Represaliados despu¨¦s del 39
Cientos de miles de republicanos sufrieron la represi¨®n franquista tras la contienda. Algunos viven para contarlo
Para muchos espa?oles, el parte m¨¢s importante de la Guerra Civil reza: "Cautivo y desarmado el ej¨¦rcito rojo...". Pero es otro el que recuerdan, con los ojos enrojecidos, numerosos represaliados del franquismo, sus hijos y sus nietos. Dec¨ªa as¨ª: "Nada tiene que temer de la justicia aquel que no tenga las manos manchadas de sangre". Era falso.
Tres largu¨ªsimos a?os de guerra hab¨ªan tra¨ªdo un deseo enorme de paz. Y ganas de creer en el espejismo. Muchos miles de republicanos y sus hijos, los que no se exiliaron, confiaron en esas palabras del dictador. Se entregaron, y fue el principio de su calvario. "Cuando escuchamos eso gritamos: '?Viva Franco!'. Pero al d¨ªa siguiente ya bajaban sus tropas quit¨¢ndonoslo todo, abusando de las chicas. Ten¨ªa 15 a?os. Pens¨¦: la guerra no ha terminado, la guerra empieza ahora, la m¨¢s larga, la de verdad. La del hambre, la miseria, la esclavitud, el terror, el fusilamiento, la injusticia", se emociona a sus 79 a?os el guerrillero Jos¨¦ Murillo, Comandante R¨ªos.
Tras la contienda, el r¨¦gimen de Franco encarcel¨® a 270.000 personas y fusil¨® a 50.000. Unos 4.000 murieron de hambre y fr¨ªo en las c¨¢rceles
Tario Rubio: "En la guerra hubo bestialidades en los dos bandos. Pero cuando acab¨®, en vez de ser generosos, siguieron matando, y de qu¨¦ manera"
S¨¢nchez Albornoz: "Espa?a tiene que darse cuenta de que es Europa. Hay que sacar a Franco de su mausoleo [del Valle de los Ca¨ªdos]"
Vicente Mu?iz: "Una herida cicatriza bien cuando se limpia bien. Si dejas el pus dentro, vas a tener que volver a abrirla. El tiempo no lo arregla. Es la justicia"
Carmen Puig Antich: "Pocas horas antes, vino un guardia y me dijo: '?Sabes c¨®mo lo matar¨¢n?'. Y me explic¨® c¨®mo funciona el garrote vil. Yo ten¨ªa 19 a?os"
El viernes, el Gobierno discutir¨¢ la Ley de Memoria Hist¨®rica, que intenta resarcir a aquellos que creyeron en ese segundo parte de Franco. Muchos de estos hombres y mujeres, algunos muy ancianos, conf¨ªan en que por fin, tras casi 30 a?os de democracia, el pa¨ªs reconozca oficialmente su desgracia.
La guerra fue terrible -600.000 muertos en total-, y la represi¨®n, a¨²n peor. En la zona nacional cayeron 100.000 personas asesinadas; en la republicana, 60.000, entre ellos 7.000 religiosos. Hasta ah¨ª el terror compartido. Porque a partir de 1939, con todo a su favor para ser generoso, el r¨¦gimen de Franco encarcel¨® a 270.000 personas y fusil¨® a 50.000. Al menos 4.000 murieron de hambre y fr¨ªo en las prisiones (V¨ªctimas de la Guerra Civil, Temas de Hoy; Morir, matar, sobrevivir, Cr¨ªtica).
Marcos Ana
- - - Poeta, comunista. Pas¨® 23 a?os en la c¨¢rcel, 15 de ellos en Burgos.
"Los primeros a?os fueron dur¨ªsimos. Nos com¨ªamos las hierbas que crec¨ªan entre las piedras de la prisi¨®n. Cada d¨ªa te enterabas de alg¨²n compa?ero muerto o fusilado. La c¨¢rcel estaba en el centro de Madrid, y cuando los sacaban para matarlos gritaban: '?Viva la Rep¨²blica!'. Les pon¨ªan un tap¨®n de corcho en la boca".
"En 1943, en Oca?a, un d¨ªa me dijeron que me iban a matar esa madrugada. Los compa?eros me despidieron. Pas¨¦ toda la noche viviendo las ¨²ltimas horas; escribiendo cartas al partido, a mis amigos, y escondi¨¦ndolas en las grietas, como hac¨ªan todos los condenados. Escuchaba los pasos de los carceleros, pero no ven¨ªan a por m¨ª. A la ma?ana siguiente leyeron mi conmutaci¨®n. El jefe de servicio, que me odiaba, lo hab¨ªa retenido para que pasara la ¨²ltima noche de un condenado a muerte".
"En Oca?a, cuando hab¨ªa saca, el corneta tocaba silencio de una manera especial, prolongaba el sonido. Cuando se iban los camiones hab¨ªa un silencio mortal, porque escuch¨¢bamos los tiros de gracia para saber a cu¨¢ntos hab¨ªan matado. Y comenz¨¢bamos a golpear con las cucharas".
"Nos organiz¨¢bamos y repart¨ªamos hasta el hambre. Al principio fue dur¨ªsimo; pero cuando los nazis perdieron en Stalingrado, los carceleros empezaron a aflojar. Pensaron que el franquismo se acabar¨ªa".
"La verdad es que siempre he sentido m¨¢s calor fuera que dentro de Espa?a, porque nosotros, los comunistas y republicanos espa?oles, est¨¢bamos en el coraz¨®n del mundo. Los falsificadores del pasado quieren establecer un juicio salom¨®nico sobre la historia de Espa?a, pero no es igual luchar contra la libertad que defenderla. Esa guerra nosotros no la quer¨ªamos, no la necesit¨¢bamos, hab¨ªamos ganado las elecciones unos meses antes. Necesit¨¢bamos la paz. Quisieron cerrar a sangre y fuego ese proceso democr¨¢tico".
"Se hacen algunas cosas, pero de extranjis, sin afirmar los valores que representamos. Incluso en el terreno econ¨®mico se hace poco. Los portugueses dieron un mill¨®n de pesetas por cada a?o de c¨¢rcel. ?Yo me habr¨ªa podido comprar una casa, que no tengo! He sido el que m¨¢s he cobrado: 2.200.000 pesetas. Un mill¨®n por los primeros tres a?os y 200.000 por cada trienio".
Nicol¨¢s S¨¢nchez Albornoz
- - - Pas¨® cinco meses en el Valle de los Ca¨ªdos en 1948. Su fuga inspir¨® la pel¨ªcula Los a?os b¨¢rbaros.
Nunca ha vuelto al valle. Ni siquiera lo llama as¨ª. Para ¨¦l es Cuelgamuros, el nombre de la finca. Este peri¨®dico le propuso acudir all¨ª para rememorar su condena. Su respuesta fue tajante: "Cuando desalojen al bicho". O sea, cuando saquen de all¨ª los restos del general Franco y se los entreguen a su familia. "Pueden hacer un centro de interpretaci¨®n o lo que les d¨¦ la gana, pero para m¨ª es insuficiente. ?La cripta puede tener la tumba de Franco y Jos¨¦ Antonio, y al lado unas placas hablando de la represi¨®n y los campos de concentraci¨®n? ?Se dan de patadas!".
"Espa?a tiene que darse cuenta de que es Europa, tiene que compartir sus est¨¢ndares, y no admitir el mausoleo. Algunos sostienen con toda la raz¨®n que ellos, como europeos, tienen derecho a opinar sobre el mausoleo, que no es un hecho privativo de los espa?oles. Es un hecho europeo".
"Conmigo hab¨ªa gente que desde 1939 no hab¨ªa pisado la calle. ?Por qu¨¦ nueve a?os despu¨¦s de terminar la guerra ten¨ªan que estar presos? Era un gran negocio. ?ramos alquilados a las empresas por 10,50. Nos daban 50. Los patrones ten¨ªan obreros a precio de saldo y disciplinados".
"[El Valle de los Ca¨ªdos] se ha convertido en un s¨ªmbolo del fascismo, donde se re¨²nen para todas sus ceremonias, incluidos los de la Legi¨®n C¨®ndor. La gente est¨¢ harta; 4.000 fascistas no son nada frente a 40 millones de espa?oles y 500 millones de europeos. En Espa?a ha aparecido una generaci¨®n que est¨¢ pidiendo cuentas y reabriendo las fosas, pidiendo informaci¨®n de sus abuelos. Si sacan a Franco de all¨ª, qu¨¦ va a hacer el PP cuando vuelva, ?traerlo otra vez? Ser¨ªa irreversible y resolver¨ªa el problema para siempre. Si no, resurgir¨¢".
Jos¨¦ Murillo
- - - 'Comandante R¨ªos', guerrillero en Sierra Morena, 82 a?os.
Vive en una humilde casa del barrio de Usera, en Madrid. Nunca se reconoci¨® el car¨¢cter militar de la guerrilla, por lo que no recibe m¨¢s pensi¨®n que la m¨ªnima. "Mi padre era socialista de toda la vida, pero cuando acab¨® la guerra crey¨® que no le pasar¨ªa nada porque no ten¨ªa las manos manchadas de sangre. Acab¨® en Castuera (Extremadura), uno de los peores campos de concentraci¨®n. Los hombres mor¨ªan comiendo ra¨ªces. Logr¨® sacarlo un amigo falangista. Ten¨ªa seis hijos, yo era el mayor. Pens¨® que todo hab¨ªa acabado, pero el mismo d¨ªa que volvi¨®, con piojos y sarna, irreconocible, vino un falangista al que llamaban El Berraco -imag¨ªnese el personaje- y dijo que nos requisaba los animales y la casa".
"Mi padre me llev¨® aparte y me dijo: a mi hijo no lo van a matar de rodillas. Defenderemos nuestras vidas, no somos hombres de c¨¢rcel. Nos fuimos al monte. A mi madre la metieron en la c¨¢rcel como represalia. Seis a?os. A mi padre lo mataron de un tiro".
"Me hirieron, a¨²n tengo las cinco balas en el hombro. Para hacerse una idea de c¨®mo era un juicio franquista hab¨ªa que escuchar al fiscal: '?Se puede consentir que en esta Espa?a cat¨®lica, apost¨®lica y romana existan seres que seis meses antes de nacer ya ten¨ªan instintos revolucionarios? ?Pido la pena de muerte!".
"En la c¨¢rcel com¨ªamos habas podridas y lentejas con bicho. Viv¨ªamos entre ratas, yo incluso amaestr¨¦ a un lironcillo para que comiera el bicho de las lentejas de mi mano, en la celda de castigo".
"La hermana de un compa?ero se hizo pasar por hermana m¨ªa para escribirnos, y as¨ª pasamos cuatro a?os. Nos enamoramos sin vernos. Luego nos casamos".
"Yo no he matado a nadie. He disparado muchas balas; me defend¨ªa, pero nunca a sangre fr¨ªa. Murieron guardias civiles, s¨ª, a manos de la guerrilla; pero los mat¨® Franco, no yo. ?l empez¨® la guerra. S¨®lo quiero que se reconozca que luchamos por la libertad, y que nos den una pensi¨®n digna".
Tario Rubio
- - - Tiene 86 a?os. Pas¨® ocho en prisiones y campos de trabajo, entre ellos el Valle de los Ca¨ªdos.
"Las nuevas generaciones no tienen ni idea de lo que llegamos a sufrir, moral y f¨ªsicamente. Por eso yo, a mis 86 a?os, sigo en la brecha: para que no se pierda esta memoria. Yo no quiero venganza ni remover el pasado. Pero veo esas inmensas manifestaciones contra el terrorismo de la ETA, apoyadas por el PP y la Iglesia cat¨®lica, y pienso: vale, ?pero por qu¨¦ no condenan tambi¨¦n el otro terror, el del franquismo? Porque en la guerra hubo bestialidades en los dos bandos, pero cuando acab¨®, en vez de ser generosos, siguieron matando, y de qu¨¦ manera. Yo estuve en la c¨¢rcel Modelo de Valencia. All¨ª cada d¨ªa se llevaban 10 o 15 a fusilarlos".
"Pas¨¦ ocho a?os encerrado despu¨¦s de la guerra. Estuve en cuatro campos de concentraci¨®n. Te pegaban tantos palos que firmabas cualquier cosa. En las oficinas de depuraci¨®n era terrible, hab¨ªa informes falsos que ven¨ªan de los pueblos. ?ramos 10 o 12 presos en tres metros cuadrados. Ten¨ªamos un v¨¢ter y nos turn¨¢bamos para no dormir al lado de ¨¦l".
"Mi t¨ªo Miguel, el cu?ado de mi padre, ten¨ªa influencia con un falangista importante. Mi padre le pidi¨® ayuda. Le respondi¨®: '?T¨² vienes a pedirme avales cuando sabes que deb¨ªas estar t¨² tambi¨¦n en la c¨¢rcel por republicano? ?Mi t¨ªo!".
"Cuando llegu¨¦ a Cuelgamuros, en 1942, era diciembre. Hac¨ªa un fr¨ªo horrible en esos barracones de madera, que ten¨ªan brechas por donde entraba el viento helado. No pod¨ªamos dormir por el fr¨ªo. No te pod¨ªas lavar porque all¨ª no hay r¨ªos ni nada. Te daban un cazo de agua sucia que le llamaban caf¨¦, y hala, al tajo. A picar. Y eso que no me toc¨® en el agujero, sino en la carretera de acceso".
"Todav¨ªa hace poco, en una entrevista, vi que el abad de Cuelgamuros, con toda su caradura, un representante de Dios, dec¨ªa que ¨ªbamos acumulando mucho dinero en un banco y que cuando sal¨ªamos ?nos compr¨¢bamos las mejores casas! Le voy a escribir para saber en qu¨¦ banco est¨¢ mi dinero, para reclamarlo. Hicimos l¨ªneas de ferrocarril, reconstruimos el pa¨ªs, y empresarios como Ban¨²s se hicieron millonarios con los presos".
Vicente Mu?iz
- - - 71 a?os. Fusilaron a sus padres, anarquistas, en 1941. Ha llegado hasta Estrasburgo para pedir la anulaci¨®n del juicio.
"Mis padres trabajaban en la sede del POUM en Valencia: ¨¦l, de ch¨®fer; ella, limpiando. Yo ten¨ªa cinco a?os cuando los nacionales entraron en la ciudad. Hice el saludo fascista, como todos, y mi madre, una mujer profundamente anarquista y republicana, me peg¨® un coscorr¨®n enorme. Nos metieron a todos en la c¨¢rcel; all¨ª estuve con mi madre y mi hermano peque?o dos a?os, hasta que los fusilaron, en Paterna. All¨ª cayeron 2.238 personas entre 1939 y 1956. A ella le acusaron de matar 'a una mujer rubia de 17 a?os'. Sin nombre, sin cad¨¢ver, sin testigos. Hasta los 17 a?os estuve en un asilo de monjas, una c¨¢rcel de otra manera".
"Yo no puedo resucitar a mis padres, pero s¨ª se les puede devolver el honor. Al pasar de la dictadura a la democracia se olvidaron de los perdedores. Yo no he pedido nunca dinero. Para m¨ª el fusilamiento de mi madre y mi padre no tiene precio. Yo quiero que con los mismos papeles con los que los condenaron, que los tengo, pongan un tribunal de dem¨®cratas y anulen la sentencia".
"Un se?or alem¨¢n dijo haber o¨ªdo a mi madre decir que hab¨ªa matado a tres mujeres. Luego dijo que era mi padre. El tribunal, en vez de aclarar la cosa, dijo: bueno, pues los dos. Los mataron el 5 de abril de 1941, San Vicente Ferrer, patr¨®n de Valencia, con otros 10. Los enterraron como perros en una fosa. La llenaban, y cuando estaba repleta, le echaban cal y abr¨ªan otra".
"El PSOE de Felipe Gonz¨¢lez no toc¨® para nada este tema. Pero una herida cicatriza bien cuando se limpia bien. Si dejas el pus dentro, vas a tener que volver a abrirla para curarla. Piensan que el tiempo lo va a arreglar. S¨®lo la justicia lo arregla. S¨®lo pido que no se les acuse de auxilio a la rebeli¨®n. ?Los que se sublevaron fueron ellos! Es como si ahora alguien cogiera las armas porque no le gusta el Gobierno. A m¨ª no me ha gustado ninguno desde que hay elecciones, pero no se me ocurre coger un arma contra ¨¦l, porque es democr¨¢tico".
Nieves Galindo
- - - Nieta de Di¨®scoro Galindo, maestro republicano enterrado en una fosa en V¨ªznar (Granada) con el poeta Federico Garc¨ªa Lorca.
"Mi padre se muri¨® pensando que alg¨²n d¨ªa se recuperar¨ªa la memoria de mi abuelo. Casi desde el principio se supo que lo hab¨ªan matado y enterrado con Garc¨ªa Lorca en V¨ªznar (Granada). Mi padre ten¨ªa 23 a?os, estaba en cuarto de medicina. Huy¨®. Cuando Franco dijo lo de las manos manchadas de sangre, se present¨®, le pegaron palizas porque le reconocieron como hijo de Di¨®scoro y le metieron en la c¨¢rcel, dos a?os. Luego se vino a Madrid para estar lejos del pueblo, por miedo. Le destruyeron la vida. Estaba estudiando y tuvo que dejarlo. No quiso reclamar sus papeles universitarios por miedo a que fueran a buscarlo. Trabaj¨® de repartidor, alba?il y descargador de camiones. Nunca fue a V¨ªznar, por miedo".
"Yo cumplir¨¦ su deseo. Ni siquiera pedimos sacarlos de la fosa, sino s¨®lo tener la certeza de que est¨¢n all¨ª. Es muy f¨¢cil, porque a mi abuelo le faltaba una pierna. La familia de uno de los banderilleros tambi¨¦n est¨¢ de acuerdo. Pero la familia de Garc¨ªa Lorca no quiere porque dice que eso es remover el pasado. Est¨¢ todo pendiente de la Junta de Andaluc¨ªa, que no ha dado el paso. Si es necesario, iremos al juzgado".
Carmen Puig Antich
- - - Es hermana de Salvador, el ¨²ltimo ajusticiado a garrote vil. Condenado por la muerte de un polic¨ªa. Era anarquista.
"Lo detuvieron un 25 de septiembre y lo juzgaron el 7 de enero. Ese d¨ªa ya estaba la condena a muerte. Apelamos. El 15 de febrero se confirma la sentencia, y el 2 de marzo de 1974 era ejecutado. Les interesaba ir r¨¢pido, como venganza por lo de Carrero Blanco [diciembre de 1973]. Al d¨ªa siguiente del atentado ten¨ªamos visita con Salvador. S¨®lo 20 minutos. Nada m¨¢s vernos, ¨¦l lo dijo: 'ETA m' ha matat'. Ten¨ªa raz¨®n. Recuerdo cada minuto de las ¨²ltimas 12 horas, las que llaman en capilla. A ratos habl¨¢bamos, a ratos nos abraz¨¢bamos, nos toc¨¢bamos el pelo. A veces ¨¦l ten¨ªa que ir al servicio por el miedo que estaba pasando, y le obligaban a hacerlo con la puerta abierta. Era horrible. Una hermana m¨ªa perdi¨® la cabeza y dec¨ªa que mi madre, muerta, iba a hacer algo".
"Hay un momento en que yo me quedo sola. Eran las cuatro de la ma?ana. Y un hijoputa de funcionario, un t¨ªo de 50 a?os, que me acuerdo de su cara, pero no de su nombre, me dijo: '?T¨² sabes c¨®mo van a matar a tu hermano?'. 'No', le contest¨¦, ingenua. Me explic¨® con pelos y se?ales c¨®mo funciona el garrote vil. Cuando volvi¨® mi hermano no sab¨ªa qu¨¦ cara poner. Yo ten¨ªa 19 a?os".
Ricardo Limia
- - - 89 a?os, comunista. Trabaj¨® como preso cuatro a?os en el Canal del Guadalquivir, al que ahora llaman "canal de los presos".
"Cuando estall¨® la guerra y tomaron Sevilla, yo estaba en las Juventudes Socialistas. Organizamos una columna para venir a buscar a Queipo de Llano. Pero nos enga?aron, nos dejaron solos a los de las Juventudes, nos ametrallaron y mataron a todos los que iban en el cami¨®n. Yo me salv¨¦ porque iba detr¨¢s con una moto".
"Nos fuimos al monte. Viv¨ªamos en los t¨²neles de viejas minas abandonadas. Nos juntamos 200 personas. Cuando acab¨® me entregu¨¦. Me condenaron a muerte, pero me libr¨¦ gracias a un familiar. Acab¨¦ en el campo del canal. Era muy duro, pero mejor que la c¨¢rcel. Se com¨ªa algo, porque hab¨ªa que trabajar duro y no pod¨ªan tenernos muertos de hambre".
"En la c¨¢rcel mor¨ªa mucha m¨¢s gente, de hambre y de pena. Te daban un cazo de agua a mediod¨ªa y otro por la noche. En la prisi¨®n de C¨¢diz estuve siete meses comiendo lentejas con bicho al mediod¨ªa y por la noche. A¨²n as¨ª, en el campo hab¨ªa hambre. Un d¨ªa cay¨® muerto un mulo atravesado en el canal y a los 20 minutos no quedaba nada, nos lo hab¨ªamos comido. Aunque no todo era malo. All¨ª me enamor¨¦ de una chica de Dos Hermanas que ven¨ªa a llevarme comida. Me llev¨® tortilla la primera vez, a¨²n me acuerdo del sabor. Luego nos casamos".
"El Gobierno no se preocupa de nada. No es justo que te den un milloncejo de pesetas por pasar 15 o 20 a?os de c¨¢rcel y campos de concentraci¨®n sin ning¨²n motivo. S¨®lo quiero que reconozcan que luchamos en beneficio de Espa?a, no nuestro, por la libertad de todos. A m¨ª, como a todos, me hacen homenajes, pero a nivel particular; el Estado no hace nada, no hay reconocimiento oficial".
Isabel Gonz¨¢lez Losada no ha hablado para este reportaje, pero tambi¨¦n fue v¨ªctima del franquismo. Perdi¨® a su hermano. Su tes¨®n hizo que se abriera la primera gran fosa en El Bierzo, en 2002. Hace unos meses se quejaba de la lentitud del Gobierno: "Est¨¢bamos esperando algo de una vez, fuimos a la comisi¨®n interministerial para las v¨ªctimas de la guerra y el franquismo. Nos escucharon, pero luego no nos han dicho nada. Estamos perdiendo la paciencia. Somos gente muy mayor y no podemos esperar". Isabel muri¨® hace dos semanas.
Con informaci¨®n de Lali Cambra, Cecilia Fleta, Fernando Gualdoni y Guillermo Altares
Comisiones de la verdad en Sur¨¢frica y Argentina
DESDE EL NAZISMO hasta los reg¨ªmenes comunistas en la Europa del Este, pasando por las dictaduras en Am¨¦rica Latina, casi todos los pa¨ªses tienen un pasado cargado de tragedias, cr¨ªmenes, odios y v¨ªctimas, pero muy pocos han sido capaces de ajustar las cuentas con ¨¦l para aliviar el dolor. Sur¨¢frica ofrece uno de los caminos m¨¢s interesantes. En su transici¨®n del apartheid a la democracia en los noventa no se pod¨ªa permitir un Nuremberg: los miembros de la polic¨ªa y del Ej¨¦rcito acusados ten¨ªan las armas para abortar la transici¨®n. Otra opci¨®n fue una amnist¨ªa general; una posibilidad inv¨¢lida porque, como record¨® el arzobispo Tutu, "resultar¨ªa una amnesia general". Se opt¨® por una tercera v¨ªa: la Comisi¨®n de la Verdad y la Reconciliaci¨®n, en la que los perpetradores ser¨ªan amnistiados si reconoc¨ªan la verdad y en la que las v¨ªctimas se explicar¨ªan. Muchos perpetradores desvelaron la verdad del apartheid: torturas, secuestros, desapariciones, asesinatos. Muchas de las v¨ªctimas se mostraron agradecidas s¨®lo con ser escuchadas.
Alemania ha tenido que luchar dos veces con su pasado. Tras la II Guerra Mundial, los aliados impusieron el procesamiento de los nazis m¨¢s destacados. Sin embargo, muchos siguieron en cargos p¨²blicos hasta su jubilaci¨®n. A finales de los a?os sesenta, los j¨®venes provocaron un profundo debate al preguntar a la generaci¨®n de sus padres cu¨¢l fue su papel durante el r¨¦gimen nazi. Hoy, las insignias nazis son anticonstitucionales. Adem¨¢s de la apertura de los archivos de la antigua polic¨ªa pol¨ªtica, las v¨ªctimas de la dictadura en la antigua Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA) perciben ya una pensi¨®n del Estado. En Hungr¨ªa y Rumania, el pasado es un arma arrojadiza en la vida pol¨ªtica cotidiana. Algo que tambi¨¦n ocurre al otro lado del Atl¨¢ntico.
Argentina no ha logrado pasar la p¨¢gina completa de los a?os m¨¢s atroces de su historia reciente, mientras que Uruguay s¨ª. Tan pronto como el presidente Ra¨²l Alfons¨ªn lleg¨® a la Casa Rosada en 1983, tras una dictadura de casi nueve a?os, orden¨® el enjuiciamiento de los dirigentes de los grupos guerrilleros ERP y Montoneros y los de las tres c¨²pulas militares que hab¨ªan estado en el poder desde 1976. Una comisi¨®n de la verdad dirigida por Ernesto S¨¢bato sac¨® a la luz las atrocidades. El procesamiento y posteriores condenas logradas por un Gobierno democr¨¢tico supusieron un hito en el mundo. La democracia encabezada por Alfons¨ªn, sin embargo, a¨²n era vulnerable. Mucha presi¨®n y un par de alzamientos de j¨®venes oficiales llevaron al Gobierno a aprobar las leyes de Punto Final y de Obediencia Debida, dos normas muy cuestionadas en Argentina. En 1989, siendo ya Carlos Menem presidente, ¨¦ste indult¨® a los jefes militares y guerrilleros. El actual presidente, N¨¦stor Kirchner, arranc¨® su mandato pidiendo perd¨®n en nombre del Estado por los desaparecidos y ha reabierto el debate proponiendo la anulaci¨®n de esas leyes de impunidad. La herida sigue sangrando.
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