En deuda con la realidad
Asombro es la palabra que mejor define la sensaci¨®n que quien suscribe tuvo al leer el art¨ªculo de opini¨®n que, con el t¨ªtulo La voluntad en deuda, firmaba Eduardo Madina en estas p¨¢ginas el pasado d¨ªa 26 de junio. Uno est¨¢ acostumbrado a que desde las filas del PSOE se hagan cr¨ªticas, a menudo destructivas, a la gesti¨®n de la izquierda all¨¢ donde ¨¦sta tiene responsabilidades de gobierno, en este caso, Ezker Batua desde el Gobierno Vasco. Ello es leg¨ªtimo y forma parte de la dial¨¦ctica cotidiana con la oposici¨®n, pero sorprende que para ello se hagan consideraciones tan alejadas de la realidad, e incluso se descalifique de forma gen¨¦rica a una instituci¨®n como el Parlamento vasco. Es por ello que me parece necesario dar respuesta a algunas de las afirmaciones que en el citado art¨ªculo se realizan.
Con car¨¢cter general, me permito sugerirle al se?or Madina que actualice sus informaciones sobre la cooperaci¨®n vasca. Y, si fuera posible, que contraste las mismas con las organizaciones sociales comprometidas con la solidaridad, a las que cita pero seguramente no ha escuchado. Porque s¨®lo el desconocimiento puede explicar que diga, por ejemplo, que la ley vasca de Cooperaci¨®n lleva "parada m¨¢s de siete meses". Parece que no est¨¢ al tanto de que el pasado d¨ªa 25 de abril dicha ley recibi¨® en comisi¨®n el respaldo mayoritario del Parlamento vasco, que rechaz¨® las enmiendas de totalidad presentadas por PP y PSE. Con anterioridad y posterioridad a esa fecha, desde el Gobierno se han mantenido numerosas reuniones y contactos con los diversos grupos parlamentarios, entre ellos el del PSE, para explorar nuevos acuerdos en la ponencia. ?sta se reunir¨¢ a la vuelta del verano para dar forma al texto definitivo de la ley, y en la que se pueden producir aproximaciones importantes.
A partir de aqu¨ª, me parece profundamente injusto y desafortunado hablar de "condena a muerte de la cooperaci¨®n al desarrollo en el Parlamento vasco". Si el se?or Madina quiere explicarnos las supuestas excelencias del Gobierno de Zapatero en cooperaci¨®n internacional, h¨¢galo, pero no utilice para ello argumentos que no son ciertos y pueden ofender a las instituciones vascas en su labor.
La cooperaci¨®n vasca tiene como piedra angular en todas sus actuaciones el principio de solidaridad desinteresada y la ausencia de retorno, tal y como va a consagrar nuestra ley de Cooperaci¨®n. Ser¨ªa deseable que en la cooperaci¨®n espa?ola existiera esa misma voluntad, pero ello no se demuestra con una simple reforma de los cr¨¦ditos llamados Fondos de Ayuda al Desarrollo (FAD). En 2006, el Gobierno central va a destinar 180 millones de euros a estos cr¨¦ditos FAD, que no son otra cosa que ayudas a la implantaci¨®n de las empresas espa?olas en los pa¨ªses empobrecidos. Un cooperaci¨®n al desarrollo, no ya progresista, sino m¨ªnimamente cre¨ªble, deber¨ªa desterrar este tipo de pr¨¢cticas de pseudo-cooperaci¨®n y destinar esos recursos a verdadera solidaridad. No es algo tan dif¨ªcil ni ins¨®lito, ya que, sin ir m¨¢s lejos, en el Gobierno vasco la totalidad de la ayuda oficial al desarrollo es no reembolsable.
Y ya que hablamos de la pol¨ªtica espa?ola de cooperaci¨®n, pienso que, m¨¢s all¨¢ de ¨¦sta, debe ser la pol¨ªtica internacional en su conjunto la que apueste por el desarrollo y por un orden internacional basado en la justicia. Y aqu¨ª es donde las sombras del Gobierno del PSOE son m¨¢s graves y preocupantes. Porque, por ejemplo, sigue legitimando la ocupaci¨®n marroqu¨ª del S¨¢hara Occidental, con lo que ello supone de vulneraci¨®n del derecho internacional y de condenar al pueblo saharaui a padecer el exilio o la represi¨®n de un r¨¦gimen tir¨¢nico. O porque, en el caso de Bolivia, da preferencia a los intereses de las multinacionales frente al leg¨ªtimo derecho del pueblo boliviano a controlar sus recursos naturales y utilizarlos para salir de la pobreza extrema en que vive su gente. O porque, respecto de un continente tan castigado como ?frica, opta por condicionar las ayudas de cooperaci¨®n a la firma de acuerdos de repatriaci¨®n de inmigrantes y blindar las fronteras ante la miseria de nuestros vecinos, en la que Europa tiene tanta responsabilidad.
La deuda externa es una tremenda losa que pesa sobre los pa¨ªses del Sur, y su cancelaci¨®n resulta una necesidad para el desarrollo de los mismos. Pero existen otro tipo de deudas, se?or Madina, esta vez contra¨ªdas por el Estado espa?ol con los pueblos empobrecidos. Deudas que, por desgracia, el Gobierno del PSOE parece no tener voluntad alguna de pagar.
Igor Irigoyen es director de Cooperaci¨®n al Desarrollo del Gobierno vasco.
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