Historia de un capricho
La suma de 135 millones de d¨®lares que el coleccionista estadounidense Ronald Lauder acaba de pagar por la compra de Adele Bloch-Bauer I, de Gustav Klimt, es un ejemplo exacto del instante perfecto en el que la oportunidad y las ganas encajan como un guante en la vida de un coleccionista.
Este retrato de 1907 de Adele Bloch-Bauer, esposa de un magnate jud¨ªo del az¨²car, fue requisado en 1938 por el gobierno nazi de Austria y mantenido, desde entonces, en las colecciones nacionales de la Galer¨ªa del Belvedere.
Para su museo, Neue Galerie, que inaugur¨® en 2001 en la Quinta Avenida de Nueva York, el deseo de Lauder era hallar una gran pieza como ¨¦sta que anclara est¨¦ticamente las 160 obras de arte alem¨¢n y austriaco agrupadas por ¨¦l; una obra que obligara a los aficionados del arte a desplazarse hasta las puertas del peque?o palacete en Manhattan.
Las imprevistas circunstancias que favorecieron en su empe?o al heredero de los cosm¨¦ticos Est¨¦e Lauder fueron creadas por las obras de arte robadas por los nazis. Una de las consecuencias indirectas de la ola de reclamaci¨®n y restituci¨®n de esas obras, iniciada hace una d¨¦cada en Europa y los Estados Unidos, ha sido la salida imprevista de las salas de los museos de miles de cuadros, dibujos y objetos que, debido a sus turbias procedencias, se han visto, de pronto, lanzados al mercado, transformando la oferta y los precios. Junto a otros cuatro cuadros realizados por Klimt, el retrato fue restituido en enero pasado a la familia de Bloch-Bauer.
Para los herederos, la venta era la ¨²nica alternativa posible, pues un cuadro es indivisible y ninguno de ellos posee la fortuna necesaria para comprar su parte a los dem¨¢s. Deseaban, pues, venderlo al precio del mercado.
En realidad, en estos niveles estratosf¨¦ricos, el precio del mercado quiere ¨²nicamente decir el precio que solamente un reducid¨ªsimo pu?ado de coleccionistas y museos en todo el mundo estar¨ªan dispuestos a pagar por un klimt de esta calidad, belleza y singularidad.
Buen conocedor de los azares de una subasta, Lauder pens¨® que lo mejor era reconocer ese precio que la familia ped¨ªa y no tomarse el riesgo de v¨¦rselo arrebatado por alg¨²n otro coleccionista. Adem¨¢s, los familiares quer¨ªan que los aficionados a Klimt tuvieran acceso a la obra de forma permanente. La oportunidad y las ganas coincidieron para todos y los cinco cuadros restituidos ser¨¢n expuestos en la Neue Galerie del 13 de julio hasta el 10 de octubre.
H¨¦ctor Feliciano es el autor de El museo desaparecido: la conspiraci¨®n nazi para robar las obras maestras del arte mundial (Destino).
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