una mujer que ahogaba en l¨¢grimas su impotencia.
Creciente preocupaci¨®n
"?Cu¨¢ntas Julie, Melissa, Ann, Eefje [v¨ªctimas de Marc Dutroux], Nathalie y Stacy tienen a¨²n que desaparecer para que se ponga en marcha un sistema que proteja a nuestros hijos de este mundo de pervertidos, donde los ni?os no son ya seres inocentes, sino objetos sexuales de degenerados a los que habr¨ªa que tener encerrados de por vida?", se pregunta Veronique N., en un texto colocado en la furgoneta policial que recoge flores, peluches y textos de personas dolidas por lo ocurrido.
El principal sospechoso est¨¢ acusado de los abusos sobre una sobrina y otra menor -"no eran menores; estaban ya bien formadas", ha dicho-, y fue internado en un centro psiqui¨¢trico en 2001 y considerado recuperado cuatro a?os m¨¢s tarde, motivo por el que qued¨® en libertad en 2005, sin vigilancia, tratamiento adicional ni informaci¨®n a los vecinos. "Eso es intolerable", dice Demetrio, uno de los muchos emigrantes espa?oles que viven en San Leonardo. "Hay que tomar medidas; la democracia debe ir acompa?ada de disciplina; los bandidos est¨¢n protegidos". Planteada la frustraci¨®n popular y el sentimiento de que hacen falta leyes menos tolerantes con la delincuencia, el vicepresidente del Gobierno, Didier Reynders, registrado como vecino en San Leonardo, dijo a la salida del funeral: "Lo estudiaremos cuando pase todo esto".
Tardar¨¢ en pasar. Stacy fue enterrada en la intimidad familiar en el cementerio de Paifve, a 15 kil¨®metros de Lieja, junto a su abuela. El blanco coche f¨²nebre cubierto de flores blancas lleg¨® hasta ah¨ª acompa?ado por dos decenas de moteros, amigos de su padre, vestidos con camisetas blancas. Fue despu¨¦s cuando, a instancias de Borrell, el Parlamento Europeo dedic¨® un minuto de silencio a la tragedia de Lieja y tambi¨¦n al siniestro de Valencia.
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