La playa m¨¢s solidaria
Los ba?istas ayudan por segunda vez en cuatro d¨ªas a los 'sin papeles' llegados en cayucos hasta el sur de Tenerife
Semienterrado en la arena de la Playa de La Tejita, en el municipio de Granadilla de Abona, al sur de la isla de Tenerife, aparece un fragmento de papel escrito a mano, con las letras corridas por el agua. Se trata de un rezo musulm¨¢n que uno de los 49 inmigrantes subsaharianos que llegaron la tarde del jueves hasta aqu¨ª tra¨ªa consigo a modo de amuleto. Gracias a Al¨¢, surti¨® efecto. Es uno de los pocos restos que queda del viaje que estos hombres emprendieron desde las costas de ?frica. Eso, adem¨¢s de algunas tablas de la embarcaci¨®n, que fue triturada por una pala mec¨¢nica en la ma?ana de ayer, una zapatilla sin su par, los ya habituales bidones azules de gasolina y el tim¨®n, que permanece oxidado junto al contenedor de basura de la playa.
Las personas que acuden cada d¨ªa a disfrutar del mar y de la arena de La Tejita se est¨¢n empezando a acostumbrar a socorrer a los inmigrantes indocumentados que llegan hasta esta playa. Aunque despu¨¦s de lo ocurrido el domingo pasado, cuando 88 subsaharianos arribaron hasta aqu¨ª, nadie esperaba que se volviera a repetir algo parecido, y menos con tan poco intervalo de tiempo.
Eran cerca de las seis de la tarde del jueves y Jose, de 30 a?os, estaba a punto de marcharse ya para casa. "?Eso no ser¨¢ una patera?", pregunt¨® a Alberto, uno de los amigos que iba con ¨¦l. No se lo pens¨®, y corri¨® a socorrer a los inmigrantes que casi se ca¨ªan del cayuco cuando ¨¦ste toc¨® la orilla.
"No se pod¨ªan ni mover", asegura Jose, que cuenta que ten¨ªan que sacarlos del agua porque las olas los ahogaban. Como ¨¦l, unas 60 personas, pr¨¢cticamente la totalidad de los ba?istas que se encontraban en ese momento en la playa, corrieron a ayudar. Pero no todos, porque algunos como Alberto se quedaron mirando. "Es que hab¨ªa gente que se lo tomaba como un espect¨¢culo, y se pon¨ªan a sacarles fotos con el m¨®vil a los inmigrantes".
Casi al mismo tiempo que Jose avistaba el cayuco, lo hac¨ªa una de las chicas que trabaja en el ¨²nico kiosco que hay en La Tejita. Nada m¨¢s verlo, llam¨® al servicio de emergencias. Ella tambi¨¦n fue de las que luego se qued¨® mirando, "porque nunca sabes si te pueden transmitir alguna enfermedad". Cuenta que los vio muy mal, "en los huesos", y lo que m¨¢s le sorprendi¨® fue que alguno pidiera cigarros, "?Con el hambre que deb¨ªan tener!"
Testigos tambi¨¦n del desembarco en plena playa fueron ?scar, de 34 a?os, y Carol, de 36. Recuerdan que algunos de los inmigrantes, nada m¨¢s pisar tierra, comenzaron a correr hacia la carretera, pero luego se daban la vuelta y regresaban con los dem¨¢s, "?Ad¨®nde iban a ir?", se pregunta ?scar, a quien lo que lo que m¨¢s sorprendi¨® fue ver a algunos de los inmigrantes babeando con la boca abierta, sin fuerzas para echarse a la boca el agua o la fruta que los ba?istas les daban.
Ellos mismos los abrigaron con sus toallas para que entraran en calor. Y recuerdan que la gente los abrazaba, tambi¨¦n para aplacar la hipotermia que padec¨ªan y que, entonces, algunos se echaban a llorar.
Caminando por la playa aparece Papa, un senegal¨¦s de 31 a?os. Viene, a diferencia de sus compatriotas del jueves, para tomar un ba?o. Lleva unos tres a?os en la isla, trabajando en un parque de ocio acu¨¢tico. No estaba aqu¨ª ese d¨ªa para ayudar. Pero echa la culpa de lo que est¨¢ ocurriendo a Europa, "a lo que hicieron en ?frica durante muchos a?os. Se llevaron lo mejor, y ahora tienen tambi¨¦n que aguantar con lo peor", dice seguro.
Adem¨¢s de por los ba?istas, los inmigrantes fueron atendidos por efectivos y voluntarios de la Cruz Roja, entre los que se encontraban Nidia y Cristina, una m¨¦dico de 29 a?os y una enfermera de 24 ya m¨¢s que acostumbradas a escenas como la del jueves. Ahora est¨¢n en la sede de la Cruz Roja de Granadilla de Abona, poniendo a punto las bolsas con ropa y calzado que entregan a los que llegan desde el otro lado del mar jug¨¢ndose la vida. Porque nunca se sabe cuando ser¨¢ la siguiente.
Con ellas est¨¢ Mar¨ªa Jes¨²s, una voluntaria de 34 a?os, que lleva tres d¨ªas en la isla. Ve¨ªa la llegada de cayucos por la tele desde su casa, en ?vila, y no pudo aguantar. "?Qu¨¦ hago yo aqu¨ª con lo que est¨¢ ocurriendo en Tenerife?"
Para ellas, y para el medio centenar de voluntarios de la Cruz Roja que est¨¢n en continua alerta en el sur de la isla para acudir a socorrer los viajeros de las pateras que lleguen, nada de esto es nuevo. "Nunca te acostumbras a verles las caras que traen", asegura Cristina. Explica que algunos de ellos llegan tan desorientados que ni si quiera saben cu¨¢l es la tierra que est¨¢n pisando. "Estamos en Tenerife, una isla de Espa?a", les responde.
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