Homenaje al 'sprint'
Freire gana en Dax gracias a una llegada acad¨¦mica e imponente pese a no saber si hab¨ªa fugados delante
En Dax, en territorio Darrigade, la recta de meta med¨ªa dos kil¨®metros y terminaba en un aer¨®dromo. En Dax, en el coraz¨®n de las Landas, la autov¨ªa recta, recta, en la que se duermen los automovilistas con el piloto autom¨¢tico a 110 kil¨®metros por hora, el viento entre las dunas, los pinos frenando el avance del desierto, s¨®lo por esos tres motivos -por Andr¨¦ Darrigade, el rival de Miguel Poblet en los a?os 50, ganador de 22 etapas en el Tour; por las rectas, por el aer¨®dromo, una invitaci¨®n al pelot¨®n a tomar los ¨²ltimos kil¨®metros como pista de despegue para despu¨¦s volar- el ganador de la etapa ten¨ªa que decidirse al sprint. En un sprint ¨²nico, ejemplar. Un sprint como los que le gustaban a Darrigade, sin trenes llevando en carroza a 70 por hora a la estrella, sino con ciclistas librando de igual a igual la batalla de la velocidad; la lucha por el hueco, por el espacio; la pelea por saltar en el momento exacto, ni antes, ni despu¨¦s; por calcular la aceleraci¨®n, la fuerza; por saber dar el golpe de ri?ones victorioso.
Tras disculparse por su empuj¨®n sin mala idea, McEwen fue quien dijo a Freire que hab¨ªa ganado
"Me recuerda tanto a Poblet...", comenta Darrigade, el viejo 'galgo de las Landas'
Un asunto que ten¨ªa clar¨ªsimo Darrigade, de 77 a?os, librero en Biarritz. "Esta ma?ana dije a mis colegas que en Dax ganar¨ªan McEwen o Freire, que me recuerda tanto a Poblet. Y no me equivoqu¨¦", dijo el viejo galgo de las Landas.
Un asunto que no ten¨ªa tan claro ?scar Freire, que s¨®lo se enter¨® de que hab¨ªa ganado la etapa porque se lo dijo el segundo clasificado, Robbie McEwen, despu¨¦s de pedirle perd¨®n por un empuj¨®n sin mala idea en el ¨²ltimo golpe de ri?ones.
"No sab¨ªa si hab¨ªa ganado por dos razones", dijo el ciclista c¨¢ntabro de Torrelavega tras su segunda victoria en este Tour; "la primera, porque vi que McEwen remontaba tan r¨¢pido que no sab¨ªa si al final hab¨ªa adelantado su tubular. Y la segunda, porque ni siquiera sab¨ªa si nos est¨¢bamos jugando la etapa porque no ten¨ªa claro si el pelot¨®n hab¨ªa cogido a los fugados".
Los fugados eran tres y cayeron, como casi todos los d¨ªas, a cuatro kil¨®metros de la llegada. Pero Freire no se enter¨®. "Iba un poco atr¨¢s en el pelot¨®n", dijo un corredor reputado por sus despistes, anticipo de sus golpes geniales, como cuando gan¨® en Lisboa su segundo Mundial el d¨ªa siguiente de perderse mientras se entrenaba; "y s¨®lo cuando Flecha vino a buscarme para subirme a la cabeza, a falta de dos kil¨®metros, me met¨ª un poco en la etapa".
Otros asuntos distintos a la bicicleta ocupan su cabeza en las horas muertas, como su inminente paternidad. Su esposa, Laura, sal¨ªa ayer justamente de cuentas y... a¨²n nada. Como para no pensar en ello. O en su futuro, en su m¨¢s que probable renovaci¨®n por el Rabobank. A la carrera, el tiempo justo de dedicaci¨®n. El necesario. Dos minutos o as¨ª. ?Para qu¨¦ m¨¢s?
Cuando su compa?ero Flecha, ascensorista ideal, le llev¨®, cortando el viento, desde el vientre del pelot¨®n hasta la punta afilada, Freire se transform¨®. Desaparecieron las lega?as de sus ojos so?adores, desapareci¨® el tono mate de su mirada. Todo fue brillo, vida. El olor de la tensi¨®n le convirti¨® en un depredador listo para saltar sobre su pieza. "Yo nunca suelo meterme en los sprints en los que s¨®lo se juega el tercer o el cuarto puesto", dijo; "pero, aunque no sab¨ªa si ¨¦ste era uno de ¨¦sos, la tensi¨®n que vi alrededor, el trabajo de los de Boonen, del de McEwen, de los de Bennati, me contagiaron. Por eso me met¨ª". Por eso gan¨®.
Gan¨® tambi¨¦n porque Boonen, presionado, estresado, inseguro, agobiado, su marcador a¨²n a cero, se precipit¨®. Sali¨® de lejos, sin haber conseguido a¨²n alcanzar su velocidad punta y choc¨® de frente contra el viento. Fue el perfecto lanzador para Zabel, que iba a su rueda. Y para Freire, a rueda del alem¨¢n. Y tambi¨¦n para McEwen, a rueda de Freire. Pero fue ¨¦ste el que mejor supo aprovechar las circunstancias. Su m¨¢xima especialidad: en cuatro pedaladas finales, remontar m¨¢s metros que nadie. Se adelant¨® a Zabel, lanz¨® la bicicleta y esta vez ni McEwen, el m¨¢ximo especialista en tales maniobras, pudo con ¨¦l. Gan¨® como le gustaba a Darrigade, en el ¨²ltimo metro.
Freire gana de cualquier manera y se r¨ªe cuando se lo recuerdan. Y aclara: "S¨ª, quiz¨¢s lo ¨²nico que no puedo ganar es una etapa de monta?a". O quiz¨¢s nos est¨¦ enga?ando.
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