Camino 'revent¨®n' de paisajes

Hasta bien entrado el siglo XX, el mejor camino que hubo para ir de Rascafr¨ªa, en el valle madrile?o del Lozoya, al Real Sitio de La Granja, en la vertiente segoviana de la sierra, era la senda de herradura que atravesaba el Revent¨®n, un puerto estratosf¨¦rico, de 2.039 metros de altura, al que los transe¨²ntes, para compensar, ten¨ªan en la m¨¢s baja estima.

"H¨¢gase a pie o a caballo", observaba en 1919 un socio del Club Alpino Espa?ol, "el resultado es siempre el mismo: se termina reventado. S¨®lo en caso de extrema necesidad, como por ejemplo, huyendo de la Guardia Civil, volver¨ªamos a trasponer este paso".

Lo l¨®gico es que, al conectarse en 1927 ambos municipios por carretera, a trav¨¦s de los puertos de Cotos y Navacerrada, el viejo camino hubiese quedado sepultado bajo las nieves perpetuas del olvido.

Pero no fue as¨ª. Al poco de aquello, en plena Guerra Civil, se acondicion¨® como camino de carros para abastecer a las posiciones republicanas del Revent¨®n. Y para acabar de mejorarlo, fue incluido, hace ahora 10 a?os, en la red de senderos del alto valle del Lozoya, siendo a la saz¨®n se?alizado con 60 postes de madera y rebautizado como la ruta del Paisaje. Mejor que la senda del Revent¨®n, s¨ª que suena.

La ruta -que, pese a las mejoras, es una caminata exigente, s¨®lo para senderistas curtidos y d¨ªas de calma atmosf¨¦rica absoluta- arranca en el polideportivo de Rascafr¨ªa, subiendo por la pista de tierra que es prolongaci¨®n de la cuesta del Chorro, entre prados donde las vacas rumian mirando con amorosa fijeza hacia el monasterio de El Paular, donde Vicente Carduccio pintara su claustro evocando a San Bruno, fundador de la orden cartuja.

Gocemos de la vista porque, no m¨¢s cruzar las Arroturas, que as¨ª se llaman estos di¨¢fanos pastaderos, nos vamos a zambullir en el robledal de los Horcajuelos, uno de los rebollares m¨¢s lozanos y espesos de la regi¨®n. La sombra, con lo que est¨¢ cayendo fuera, se agradece.

En una hora y media, saldremos del robledal y arribaremos a una encrucijada presidida por la inconfundible pe?a de la Tortuga, tambi¨¦n conocida como el Carro del Diablo.

Sin perder de vista los postes, seguiremos la pista que sube en lento zigzag hasta extinguirse a escasos metros del Revent¨®n, ofreciendo en cada revuelta un panorama m¨¢s amplio del valle del Lozoya, desde el embalse de Pinilla hasta Pe?alara.

Y, ya en el puerto -unas tres horas desde el inicio-, nos descubriremos respetuosamente ante el monolito a Ib¨¢?ez Mar¨ªn, que fund¨® en 1900 una de las primeras sociedades excursionistas de Madrid.

La bajada a La Granja, por la ladera contraria, son dos horas m¨¢s, con otras tantas paradas obligadas. Primero, en la fuente del Infante, donde descansar sol¨ªa don Luis, primog¨¦nito de Felipe V, cuando andaba de caza por estos montes y que morir¨ªa prematuramente sin reinar m¨¢s que apenas unos meses.

Y despu¨¦s, en el Poyo Jud¨ªo, un cerro que domina a vista de buitre el real sitio, con su palacio de piedra rosa de la impar Sep¨²lveda, sus jardines de estilo versallescos y sus dos espejos del Mar y del embalse del Pont¨®n.