A la sombra de un gigante encadenado
Australia, los dragones asi¨¢ticos y cuatro pa¨ªses europeos han tomado la delantera legal a la gran potencia cient¨ªfica
La congelaci¨®n de fondos federales para investigar con embriones humanos ha significado, en la pr¨¢ctica, que los gigantescos Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos -la mayor y m¨¢s engrasada maquinaria de investigaci¨®n biom¨¦dica del planeta- han debido permanecer al margen de este campo incipiente de estudio.
Las empresas privadas s¨ª pueden trabajar con estos materiales, y el Estado de California, gobernado por el republicano Arnold Schwarzenegger, aprob¨® hace dos a?os una partida p¨²blica de 3.000 millones de d¨®lares (en diez a?os) para estas investigaciones, pero los cient¨ªficos no han visto a¨²n ni un centavo: los proyectos est¨¢n paralizados por acciones legales preventivas, y los investigadores asfixiados por el hostil entorno legal y jur¨ªdico.
En estos cinco a?os de congelaci¨®n presupuestaria, otros pa¨ªses le han tomado la delantera legal a la gran potencia cient¨ªfica. El contenido de la ley que se discuti¨® ayer en el Senado norteamericano lleva dos o tres a?os aprobado en el Reino Unido, B¨¦lgica, Suecia y Espa?a, los cuatro pa¨ªses europeos con las legislaciones m¨¢s avanzadas, y los primeros que tambi¨¦n han autorizado, m¨¢s recientemente, la clonaci¨®n terap¨¦utica. Esta t¨¦cnica -para obtener c¨¦lulas madre embrionarias que sean compatibles con un paciente- es separable legalmente de la investigaci¨®n con embriones congelados, pero sus objetivos m¨¦dicos tienen mucha relaci¨®n.
Fuera de Europa, tienen una legislaci¨®n comparable Singapur, Jap¨®n, Australia, Israel y Corea del Sur. Hace s¨®lo un a?o, este pa¨ªs era considerado el l¨ªder mundial de la clonaci¨®n terap¨¦utica -por los trabajos del cient¨ªfico Hwang Woo-suk, de la Universidad Nacional de Se¨²l-, y la revelaci¨®n de que esos trabajos eran un fraude ha supuesto un grave rev¨¦s para los expertos del sector, sobre todo a la hora de competir con otros investigadores por unos fondos siempre escasos.
Cient¨ªficos norteamericanos como Robert Lanza, Jos¨¦ Cibelli y el Nobel James Watson, que ya empezaban a ver la clonaci¨®n terap¨¦utica como una rama cient¨ªfica exclusiva del Lejano Oriente, han vuelto a meterse en la carrera tras el desenmascaramiento de su competidor coreano. Hay que recordar que la obtenci¨®n de c¨¦lulas madre de embriones humanos se consigui¨® en Wisconsin en 1998.
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