Madrid, foto fija
Una revista de cine publica parte de su colecci¨®n de 600 im¨¢genes de los rodajes que han tenido la ciudad como escenario
Existi¨® una ¨¦poca durante el franquismo en la que Madrid era una humilde sucursal de Hollywood. Provinciana y acomplejada, se hac¨ªa pasar por otras ciudades. As¨ª, el r¨ªo Alberche simul¨® ser el b¨ªblico Jord¨¢n (Rey de reyes), se edific¨® una r¨¦plica de la Ciudad Prohibida (55 d¨ªas en Pek¨ªn) y en Canillas se recre¨® parte de Mosc¨² (Doctor Zhivago). A?os en los que la dictadura no quer¨ªa mostrar las miserias de una ciudad en construcci¨®n. Pero algunos directores lograron esquivar la censura y mostrar el lado amargo.
En el ¨²ltimo n¨²mero de la revista trimestral AGR: coleccionistas de cine se recuerdan estas d¨¦cadas con un art¨ªculo de Javier Domingo, Por las calles de Madrid, ilustrado con 23 fotos. La intenci¨®n es exhibir 100 de las im¨¢genes -el coleccionista y editor de AGR, Antonio Garc¨ªa-Rayo, cuenta con 600 catalogadas y decenas m¨¢s sin localizar- en el Museo Municipal de Arte Contempor¨¢neo a finales de 2007.
"En 1896, en la Carrera de San Jer¨®nimo se produjo la primera proyecci¨®n de cine en Espa?a y, desde entonces, la ciudad ha acogido y entendido la industria cinematogr¨¢fica espa?ola", sostuvo Garc¨ªa-Rayo en la presentaci¨®n, hace unos d¨ªas, del ejemplar en Madrid. En 1925 se rod¨® el primer largo, Madrid en el a?o 2000 (Manuel Noriega), que recrea una urbe en la que los barcos llegaban navegando por el Manzanares. Le siguieron Luis Candelas, el bandido de Madrid; o ?Viva Madrid, que es mi pueblo!
Lleg¨® la Guerra Civil, y con ella la sequ¨ªa de la que sac¨® a Madrid Edgar Neville mostrando el Manzanares y la Casa de Campo en Frente de Madrid o El marqu¨¦s de Salamanca. Los primeros edificios del cintur¨®n industrial se retrataron -Cerca de la ciudad, Surcos, Un mill¨®n en la basura o Un d¨ªa perdido-, y con el tecnicolor Madrid se disfraz¨® de metr¨®poli rica y moderna con t¨ªtulos como Las chicas de la Cruz Roja (Rafael J. Salvia).
Un a?o despu¨¦s, Carlos Saura se acerc¨® a lo descarnado en Los golfos, y en los setenta se sucedieron filmes del destape, mientras una t¨ªmida apertura permiti¨® que se estrenase la cr¨ªtica Felices Pascuas (Juan Antonio Bardem). Los ni?os prodigio tambi¨¦n tuvieron su espacio: con Marisol en Ha llegado un ¨¢ngel (Luis Luc¨ªa) se visitaba Alameda de Osuna; Roc¨ªo D¨²rcal paseaba por los barrios m¨¢s castizos; Ana Bel¨¦n, en Zampo y yo, mostraba en 1965 una ciudad muy distinta a la actual.
La muerte de Franco en 1975 trajo la movida y la liberaci¨®n. Pedro Almod¨®var -como Woody Allen en Nueva York- se erigi¨® en emblema del cine de la capital. Madrid le parec¨ªa "deslavazada, mugrienta y poco acogedora", pero se enamor¨® -le ha dedicado Laberinto de pasiones, ?Qu¨¦ he hecho yo para merecer esto? o La flor de mi secreto- hasta el punto de que, cuando situ¨® Todo sobre mi madre en Barcelona, crey¨® "traicionar" a la urbe en la que ha "crecido, engordado, gozado y desarrollado", seg¨²n sus palabras.
Al cine de Fernando Colomo le colgaron la etiqueta de "comedia madrile?a" (Qu¨¦ hace una chica como t¨² en un sitio como ¨¦ste), pero ¨¦l tira por tierra toda leyenda -"rodaba aqu¨ª porque era lo m¨¢s barato"- de un subg¨¦nero profesado por Fernando Trueba y ?scar Ladoire. En los noventa otros filmes se englobaron en este ep¨ªgrafe: Amo tu cama rica, Los peores a?os de nuestra vida (ambas de Emilio Mart¨ªnez L¨¢zaro) o Todo es mentira (?lvaro Fern¨¢ndez Armero).
?lex de la Iglesia dice que "Madrid acoge de una manera violenta y agresiva a todo el que quiere ser algo que no ha sido hasta ahora", y pese a ello la ha retratado en La comunidad y El d¨ªa de la bestia. Con un prisma m¨¢s marginal lo han reflejado Vicente Aranda (Lute: camina o revienta), Achero Ma?as (El Bola) o Fernando Le¨®n (Princesas), y el m¨¢s alocado Montxo Armend¨¢riz en Historias del Kronen.
El oscarizado Alejandro Amen¨¢bar no se ha dejado tentar por Madrid, aunque todo el mundo recuerda la secuencia de Abre los ojos en la que un at¨®nito Eduardo Noriega llega a una Gran V¨ªa vac¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.