Esa cosa que se llama casa
Los historiadores marcianos que nos observan, que son muy anal¨ªticos, est¨¢n desconcertados con nuestra falta de l¨®gica. Y ahora, en el momento de redactar sus informes, est¨¢n hechos un l¨ªo. Como es sabido, la historiograf¨ªa marciana que registra los grandes relatos de los terr¨ªcolas s¨®lo archiva inventos, apenas menciona la pol¨ªtica, descree (o se r¨ªe) de nuestras leyes econ¨®micas, ¨²nicamente reconoce la filosof¨ªa del eterno retorno y, esto es lo original, en lugar de observar el globo como dividido en continentes, fronteras, identidades, religiones, logos, lenguas y dem¨¢s conflictos prel¨®gicos, lo observa como un todo (Todo) compuesto de hogares. Y dentro de esa cosa que se llama casa, que dir¨ªa el bolero, privilegia lo que ocurre en el cuarto de estar.
Pues bien, el actual desconcierto del historiador marciano, que ante todo es antrop¨®logo, procede del hecho irrefutable de que los terr¨ªcolas, por vez primera, estamos metiendo en nuestros cuartos de estar cacharrer¨ªas muy contradictorias. Por un lado, seguimos acumulando inventos que nos impiden salir de casa y que nos hacen todav¨ªa m¨¢s sedentarios. Como este furor reciente por las pantallas planas del televisor, la pasi¨®n Ikea o Habitat, los electrodom¨¦sticos digitales, los pasatiempos o juegos virtuales, los remakes de alfombras persa, del fitness del cuarto de ba?o y los alimentos envasados al vac¨ªo: chismes rigurosamente sedentarios Por el otro, al mismo tiempo, nos dedicamos obsesivo-compulsivamente a acumular toda suerte de objetos n¨®madas que nos exigen salir de casa. El tel¨¦fono m¨®vil, los navegadores GPS, los ordenadores port¨¢tiles, los videojuegos y el Internet de bolsillo, el iPod sin fronteras y ahora, lo ¨²ltimo y m¨¢s mutante, la televisi¨®n que ya no exige el tresillo familiar del cuarto de estar, que puede verse en cualquier parte y pantalla, incluso por videotel¨¦fono.
Esto ¨²ltimo es lo que m¨¢s ha perturbado a los historiadores extraterrestres. Perdonen mi erudici¨®n marciana, pero recuerdo muy bien lo que un d¨ªa redactaron los estratosf¨¦ricos de nuestros cuartos de estar: "A mediados del siglo XX, durante la llamada Era Pop, los terr¨ªcolas reinventaron la vieja idea de Plat¨®n en donde los espectadores encadenados a sus butacas ve¨ªan como un solo hombre y en un mismo sitio im¨¢genes procedentes del mundo exterior. A esto lo llamaron televisi¨®n, fue perfeccionado por la electr¨®nica del c¨¢todo, se introdujo en todos los hogares y durante un siglo, el XX, nadie sali¨® de casa porque al mismo tiempo que el prime time cavern¨ªcola, los terr¨ªcolas se dedicaron a inventar toda clase de cacharros de raza sedentaria: el frigor¨ªfico, el microondas, el aire acondicionado, la lavadora y la fregona, la alta fidelidad, las hipotecas y la tarjeta Visa".
Esta fue la conclusi¨®n de aquel memorable informe marciano: "Durante un siglo, los terr¨ªcolas se reconvirtieron en seres sumamente sedentarios a pesar de que en el origen del homo sapiens fue la fuga de casa o del cuarto de estar (africano) y su constante peregrinar hac¨ªa el Este. Nomad¨ªa de donde procede (est¨¢ demostrado) el curioso c¨®digo gen¨¦tico de los terr¨ªcolas."
A¨²n no se conocen las conclusiones del ¨²ltimo informe extra-terrestre sobre las tecno-mutaciones de nuestros cuartos de estar, esa bastard¨ªa de cacharros sedentarios y n¨®madas, pero jurar¨ªa a que los marcianos nos volver¨¢n a otorgar la vieja categor¨ªa de n¨®madas por el simple hecho de no ver obligatoriamente la tele en la caverna, todos juntos, encadenados en el tresillo familiar y durante los bochornosos prime time.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.