Contra los 'sanfermines'
Lo m¨ªo es ganar amigos cada d¨ªa, porque es evidente que mostrar un pensamiento cr¨ªtico contra el pensamiento ¨²nico que impera, por tierra, mar y televisi¨®n, sobre un tema popular, es como tener cara de pato, marcarse una diana y estar en la feria. Como dijo en su momento Rosa Montero, "un pensamiento independiente es un lugar desapacible y solitario", y ¨¦ste es especialmente inh¨®spito. Todo el mundo mundial, y especialmente la mundialidad de los presentadores de informativos, han loado la grandiosidad de los sanfermines, han babeado dando la noticia de los encierros, y con esa cara de complicidad un tanto est¨²pida que a veces se les pone, nos han invitado a gozar de la fiesta. Pareciera que fuera imposible considerar ese evento como algo rechazable, y s¨®lo algunos alien¨ªgenas, tipificados como tales, pueden mostrarse en contra. Bien. Quien esto les escribe debe de venir de Raticul¨ªn y tener antenas verdes, porque la fiesta de los sanfermines me parece bestia, triste y cruel, y no le veo otro atractivo que el que produce el ser humano cuando se vuelve primario. Atendiendo al hecho de que tengo un magn¨ªfico marido navarro, hombre sensible y emotivo, que se vuelve harto cavern¨ªcola cuando ve la fiesta, creo que s¨¦ de qu¨¦ hablo. Desde luego, los sanfermines mueven mucho: dinero a mares, publicidad internacional, proyecci¨®n del pa¨ªs, diversi¨®n para miles, y todo ello, si es tan masivo, pensar¨¢n ustedes, no debe de ser malo. ?Puede equivocarse todo el mundo y s¨®lo tener la raz¨®n el raro de turno? No me sit¨²o en esa tesitura, porque creo que la raz¨®n, como la verdad, son espejos rotos, y todos poseemos alg¨²n fragmento. Pero, desde luego, mi parte de la verdad contiene argumentos que me pesan como losas y me obligan a una posici¨®n, quiz¨¢ solitaria, pero moral.
Primero, lo primero, el car¨¢cter popular de la fiesta. ?Resulta extra?o? La historia de nuestros pueblos est¨¢ llena de acontecimientos antropol¨®gicos que han movido masas ingentes de personas para contemplar la belleza de lo b¨¢rbaro. ?Hay algo m¨¢s cercano a lo antropol¨®gico que unos centenares de personas berreando mientras matan un toro en una plaza? Puede que el ser humano tenga algo de humano, pero en estas situaciones aflora lo m¨¢s salvaje que lleva dentro. Adem¨¢s, como dijo el sabio Ortega y Gasset, no confundamos al hombre con el hombre-masa. La masa, por su naturaleza, ni decide, ni debate, ni se interroga. Y en estas mareas de miles, sin otro rumbo que el rumbo de la inercia, el individuo tiende a desaparecer. Sea como sea, el car¨¢cter popular de la fiesta no le otorga otro cr¨¦dito que el que da la masificaci¨®n. Y como bien sabe la historia, los grandes errores los han cometido las masas. No me sirve, pues, que sea popular. Corrijo: me sirve para mal... Pero, m¨¢s all¨¢ de su car¨¢cter masivo, est¨¢ la fiesta en s¨ª, y es aqu¨ª donde el alma de algunos se nos queda colgando de la percha de la tristeza. Pasar¨¦ por encima del gran botell¨®n que representa, con las calles pertrechadas de j¨®venes borrachos que confunden la diversi¨®n con diluir la sangre en alcohol. La alegr¨ªa con que se bebe, a todas edades y condiciones, durante los sanfermines, siempre me ha resultado un espect¨¢culo deplorable. Pero si no son menores -?nunca lo son?-, ni se dedican a mear por las calles, ni insultan al barrendero, que hagan lo que quieran con su cuerpo y mente, que cada cual encuentra la forma de dejar de tener apariencia humana. Sin embargo, los sanfermines no s¨®lo se dedican a machacar el cuerpo de cada cual, sino que basan su fiesta grande en torturar a pobres animales cuya capacidad de decidir la diversi¨®n es evidentemente nula. Ver c¨®mo unas decenas de animales nobles, con su sensibilidad, su derecho a la vida y su fuerza, son forzados a correr por calles repletas de miles de personas que les chillan, les insultan, les tiran todo tipo de objetos, y los conducen a una muerte segura y brutal, ver ese espect¨¢culo es ver el espect¨¢culo de la miseria humana. Desde luego, en esa fiesta, lo m¨¢s humano es el toro. ?Belleza? La belleza de la crueldad, que puede ser bella, tanto como es malvada. La sangre siempre es est¨¦tica. ?Valores? Los valores que contiene una fiesta de esta naturaleza, arraigan en una concepci¨®n primitiva de la masculinidad y, desde luego, entroncan al corredor con los tiempos en que la supervivencia viv¨ªa sus ¨¦pocas m¨¢s primitivas. Es una fiesta de fuerza bruta. Pero hoy ya sabemos que los seres humanos somos los m¨¢s brutos, tanto que ya hemos destruido miles de formas de vida, hemos pasado por el planeta como una plaga de langostas y, en nuestro delirio, podemos incluso destruirlo. Sabiendo que somos los m¨¢s brutos, ?hace falta demostrarlo por las calles de Pamplona? ?Hace falta proyectar al mundo una concepci¨®n b¨¢rbara de la relaci¨®n entre el ser humano y el animal? Con un a?adido, que esa proyecci¨®n que hace famosa a Navarra en todo el mundo, no la hace famosa para bien. Puede que todos los b¨¢rbaros norteamericanos, que nunca permitir¨ªan esa fiesta en su pa¨ªs, vengan a correr por las calles navarricas. Pero no nos enga?emos: se divierten b¨¢rbaramente en un pa¨ªs que se lo permite. Probablemente muchos de ellos se divierten tanto como nos desprecian.
A estas alturas del art¨ªculo, con los amigos ganados a pulso y un marido cabreado -no ser¨¢n noches de lujuria horizontal, mucho me temo-, me permito un paso m¨¢s de tuerca. Si yo fuera navarra, y en algo me considero por adopci¨®n marital, sentir¨ªa una honda verg¨¹enza. Un pa¨ªs puede ser conocido, en todo el mundo, por su categor¨ªa cultural -y Navarra la tiene-, por sus cient¨ªficos, sus genios del arte, su arquitectura, su gastronom¨ªa, su m¨²sica... Pero ser conocida por perpetrar una fiesta donde se tortura a seres vivos con el desprecio de lo p¨²blico y la maldad de lo impune, es poco honor y mucha miseria. La Navarra que yo amo no se acuerda de los sanfermines. Pero cuando lo recuerda, llora.
www.pilarrahola.com
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