Depeche Mode cierra en negro
Franz Ferdinand se impone a Morrissey y a Rufus Wainwright
Con todo el p¨²blico entregado, Depeche Mode inici¨® ayer una de las actuaciones estrella m¨¢s esperadas del Festival Internacional de Benic¨¤ssim (FIB) 2006. Con c¨¢maras y realizaci¨®n propias y acceso restringuido para los fot¨®grafos de los medios de comunicaci¨®n, cual divos, el tr¨ªo ingl¨¦s sali¨® al escenario de riguroso negro ante una explanada atiborrada de fibers que manten¨ªan el tipo en la ¨²ltima jornada del festival. A pain that I?m used to fue el solemne tema con el que abrieron uno de los conciertos m¨¢s esperados de la 12? edici¨®n del FIB. Antes, Madness hab¨ªa logrado uno de los momentos m¨¢s ¨¢lgidos del festival. Siguiendo sus c¨¢nones, con traje de chaqueta, bomb¨ªn en cabeza y sombrilla en mano, Un paso adelante rompi¨® con la intranquila quietud que rondaba la explanada del escenario verde cuando a¨²n luc¨ªa el sol. Los brit¨¢nicos hicieron, adem¨¢s, el primer bis del FIB, con su propio Madness.
Si el algod¨®n no enga?a, el p¨²blico tampoco. Por mucha que sea la leyenda de Morrissey y por muchas y hermosas canciones que haya escrito Rufus Wainwright, dos santos y se?as del lirismo pop, la votaci¨®n del p¨²blico manifestada presencialmente el s¨¢bado frente a los escenarios, determin¨® que el momento de la segunda jornada del Benic¨¤ssim no fue otro que la interpretaci¨®n de Take me out por parte de Franz Ferdinand.
Ellos llenaron la explanada del Escenario Verde, ellos pusieron a botar a la concurrencia, ellos se llevaron las salvas de aplausos m¨¢s notorias; ellos, con ese aire marcial de sus ritmos acelerados, marcaron el paso de la jornada.
Que por cierto no depar¨® demasiadas emociones, porque adem¨¢s de Franz Ferdinand, Morrissey y Rufus Wainwright, la programaci¨®n record¨® a un cardado femenino: mucho volumen y poca densidad. Hubo descubrimientos, como el grupo The Kooks, completamente desconocido en Espa?a y, sin embargo, capaz de convocar a una multitud brit¨¢nica en su breve concierto. La cuesti¨®n es que la jornada sugiri¨® la enorme popularidad de Franz Ferdinand, un grupo de canciones afortunadas expresadas con urgencia guitarrera, la clase de Morrissey y que Rufus brilla mucho m¨¢s con banda que con s¨®lo piano o guitarra.
Rufus Wainwright est¨¢ menudeando sus presencias en nuestro pa¨ªs, donde ¨²ltimamente act¨²a sin banda -as¨ª lo hizo la semana pasada en el festival Summercase ofreciendo id¨¦ntico repertorio-.
Cierto es que las buenas canciones tambi¨¦n tienen vida s¨®lo con guitarra o piano, pero no es menos cierto que comprarse un Ferrari para ir en segunda velocidad es desaprovechar las prestaciones del veh¨ªculo. Eso ocurre con Rufus, especialmente cuando toca la guitarra, instrumento del que s¨®lo obtiene acordes que se antojan insuficientes para sus riqu¨ªsimas y lujuriosamente arregladas canciones, que parecen escritas en los tiempos de Tim Pan Alley.
La cima de su concierto, del que por la respuesta del p¨²blico se supone que alg¨²n d¨ªa tendr¨¢ lugar en el escenario principal, la alcanz¨® en la parte final con delicadezas como Art teacher, la versi¨®n del Allelujah de Cohen, Cigarettes and chocolate milk y la embriagadora Gay messiah.
El suyo fue un concierto damnificado por estar dentro de un festival, que no puede ofrecer el entorno adecuado para acabar de rendirse ante la deslumbrante voz de un artista que acab¨® la noche, la del d¨ªa de su 33 cumplea?os para m¨¢s se?as, paseando por camerinos con la camiseta naranja de los voluntarios que trabajan en el festival, que pese a todo ha dado otro empujoncito a su carrera.
Babelia
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