Viva Ju¨¢rez
Las infartantes elecciones mexicanas me han tra¨ªdo a la memoria la figura de uno de los pol¨ªticos m¨¢s carism¨¢ticos de ese pa¨ªs, Benito Ju¨¢rez (1806-1872), el del c¨¦lebre grito ?Viva Ju¨¢rez!, un indio zapoteca que hasta el d¨ªa de hoy ha sido el ¨²nico ind¨ªgena que ha llegado a ocupar la presidencia de M¨¦xico. La Aventura de la Historia sac¨® el pasado mes de abril un interesante trabajo de Jos¨¦ M. Muri¨¢ sobre este hombre reformista y fascinante, del que cuenta una an¨¦cdota maravillosa. Resulta que en 1855, durante la dictadura de Santa Anna, Ju¨¢rez fue detenido y desterrado. Anduvo dando tumbos por La Habana y Nueva Orleans, hasta que consigui¨® regresar clandestinamente a M¨¦xico y refugiarse en un campamento rebelde pr¨®ximo a Acapulco.
Ju¨¢rez ten¨ªa 49 a?os y era bajito, m¨¢s bien grueso y de rasgos y color inequ¨ªvocamente indios, as¨ª es que cuando lleg¨®, entremezclado con otros refugiados, le pusieron a cuidar caballos. La primera sorpresa para sus compa?eros fue descubrir un d¨ªa casualmente que el indio ¨¦se sab¨ªa leer y escribir. Como eran conocimientos muy raros en la ¨¦poca, Benito (nadie conoc¨ªa su apellido) fue convertido en amanuense. Y as¨ª transcurrieron algunas semanas. Hasta que lleg¨® una carta al campamento dirigida al "Licenciado Benito Ju¨¢rez". Los dirigentes rebeldes pensaron que se trataba de un error, porque ellos no sab¨ªan que semejante personaje anduviera por all¨ª. Y entonces, para pasmo de todos, el modesto escribano indio levant¨® la mano y dijo: "Yo soy Ju¨¢rez". El mismo Ju¨¢rez que, antes de llegar al campamento, ya hab¨ªa sido regidor, juez, diputado local y nacional, gobernador de Oaxaca y director del Instituto de Ciencias y Artes. Y que hab¨ªa guardado con formidable temple su secreto. Siempre me han fascinado estos h¨¦roes callados que parecen salidos de una novela de Conrad, estos tipos que arrastran con orgullosa humildad un pasado glorioso del que nunca alardean. Individuos tan s¨®lidos y enteros que no necesitan presumir de sus logros para respetarse a s¨ª mismos. ?Imaginan a Calder¨®n o a L¨®pez Obrador (penosa su actitud tras las elecciones) comport¨¢ndose as¨ª? ?O a cualquiera de nuestros petulantes y vociferantes pol¨ªticos?
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